Eclipse del Amor
Beatriz Briceño Picón:
No hay palabra más deseada que amor. El mundo fue creado por amor, el ser humano debería venir al mundo por amor, la familia y la sociedad se construyen con amor. Amor y felicidad suelen hacer simbiosis pero, cuando hay eclipse de amor, la felicidad pierde el norte y se confunde con placer, satisfacción de la vanidad, bienes materiales, poder, triunfos humanos… La Patria y el trabajo no se comprenden sino desde el amor. Y así podríamos continuar hasta que veamos que es imposible encontrar la felicidad si no se sabe de Amor: si no se aprende a querer.
Los eclipses naturales los permite el Creador del universo, pero los humanos los construimos nosotros por ignorancia, por pasiones al servicio de ideologías o de modas ajenas a la dignidad de la persona. Actualmente hay quienes usando toda la seducción de placeres aparentes e ilusiones que ocultan la verdad, quieren crear un eclipse del verdadero Amor.
Para los que creemos en el espíritu y en la trascendencia de la historia, el amor es la fuerza que enrumba la marcha de la sociedad. El amor nos da unidad de vida, unidad familiar y social y es el aglutinante social capaz de impedir la crisis definitiva de la civilización.
La ideología de género es la pequeña luna que quiere ocultar el sol en nuestro siglo. Nunca será un eclipse total porque las ideologías pasan cuando los seres humanos abren los ojos del corazón y de la inteligencia. Pero ocurre que cuando las personas reciben la avalancha que aterra y paraliza ya los manipuladores han logrado reproducirse como la carcoma, y han penetrado en gente que ha perdido la sindéresis y busca la felicidad en materialismos incapaces de saciar una vida verdaderamente humana.
Antropología del amor puede ser otro nombre para hablar de esa herencia maravillosa de Juan Pablo II que es la Teología del cuerpo. Una luz potente ilumina el mundo en este siglo XXI. Ya muchos la han descubierto pero debe llegar hasta el último rincón del planeta. Algunos la han dejado pasar a su lado, sin verla. A otros les ha parecido lejana. Y muchos se han enamorado de ese gran regalo porque han visto que es una bomba contra cualquier eclipse artificial que quiera imponerse es este mundo donde la pornografía y otras perversiones atrapan a niños, jóvenes y mayores, dejándolos rotos para alcanzar la grandeza a la que hemos sido invitados.
A fin de mes tendremos en Roma el Congreso Mundial que cierra el Año de la Familia, será una ocasión para reunir las fuerzas de nuestros verdaderos amores. Amores que llevan a la felicidad, al placer que Dios quiso para nosotros y que nos da la fuerza para amar el mundo apasionadamente, como escribió el fundador del Opus Dei (Obra de Dios).
Solo el Amor trascendente, que da alas al hombre, es capaz de impedir la hecatombe en la que nos encontramos. Y me centro de nuevo en la ideología de género que, queramos o no, es actualmente el nuevo enemigo de la familia, de los hogares, de las personas y de la sociedad.
Por eso me atrevo a concluir estas poco hilvanadas ideas con la buena noticia de un libro, que acaba de publicarse en Venezuela, que podemos leer este mes del padre y de la familia, intitulado Dios y las artes del hogar cuyo autor es el español Pablo Prieto. Dará un vuelco en el ánimo de mucha gente que descubrirá que los políticos, los economistas y los empresarios podrán hacer muy poco si no se da un giro en la percepción de los trabajos que hacen hogar y familia. Y esto porque las personas son lo que sus hogares les dan y les enseñan y porque allí están las fuerzas del mejoramiento social, muy especialmente en lo que significa el trabajo, el servicio y la solidaridad.
Beatriz Briceño Picón
Periodista UCV/CNP
Fundación Mario Briceño Iragorry