“El Rey está Desnudo” II
Elinor Montes:
Continúo con el planteo de la manipulación de la que somos víctimas en este proceso de transformación profunda de los valores que preservan la existencia de la sociedad, a través de una campaña masiva de la ideología de género, en la que los niños y adolescentes se han convertido en el blanco principal, por ser los más vulnerables.
Ante todo, destaco que la discriminación es reprochable y que cada quien tiene derecho al libre desenvolvimiento de su personalidad que incluye su preferencia sexual, y a expresarse en consecuencia.
La comunidad LGTB tiene derecho a amar y ser amados por su pareja como todos los demás, a lo que no tiene derecho es a querer imponerle este hecho particular, que forma parte de la vida privada de cada quien, a los demás, en especial a los niños y adolescentes, en un discurso sostenido y promovido como algo digno de orgullo que debe ser practicado por todos, porque esto atenta contra el derecho de la mayoría heterosexual al libre desenvolvimiento de su personalidad y a expresarse en consecuencia. Según la Real Academia Española orgullo significa: “Sentimiento de satisfacción, y a veces de superioridad, causado por la consideración de que lo que se es, se tiene o se hace es muy bueno”, entonces ser heterosexual ¿es muy malo? Esto no tiene sentido, de allí que, bajo esta reflexión, el respeto de todos por todos implica desligar el orgullo de la preferencia sexual.
En este orden de ideas el aspecto biológico de una persona forma parte esencial de su ser, y tiene mucho que decir, no desaparece por el cambio de aspecto físico, de hecho, en la medicina hay que hacer la diferenciación por sexo para diagnósticos y tratamientos, igualmente en el deporte para garantizar que la competencia sea equitativa, en consecuencia, no es justo que en la categoría femenina se acepte a un hombre porque se siente y se parece a una mujer, porque biológicamente sigue siendo hombre y esto constituye una violación al derecho a la igualdad de oportunidades de la mujer, lo mismo vale para el caso de la mujer que se siente y se parece a un hombre. La sexualidad viene determinada en el nacimiento, o se es niña o niño, salvo las contadas excepciones de niños que vienen con los dos sexos. El aspecto biológico permanece inmutable desde el nacimiento hasta la muerte, no depende de lo que uno piense o sienta, como pretenden inculcar con la ideología de género, según la cual se es hombre o mujer dependiendo de lo que la persona sienta. La verdad es una, es objetiva, no hay varias versiones, lo que sí tiene varias versiones es la verdad de cada quien, la cual es subjetiva. En el caso que nos ocupa la verdad es que el hombre que se siente y parece mujer no es mujer, y la mujer que se siente y parece hombre no es hombre, biológicamente siguen siendo hombre y mujer respectivamente, eso es objetivo, lo que sienten es subjetivo, luego lo subjetivo no puede privar sobre lo objetivo, en consecuencia, el sexo en los documentos de identificación tendría que seguir siendo masculino y femenino respectivamente. En cuanto al nombre pienso que debe establecerse el derecho de cambiarlo por uno que vaya con el sentir de estas personas, y aunque esto pareciera un contrasentido no lo es, al contrario, refleja la situación real, un hombre que se siente mujer y una mujer que se siente hombre, los primeros que tienen que aceptarse como tales son ellos mismos en su verdad.
Igual ocurre con la adopción, las parejas de dos hombres o dos mujeres no pueden procrear, entonces, ¿por qué fuerzan una familia vinculando a los niños que nada tienen que ver con esta relación que es de adultos? Los niños requieren del padre y de la madre, de hecho, las fallas en alguna de las dos figuras crean problemas psicológicos en los niños que hay que tratar a tiempo con ayuda profesional.
Estamos pasando de un extremo al otro y eso no es sano, ni bueno, “ni tan calvo ni con dos pelucas”, como dice el dicho popular. Ser LGTB no debe ser considerado delito ni motivo para discriminar y humillar a otro ser humano, pero tampoco se puede permitir la manipulación a través de la descalificación de quien no comparte la ideología de género y la imposición del “orgullo LGTB”, que atentan contra nuestros valores cristianos, y menos presionar a niños y adolescentes a tomar partido y a definirse en su sexualidad cuando aún no tienen criterio para determinar qué desean ser, respetemos el derecho de niños y adolescentes a disfrutar de su inocencia y a crecer sanos y felices, en un ambiente de fraternidad, en donde todos sean vistos como seres humanos dignos de respeto. Lo equilibrado sería que todos los que estamos en este mundo seamos educados para respetarnos en nuestras diferencias y aceptarnos tal como somos, pues como dijo Jesús, el que esté libre de pecado que lance la primera piedra.
En el siguiente artículo seguiré tratando otros tópicos de este tema.-
Elinor Montes M.