Las fotos de la OTAN: provocación, reto y símbolo
Horacio Biord Castillo:
Medios de comunicación han informado acerca de fotografías de lugares estratégicos de los principales países de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y del edificio que acoge a los jefes de Estado de dichos países en la reunión que a finales de junio de 2022 han sostenido en Madrid (https://www.elnacional.com/mundo/rusia-publico-imagenes-satelitales-de-la-sede-de-la-cumbre-de-la-otan/) publicadas por la Agencia Espacial Federal de Rusia (Roscosmos). Resulta impactante el hecho de que Rusia haya publicado esas fotografías no solo por coincidir con la reunión, sino en el contexto de la invasión rusa a Ucrania. De allí la gravedad del asunto, que debe convocar su ponderación más allá de las cada vez más amplias y efectivas posibilidades de la tecnología y, en gran parte, por ello mismo.
La OTAN constituye un centro estratégico del Hemisferio Occidental. Entre las razones invocadas por Rusia para invadir y someter a Ucrania sobresale la supuesta amenaza que representarían los acercamientos hacia dicha organización de ese país que formó parte de la extinta URSS y guarda estrechas relaciones con las tradiciones rusas. La publicación de las fotos constituye, ante todo, una provocación, pero a la vez una amenaza y el complemento o arabesco de un complejo símbolo.
Si fuera solo una provocación o fanfarronada quizá se espere reacciones del Hemisferio Occidental que reten el poderío y los ánimos rusos. Vistas las fotos como una amenaza, sería como decirles a los gobiernos de los países que forman parte de la OTAN que Rusia está no solo preparada sino dispuesta a atacar. Como parte de un símbolo complejo, las fotos pasan a significar el conocimiento del opuesto, del enemigo. El polo físico del símbolo no serían solo las fotografías mismas, sino el hecho de su divulgación en una ocasión señalada como la cumbre de la OTAN y mientras ocurre la invasión de Rusia a Ucrania, es decir, su contexto.
Complemento o arabesco de un símbolo complejo y quizá difícil de comprender, pero a la vez importante de interpretar, los significados asociados a la publicación de las fotografías constituyen un espectro que muestra las diferencias entre lo que pudiéramos llamar el mundo “occidental” y otros mundos o tradiciones civilizatorias. Esos otros, que no solo son lugares sino conjuntos de tradiciones, estilos y horizontes civilizatorios, implican a su vez crecientes posturas e intereses geopolíticos cada vez más visibles. Serían los casos de Rusia, de China, del mundo árabe, cuya unicidad no habría que dar por sentada, la India y el sudeste asiático. Es también el caso de Japón, pero este después de la II Guerra Mundial se consolidó como potencia sin una oposición excluyente y retadora al multiforme Occidente sino más bien en alianza, como lo evidencia su sostenida participación en el G7.
Precisamente, la expansión de esas potencias no solo no occidentales sino en gran medida antioccidentales evidencia, por otro lado, los retos del Hemisferio Occidental, apegado casi como a unas ruinas a la presunción de su inmarcesible herencia y esencia civilizatoria, cuya conformación y caracterización requiere sin embargo de muchos matices y precisiones. Esos retos afloran con claridad en la tensión generada para los centros (no solo con mayor potencia tecno-económica y bélica, sino también ideológica, en sentido amplio) del Hemisferio Occidental por la emergencia de otros centros, cuya característica primordial es no ser occidentales y, en parte por ello, ser antioccidentales en muchos aspectos. Tal emergencia genera una amenaza que pudiera entenderse como principal, pero más bien viene a ser secundaria. Lo que pudiéramos llamar la “tensión occidental” tendría una causa endógena, que a su vez constituiría la amenaza primera o inicial: la debilidad de eso que se invoca como principio unificador del mundo occidental, su pretendida unicidad y fortaleza civilizatoria. Si esta debilidad se origina en una crisis que no se puede dejar de calificar también como “civilizatoria”, tal presunción posibilita hacer lecturas más asertivas aunque no menos angustiantes del mundo contemporáneo y sus posverdades.
Las fotos divulgadas por la agencia rusa de los centros de poder occidentales son un símbolo de sus propias debilidades, producto de contradicciones, agotamiento civilizatorio y, en gran parte, políticas erróneas del pasado.-
Horacio Biord Castillo
Escritor, investigador y profesor universitario
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