Recoger la basura
Recoger la basura y entregarla para que la recolecten forma parte de la educación de la familia
Mons Fernando Castro Aguayo:
Una de las cosas que sorprende es cómo ante lo que va mal muchos recurren a lo que deben otros: que si el liceo, que si la policía, que si la alcaldía, que si el centro de salud. Por supuesto, que cada instancia debe cumplir sus funciones. Hay un punto de partida indispensable para que pueda haber orden, procedimientos y resultados: el compromiso personal ante el problema y nunca cohonestar con el mal.
De ahí el papel importante de los gobernantes, padres, maestros, sacerdotes: su ejemplo arrastra, hace que los pequeños imiten. Si yo transmito ira y violencia, el resultado será hijos irrespetuosos e irracionales.
Por ejemplo, es muy fácil protestar porque unos jóvenes hacen un desastre en un Liceo. Pero hay que ir más al fondo: ¿qué hacen sus padres?, ¿cómo educan a sus hijos? ¿Cómo se comporta la madre? ¿Qué ejemplo de autoridad o de orden ven esos jóvenes en el hogar? ¿Les aplauden cuando se copian una tarea? Los ejemplos negativos son quizá más estremecedores. Porque las conductas virtuosas, al ser normales, no llaman tanto la atención.
Me produce una gran admiración las personas que recogen la basura que se genera en las casas y comunidades: nos hacen a todos un servicio invalorable. La acumulación de basura hace insalubre los ambientes y es una fuente de muchas enfermedades. Esos servicios funcionan muy bien. Los trabajadores son esforzados y siempre con alegría: una bendición.
Sin embargo, también se ve en las calles menos transitadas cómo algunos desaprensivos tiran la basura, la riegan, ocasionando un ambiente desagradable con deterioro de la naturaleza. Un ambiente sano, bello, es grato y un derecho de nuestros niños, jóvenes y familias. Alguno de esos, sorprendidos “in fraganti”, debieran tener un castigo ejemplar porque ocasionan un perjuicio a todos. Y manchan la casa común que el mismo Dios nos ha dado para vivir con dignidad.
Recoger la basura y entregarla para que la recolecten forma parte de la educación de la familia, del Liceo y del hogar. Y es un granito de arena para alcanzar el bien común.
Fernando Castro Aguayo