El escudo de la armonía
Desde los inicios de la filosofía, la mitología griega ha sido el espejo en el que la humanidad se ha mirado, y en la que ha proyectado sus deseos. Esta es la razón por la cual los sabios de la antigua Grecia, creaban mitos: para aleccionar e inspirar
Desde los inicios de la filosofía, la mitología griega ha sido el espejo en el que la humanidad se ha mirado, y en la que ha proyectado sus deseos. Esta es la razón por la cual los sabios de la antigua Grecia, creaban mitos: para aleccionar e inspirar. Dédalo e Ícaro son dos figuras con reflexiones muy vigentes sobre la paternidad, el ansia de conocimiento y la aspiración ancestral del ser humano por volar. Pero mucho de lo que los griegos idearon para acompañar a los seres humanos en el viaje de la vida se ha relegado o extraviado.
Olvidamos con frecuencia que las leyes del alma son distintas, porque responden a lógicas íntimas; olvidamos que somos el juez último de la manera que elegimos vivir nuestra vida. Como consecuencia las menospreciamos, las ignoramos, preferimos transgredir o sobrepasar el límite, cruzar la frontera.
La armonía fue el escudo con el cual los antiguos griegos intentaron protegerse de la sensación de extravío generada por el vicio y la desmesura. La armonía debe llevarse siempre, porque significa acuerdo, relación, unión en la justa proporción, combinación.
La misma raíz sánscrita ar que se encuentra en armonía, arte, amistad, belleza de la virtud, arithmós, es decir, número, de donde deriva aritmética, no solo, en su significado primario, como matemáticas, sino, en el de saber ajustar las cuentas con las matemáticas humanas, sus números, las sumas y sustracciones que siempre nos impone.
Albert Camus en su texto titulado El verano (1996: 55), reflexiona sobre la naturalidad del saber vivir propio de la antigua Grecia.
Némesis, diosa de la mesura, vigila. Quienes traspasan el límite reciben su despiadado castigo.
Basta leer cualquier texto griego, tragedia o comedia, u observar la Acrópolis de Atenas para apreciar su majestuosidad y heroicidad. Los griegos no llevaron nada al extremo, respetaron los límites. Los griegos llamaban (Anánké) al extravío del heroísmo humano, es decir, a la no posibilidad de elegir -la necesidad de tener que obedecer a lo primero que se presente-.
El rey Minos, según la mitología, construyó el laberinto de Cnoso en la isla de Creta para encerrar en su interior al feroz Minotauro con cuerpo de hombre y cabeza de toro. Se trataba, como cuenta Virgilio en el libro VI de la Eneida, de un laberinto de estancias y galerías circulares, planeadas por el arquitecto Dédalo, que al concluir su proyecto se encontró prisionero en su propia obra junto a su hijo Ícaro. La alusión mitológica al palacio es símbolo de encrucijada, de desorden.
El laberinto de Creta es el símbolo de la prisión, que se aplica a cada situación o circunstancia de la vida, el mismo modelo de pensamiento, el mismo esquema de reflexión ya agotado. Su función es reflejar la muerte simbólica y la resurrección o restauración espiritual que el iniciado ha de obtener en vida, concediéndonos la posibilidad de elegir nuestro propio camino. En opinión de Diel, el laberinto simboliza el inconsciente, el error y el alejamiento de la fuente de la vida.
Platón se sintió fascinado por la concepción pitagórica de la unidad universal, del orden inmutable del cosmos y de la armonía que regula tanto el curso de los planetas como la escala musical.
La respuesta está solo dentro de nosotros. El hilo de Ariadna que todos llevamos dentro, nos guía hacia adelante, nunca hacia atrás, a la hora de comprender el porqué de nuestros pasos presentes: el arte de saber elegir, la llamada armonía griega se encuentra en la sinceridad que comporta esa toma de conciencia.
Mi nombre es Beatriz Pineda Sansone. Nací en la ciudad de Maracaibo, Venezuela. De niña era inquieta, llena de arrojo. Admiraba a nuestro Arturo Uslar Pietri, quien conducía el programa televisivo Valores Humanos. Su ejemplo ha sido mi norte. Gracias a mis hijas he realizado grandes aventuras a favor de los niños. Creé el Taller Literario Infantil Manzanita que devino en Fundación en 1985. Más tarde, con motivo del nacimiento de un nuevo diario en Maracaibo, fundé Azulejo, el periódico de los niños del diario La Verdad –primera etapa-. Extendí el Programa La Hora del Cuento a centros de arte, museos, universidades, colegios y McDonald’s Padilla de la ciudad con el fin de cultivar en los niños el amor por la lectura, y todas sus destrezas cognitivas, afectivas y psicomotoras.
Más tarde, en 1996, obtuve el título en Filología Hispánica con el premio Summa Cum Laude en la Universidad del Zulia. Cursé estudios de postgrado (2000-2003). Me convertí en articulista de los diarios venezolanos Economía Hoy, Panorama y El Universal.-
Soy autora de: Las Memorias del Maestro Ramiro (1979); Desde otro rayo (1992). Universidad del Zulia; Los ojos de la montaña (2011). Entrelíneas Editores, España; La Hora del Cuento. Enseñar a razonar a los niños a través de la lectura de cuentos (2015). Ediciones de la Torre, España; El Principito y los Ideales. Defensa de la libertad, del amor y del razonamiento (2017). Editorial Verbum, España; La Aventura nunca imaginada de un lápiz (2018). Fundación editorial el Perro y la Rana. Venezuela; Una niña de mi edad (2019). Editorial Tandaia, España. Malika, la más pequeña de la manada (2021). Europa ediciones. Roma.
En la actualidad desarrollo una intensa labor a favor de la lectura a través de las redes sociales: @beapinpaz.escritora, los chats Aventuras Literarias y Café Lectura.
América 2.1