Se nos fue
El Año de la Misericordia me llamó alarmada una amiga abogada: ¡El papa había despenalizado el aborto y qué se iba a hacer en Venezuela donde según las leyes seguía siendo un delito! La mandé a leer la noticia completa

Alicia Álamo Bartolomé:
Cuando el Cardenal Jorge Mario Bergoglio fue electo Sumo Pontífice, siendo el primer jesuita que llegaba a esta altura, nos sorprendió que no eligiera el nombre de Ignacio o Javier, sino el del “Pobrecito de Asis”. Se me encendió una lucecita: el nuevo Jefe de nuestra Iglesia venía por caminos de humildad, pobreza,preocupación por los marginados. En 12 años de pontificado, no desmintió esta intención, por el contrarió la intensificó tanto que hasta fue acusado de comunismo por muchos insensatos, fuera y dentro de la Iglesia. El comunismo no ama a los pobres, los explota; sus dioses son el trabajo y el mito de la igualdad de clases, por esto destruye la dignidad de la persona humana, al convertir al hombre en parte de una masa productiva de los bienes económicos, en beneficio de conservar el poder y goce de éstos de unos pocos: la elite de los dirigentes del partido.
El Papa Francisco fue objeto de calumnias por los titulares de la prensa amarillista. El Año de la Misericordia me llamó alarmada una amiga abogada: ¡El papa había despenalizado el aborto y qué se iba a hacer en Venezuela donde según las leyes seguía siendo un delito! La mandé a leer la noticia completa: Francisco había escogido a un grupo de sacerdotes y les dio el poder de perdonar a los excomulgados arrepentidos de haber participado en actividades de aborto. La excomunión sólo la puede levantar un obispo. El Papa buscaba con esta medida facilitar la misericordia.
¡El Papa Francisco aprueba los matrimonios homosexuales, bendijo a una pareja! Esto me hizo recordar mis años mozos en la universidad, cuando venían los jóvenes comunistas a argumentar con un punto de un manualito proselitista: el Papa Pío XII había bendecido las tropas italianas fascista que iban a invadir Abisinia. En primer lugar, el manualito estaba equivocado: no era Pío XII sino Pío XI. En segundo lugar, ¿se le puede negar la bendición a unos pobres soldados católicos que sólo cumplen órdenes superiores sin ser responsables de las mismas? Francisco no bendijo el pecado sino al pecador. ¿Puede la Iglesia cerrar las puertas al pecador? ¿No le corresponde más bien abrirle los brazos para que rectifique?
Hemos gozado de un gran Sumo Pontífice, sencillo, coherente, santo. Dios lo tenga en su gloria e interviniendo porque quien lo suceda sepa continuar las sendas de santidad que abrió.-