Los 90 de Monseñor Ovidio
Cardenal Baltazar Porras Cardozo:
Monseñor Ramón Ovidio Pérez Morales como un vigoroso roble y un buen vino añejo acaba de cumplir noventa años de vida, en plenitud de facultades y con ánimo juvenil sigue atento el devenir del país iluminándolo con su sabiduría sapiencial para regocijo de todos los que admiramos su aporte a la iglesia venezolana en la segunda mitad del siglo XX y en lo que va de este siglo XXI. Con su proverbial sencillez ha querido celebrar esta efemérides en compañía de sus amigos y con la comunidad del Seminario donde convive y comparte las actividades de cada día.
Oriundo de la población de Pregonero, en el estado Táchira (26-6-1932), desde joven bachiller se trasladó a la capital donde se inició en el periodismo, en actividades políticas a finales de la década de los cuarenta y comenzó estudios de derecho y filosofía en la UCV. Lo dejó todo para seguir la vocación sacerdotal siendo enviado por Mons. Rafael Arias Blanco a estudiar en Roma, en la Universidad Gregoriana donde se doctoró en Sagrada Teología en 1961. En la ciudad eterna recibió la ordenación sacerdotal (26-10-1958). Regresó a Venezuela en vísperas del inicio del Concilio Vaticano II y venía cargado con las nuevas ideas que cuajaron en las directrices del Concilio en los años siguientes. Desde su llegada fue una punta de lanza en la promoción de las reformas conciliares, lo que trasmitió a sus alumnos en las aulas del Seminario Interdiocesano.
Junto con Mons. Jacinto Soto, cercano colaborador del Cardenal José Humberto Quintero, fundó el Seminario San José de El Hatillo, el 6 de enero de 1963, para la atención a las vocaciones adultas como se decía entonces. A finales de 1970 fue nombrado Obispo Auxiliar de Caracas, recibiendo la ordenación episcopal el 19 de marzo de 1971 en la catedral metropolitana de manos del Cardenal Quintero. Con la renovación de la directiva de la Conferencia Episcopal Venezolana en 1972 fue elegido secretario general, siendo el primer secretario permanente, dándole forma moderna al órgano ejecutor de los obispos. A esa estructura inicial en la que estuvo durante ocho años se consolidaron servicios y programas para todo el país. La catequesis, la promoción laical, el diaconado permanente, la producción de materiales de apoyo, la revista Iglesia Venezuela, fueron frutos de su creatividad y del equipo sacerdotal, religioso y laical del que supo rodearse. Participó en la tercera conferencia general del episcopado latinoamericano en Puebla de los Ángeles en 1979.
Promovido a la sede episcopal de Coro (1991) a la renuncia del venerable Mons. Francisco José Iturriza, salesiano, quien estuvo al frente durante cuarenta años, reorganizó la diócesis, la formación y participación laical, junto con numerosas iniciativas exitosas, fueron ejemplo para el país, pues los materiales que acompañaron estos programas sirvieron de apoyo doctrinal y pastoral para seguir sus huellas. Fue elegido Presidente de la Conferencia Episcopal antes de ser trasladado a la sede arzobispal de Maracaibo donde continuó con su clara visión de las exigencias del episcopado del continente. Tuve la dicha de acompañarlo como vicepresidente de la CEV en el proyecto de convocatoria al Concilio Plenario. Tres años de ardua preparación, consultas a diversas instancias, condujeron a la aprobación definitiva por la Conferencia Episcopal. Desde el año 2000 hasta su culminación en el 2006 se realizaron sesiones cada año en los que el trabajo en común de obispos, sacerdotes, religiosos, laicos comprometidos y representantes de instancias de la sociedad, dieron el fruto en sendos documentos en los que la realidad en confrontación con el evangelio y bajo el marco de comunión y participación ha guiado a la iglesia que peregrina en Venezuela. La llamada de Aparecida, enriquecida por el magisterio del Papa Francisco nos hace iglesia en salida, con olor a oveja, en camino sinodal.
A sus noventa años, Mons. Ovidio sigue siendo un referente, con entusiasmo juvenil sigue activo, produciendo escritos y acompañando al laicado organizado y a otras instancias de frontera para iluminar, sacando como el paterfamilias de lo nuevo y de lo viejo. Ad multos annos querido obispo Pérez Morales.-
27-6-22