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No deje que los histéricos lo distraigan

Robert Royal, editor en jefe de The Catholic Thing y presidente del Faith & Reason Institute en Washington:
Después de treinta años viviendo en Washington D.C., nada, casi nada, de lo que hacen los políticos me sorprende. Pero cuando el rey (perdón, presidente) de Francia y el primer ministro británico “expresan su preocupación” (impulsados ​​por sus despistados homólogos estadounidenses) por una decisión de la Corte Suprema sobre una ley de Mississippi que es menos restrictiva del aborto (15 semanas) que las leyes en sus propios países, las payasadas y mentiras políticas habituales ya no son tan divertidas.

Lo mismo puede decirse del teatro guerrillero en las ciudades más liberales de Estados Unidos (donde todavía reina el aborto a pedido), y en los medios de comunicación (donde los reportajes profesionales han dado paso a la defensa de la izquierda sobre todas las cosas, todo el tiempo), y toda la ciénaga de mentiras e intimidaciones que burlan el estado de derecho y las instituciones que posibilitan una libertad ordenada.

La histeria de los partidarios del aborto, para usar su propio vocabulario, ha sido “construida socialmente”. Casi todos los histéricos estarían menos angustiados públicamente si sus padres, madres, hermanos o amigos murieran horriblemente en un incendio.

Estoy en Bratislava, la capital de la República Eslovaca, esta semana para nuestro Seminario de Verano sobre la Sociedad Libre, un programa educativo para estudiantes universitarios y jóvenes profesionales estadounidenses y europeos, con participantes de lugares tan lejanos como Australia y Filipinas. Esta fue una creación del difunto Michael Novak, uno de los fundadores de The Catholic Thing y un destacado teórico social católico moderno.

Novak se dio cuenta de que no era suficiente, cuando finalmente cayó el comunismo. Para el año 2000, estaba claro que naciones como Polonia, Hungría, la República Checa y Eslovaquia también necesitaban una mejor comprensión de lo que significa una sociedad verdaderamente libre: una, dedicada a la libertad, no a la licencia, a la responsabilidad, no a la autocomplacencia, y a la verdad, no a la ideología.

Él creó el seminario; y nosotros, en el Instituto Fe y Razón, lo hemos administrado durante una década. (Es nuestro 20 aniversario, retrasado dos años por el Covid). Ha sido interesante en muchos sentidos; sobre todo, porque el programa ha tenido que pasar, de exponer las suposiciones falsas de los sistemas totalitarios, a explicar las amenazas a la libertad que ahora crecen dentro de las propias «sociedades libres» de Occidente.

El insensible desprecio por la vida humana en el útero, por ejemplo, en casi todo el mundo desarrollado es la evidencia más flagrante de cómo la libertad y la prosperidad nos han corrompido. Queremos lo que queremos. Y no vamos a permitir que la herencia moral occidental, bíblica y estadounidense nos diga que no.

Lamento tener que escribir eso. Creo, a pesar de todo, que hay mucho en nuestra civilización por lo que aún vale la pena luchar. Y la decisión de Dobbs ayuda: permite, ahora, el debate moral y los procedimientos democráticos reales sobre el tema moral más candente de la actualidad.

El hecho de que el adherirse a los límites constitucionales sobre el gobierno y una creciente preocupación por la vida humana en el útero se presenten como tiranía y violaciones de los «derechos de las mujeres» (Nota bene, la mitad de los bebés muertos son mujeres) atestigua cuán bajo hemos caído, de una comprensión de lo que es necesario para una sociedad libre y viable.

Ahora vamos a ver intensos debates -mal conducidos en su mayor parte- sobre el aborto y los intereses de esa extraña categoría de seres humanos llamados «mujeres», un término que los «woke» no definirán, aunque están seguros de que los “derechos de la mujer” son primordiales.

Elogio para el Vaticano, que no pasó por alto este momento, como era de esperar. La Academia Pontificia para la Vida, a pesar de los nombramientos papales recientes, no solo elogió a Dobbs, sino que declaró: “El hecho de que un país grande con una larga tradición democrática haya cambiado su posición sobre este tema también desafía al mundo entero”.

Sí, que Estados Unidos pudiera realmente cambiar de dirección sobre este muy asesino resultado de la revolución sexual, significa que la fe y la razón no han huido por completo del mundo desarrollado. Entonces, Amén, hermanos.

El Papa habló de manera más indirecta. En su discurso ante el Encuentro Mundial de las Familias en Roma esta semana, dijo: “No permitamos que la familia sea envenenada por las toxinas del egoísmo, el individualismo, la cultura actual de indiferencia y derroche, y como resultado pierda su propio ADN. , que es el espíritu de acogida y de servicio.” Que, en el lenguaje bizantino que la Santa Sede emplea a menudo, alude (al menos eso nos dicen)  a la decisión de Dobbs.

Ojalá el Papa y sus asesores, lamentablemente ignorantes como son sobre Estados Unidos, se dieran cuenta ahora de que nombrar a los obispos acomodaticios, que han preferido últimamente en Estados Unidos, no ayuda a avanzar en una acción pro-vida efectiva. Y no ayudará a que prevalezcan otros principios católicos.

En vez de eso, todavía recibimos generalidades de «Prenda sin costuras» de los portavoces del Vaticano, como Andrea Tornielli esta semana: «Ser para la vida, siempre, significa también defenderla contra la amenaza de las armas de fuego, que lamentablemente se han convertido en una causa principal de la muerte de niños y adolescentes en los EE.UU.”. Aparentemente, el “director editorial” del Vaticano no sabe que esas muertes ocurren en su mayoría entre pandillas del centro de la ciudad que se matan entre sí;  rara vez, por mera imprudencia con armas.

Y luego están las gotas católicas en publicaciones como America y el National Catholic Reporter, que parecen avergonzados de centrarse en acabar con el aborto sin promover también una larga lista de programas sociales. Sí, también queremos ayudar a las nuevas mamás; sí, también queremos apoyar a los niños pequeños, pero teniendo en cuenta la verdad, confirmada por las ciencias sociales, que las familias intactas hacen todas esas cosas mejor que los programas gubernamentales, que solo deberían ser el último recurso; no el primero. Entonces, ¿dónde está la preocupación por promover la familia y el matrimonio?

Y sí, sabemos, por supuesto, que los políticos conservadores y pro-vida a veces pueden ser tan tontos y fanfarrones morales como sus oponentes. Y que pueden tratar de explotar el momento presente para sus propios intereses egoístas.

Pero ahora en Estados Unidos, no vamos a matar a 1 millón de nuestros niños anualmente por mera distracción. Eso es lo principal. El resto lo debatiremos. Y nadie nos va a hacer perder eso de vista.

Y gracias sean dadas a Dios —y a todos los que trabajaron durante medio siglo— de que finalmente haya llegado este día.-

Robert Royal
LUNES, 27 DE JUNIO DE 2022
Tomado/traducido por Jorge Pardo Febres-Cordero, de:
Sobre el Autor
Robert Royal es editor en jefe de The Catholic Thing y presidente del Faith & Reason Institute en Washington, D.C. Sus libros más recientes son Columbus and the Crisis of the West [Colón y la Crisis de Occidente] y A Deeper Vision: The Catholic Intellectual Tradition in the Twentieth Century [Una Visión más Profunda: La Tradición Intelectual Católica del Siglo Veinte].

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