El Papa: «No a un mundo dividido entre potencias en conflicto. Sí, a un mundo unido entre pueblos y civilizaciones que se respetan”
Advierte contra "no una paz basada en el equilibrio del armamento, sobre el miedo recíproco"
El Papa hizo un llamamiento a los líderes del mundo «para que reaccionen a la tendencia de acentuar la conflictividad y la contraposición»
Son necesarios «estadistas sabios, capaces de construir con el diálogo un mundo mejor para las nuevas generaciones» y «pasar de la estrategia del poder político, económico y militar a un proyecto de paz global»
si no hay disponibilidad para la fraternidad, la misión evangélica no avanza
Papa: “La misión evangelizadora no se basa en el activismo personal, es decir, en el «hacer», sino en el testimonio de amor fraterno”
La misón no sa basa en la eficacia, en las estructuras ni “en el activismo personal, es decir, en el ‘hacer’, sino en el testimonio de amor fraterno”, dice el Papa Francisco desde la cátedra de la ventana. Porque “si no hay disponibilidad para la fraternidad, la misión evangélica no avanza”. Por eso, Jesús manda a sus apóstoles de dos en dos, porque “los discípulos no son ‘francotiradores’, predicadores que no saben ceder la palabra a otro”, sino hermanos y portadores-anunciadores del Reino.
En los saludos, tras el ángelus, el Papa hizo un llamamiento a los líderes del mundo «para que reaccionen a la tendencia de acentuar la conflictividad y la contraposición». Porque el mundo «necesita paz, no una paz basada en el equilibrio del armamento, sobre el miedo recíprono, no. Esto no funciona. Esto es hacer retroceder la historia unos 70 años».
Y para conseguirlo, son necesarios «estadistas sabios, capaces de construir con el diálogo un mundo mejor para las nuevas generaciones» y «pasar de la estrategia del poder político, económico y militar a un proyecto de paz global».
Y Francisco concluyó su llamamiento con una proclama clara y tajante: «No a un mundo dividido entre potencias en conflicto. Sí, a un mundo unido entre pueblos y civilizaciones que se respetan”.
Las palabras del Papa en la oración del Ángelus
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En el Evangelio de la Liturgia de este domingo leemos que “el Señor designó a otros setenta y dos [discípulos] y los envió de dos en dos delante de él a todas las ciudades y lugares a los que iba a ir” (Lc 10,1). Los discípulos son enviados de dos en dos, no individualmente. Ir en misión de dos en dos, desde un punto de vista práctico, pareciera tener más desventajas que ventajas. Existe el riesgo de que los dos no se lleven bien, de que tengan un ritmo diferente, de que uno se canse o enferme por el camino, obligando al otro a detenerse también. En cambio, cuando uno está solo, parece que el viaje se hace más expedito y sin obstáculos. Sin embargo, Jesús no lo piensa así: no envía solitarios delante de él, sino discípulos que van de dos en dos. Preguntémonos: ¿cuál es la razón de esta elección del Señor?
La tarea de los discípulos es ir por delante a las aldeas y preparar a la gente para recibir a Jesús; y las instrucciones que Él les da no se refieren tanto a lo que deben decir, sino a cómo deben ser, al testimonio que han de dar más que a las palabras que han de decir. De hecho, los llama obreros: es decir, están llamados a trabajar, a evangelizar por medio de su comportamiento. Y la primera acción concreta con la que los discípulos llevan a cabo su misión es precisamente la de ir de dos en dos. No son ‘francotiradores’, predicadores que no saben ceder la palabra a otro. Es ante todo la vida misma de los discípulos la que anuncia el Evangelio: su saber estar juntos, su respeto mutuo, su no querer demostrar que son más capaces que el otro, su referencia unánime al único Maestro.
Se pueden hacer planes pastorales perfectos, poner en marcha proyectos bien elaborados, organizarse hasta el más mínimo detalle; se pueden convocar multitudes y disponer de muchos medios; pero si no hay disponibilidad para la fraternidad, la misión evangélica no avanza. Una vez, un misionero contó que se había ido a África junto con un hermano de comunidad. Sin embargo, al cabo de un tiempo se separó de él, quedándose en una aldea donde llevó a cabo con éxito una serie de actividades de construcción para el bien de la comunidad. Todo funcionaba. Pero un día tuvo un sobresalto: se dio cuenta de que su vida era la de un buen empresario, ¡siempre entre obras y papeleo! Entonces, dejó la gestión en manos de otros y volvió con su hermano. Así comprendió por qué el Señor había enviado a los discípulos «de dos en dos»: la misión evangelizadora no se basa en el activismo personal, es decir, en el «hacer», sino en el testimonio de amor fraterno, incluso a través de las dificultades que conlleva convivir con otro.
Así que podemos preguntarnos: ¿cómo llevamos la buena noticia del Evangelio a los demás? ¿Lo hacemos con espíritu y estilo fraterno, o a la manera del mundo, con protagonismo, competitividad y centralidad en la eficacia? Preguntémonos si tenemos la capacidad de colaborar, si sabemos tomar decisiones juntos, respetando sinceramente a los que nos rodean y teniendo en cuenta su punto de vista. En efecto, es sobre todo así como la vida del discípulo deja traslucir la del Maestro, anunciándolo verdaderamente a los demás.
Que la Virgen María, Madre de la Iglesia, nos enseñe a preparar el camino del Señor con el testimonio de la fraternidad.
Saludos tras el ángelus
Beatificaciones en Orán: Que el ejemplo de estos mártires nos ayude a testimoniar la buena noticia sin compromisos, dedicándonos generosamente al servicio de los más débiles. Un aplauso a los nuevos beatos.
Ucrania y la paz en el mundo
“Seguimos rezando por la paz en Ucrania y en el mundo entero. Hago un llamamiento a los jefes de las naciones y de las organizaciones internacionales para que reaccionen a la tendencia de acentuar la conflictividad y la contraposición.
El mundo necesita paz, no una paz basada en el equilibrio del armamento, sobre el miedo recíprono, no. Esto no funciona. Esto es hacer retroceder la historia unos 70 años.
La crisis de ucrania habría debido ser y, si se quiere, todavía puede ser un reto para estadistas sabios, capaces de construir con el diálogo un mundo mejor para las nuevas generaciones
Con la ayuda de Dios esto es siempre posible, pero hay que pasar de la estrategia del poder político, económico y militar a un proyecto de paz global. No a un mundo dividido entre poetencias en conflicto. Sí, a un mundo unido entre pueblos y civilizaciones que se respetan”.-