Iglesia Venezolana

La educación popular católica

En momentos en los que la educación vive en nuestra patria horas menguadas por el descuido oficial de favorecer una educación integral de calidad, con remuneración cónsona con el trabajo de los docentes y con la dotación de los equipos cada vez más necesarios para la formación científica y humanista es una responsabilidad que debemos compartir todos para que el futuro de las generaciones que vienen detrás avizore un futuro mejor

Cardenal Baltazar Porras Cardozo:

 

El Presidente Antonio Guzmán Blanco decretó en 1870 la educación obligatoria y gratuita en el país. Los centros educativos hasta entonces eran pocos y dispersos en la amplia geografía nacional. El decreto tuvo repercusión en la opinión general pero como siempre su implementación fue lenta y tardía. La iniciativa privada y luego las congregaciones religiosas fueron abriendo escuelas, colegios, maternales y jardines de infancia para superar el analfabetismo reinante en la mayor parte de la población.

 

La concepción positivista y estatista se reservó durante mucho tiempo el monopolio de la educación poniendo muchas trabas de diversa índole para la apertura de centros educativos. Los primeros colegios privados de manos de la Iglesia abrieron sus puertas en la tercera década del siglo XX. Años antes algunas congregaciones femeninas pusieron a disposición casas hogares para la formación de niñas en artes, oficios y primeras letras.

 

A partir de los años treinta y las décadas siguientes a los colegios masculinos y femeninos de las congregaciones religiosas, la educación popular y a muy bajos precios para los representantes estuvieron a cargo de emprendedores párrocos que instalaron en los alrededores de sus centros parroquiales, escuelas elementares, en casas que se acondicionaron para recibir a la niñez y adolescencia. Abrir los primeros años de educación primaria y poco a poco ampliarla hasta el sexto grado y con mayor esfuerzo los primeros años del bachillerato. Fue obra de titanes pues sin la ayuda gubernamental, con pensiones muy bajas fueron surgiendo numerosas escuelas parroquiales en Caracas, en las principales ciudades y en alguno que otro pueblo.

 

Con el crecimiento poblacional dando lugar a los barrios de las ciudades, surgió una nueva forma de educación popular con Fe y Alegría y los colegios de artes y oficios. De tal forma que la preocupación de la Iglesia por la educación se hizo presente de forma masiva superando los obstáculos que las leyes ponían para su funcionamiento.

 

En estas fechas se conmemoró los cuarenta años de la muerte de Mons. Pedro José Porras Cabrera, párroco durante medio siglo de la caraqueña parroquia de Santa Rosalía. A sus esfuerzos fundó en 1941 la escuela parroquial Santa Rosalía para la población de bajos recursos. Necesitamos hacer memoria de este esfuerzo y darle su lugar de honor a esta sencilla iniciativa de las escuelas parroquiales que formaron a lo largo de años a tanta juventud que superó con creces la falta de conocimientos, destrezas y valores humanos y espirituales, cambiando el rostro a la escuálida formación de nuestra juventud.

 

En momentos en los que la educación vive en nuestra patria horas menguadas por el descuido oficial de favorecer una educación integral de calidad, con remuneración cónsona con el trabajo de los docentes y con la dotación de los equipos cada vez más necesarios para la formación científica y humanista es una responsabilidad que debemos compartir todos para que el futuro de las generaciones que vienen detrás avizore un futuro mejor. Honramos en esta ocasión a hombres como Mons. Pedro Porras y a tantos otros, dejados en el olvido, pioneros de una cultura de mejoramiento que clama por un presente mejor.-

10-9-25

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