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El corazón: la palanca que impulsa el motor humano

Una habilidad social clave es la empatía, la comprensión de los sentimientos de los demás, lo que implica asumir su punto de vista y respetar las diferencias existentes en el modo en que las personas experimentan los sentimientos

Beatriz Pineda Sansone:

El poder de las emociones es extraordinario. Cuando los socio-biólogos buscan una explicación al relevante papel que la evolución ha atribuido a las emociones en el psiquismo humano, no dudan en destacar la preponderancia del corazón sobre la cabeza en los momentos cruciales. Son las emociones las que nos permiten afrontar situaciones muy difíciles -el riesgo, las pérdidas irreparables, la persistencia en el logro de un objetivo a pesar de las frustraciones, la relación de pareja, la creación de una familia, entre otras, como para ser resueltas exclusivamente con el intelecto. Cada emoción nos predispone de distinto modo a la acción; cada una de ellas nos señala una dirección que, en tiempos pasados, permitió resolver de forma adecuada los innumerables desafíos a que se ha visto sometida la existencia humana. En este sentido nuestro bagaje emocional tiene un extraordinario valor de supervivencia y esta importancia se ve confirmada por el hecho de que las emociones se han terminado integrando en el sistema nervioso en forma de tendencias innatas y automáticas de nuestro corazón. Todos sabemos por experiencia propia que nuestras decisiones y nuestras acciones dependen tanto de nuestros sentimientos como de nuestros pensamientos. El corazón es el centro, la palanca que impulsa el motor humano y el amor, expresó Einstein, es la fuente de energía más poderosa de todo el mundo porque no tiene límites.

Hemos sobrevalorado la importancia de los aspectos estrictamente racionales –de todo lo que mide el CI- para la existencia humana, pero, para bien o para mal, en los momentos que nos vemos arrastrados por las emociones, nuestra inteligencia se ve claramente excedida. Como ya explicaba Freud en El malestar de la cultura, la sociedad se ha visto obligada a imponer normas externas con el objeto de contener la desbordante marea de los excesos emocionales que brotan del interior del individuo. Encontramos así las primeras leyes y códigos éticos: el código de Hammurabi, los diez mandamientos del Antiguo Testamento o los Edictos del emperador Ashoka.

Todas las emociones son, en esencia, impulsos que nos llevan a actuar, programas de reacción automática con los que nos ha dotado la evolución. La misma raíz etimológica de la palabra emoción proviene del verbo latino movere, que significa moverse, más el prefijo “e”, expresando algo así como movimiento hacia y sugiriendo que en toda emoción hay implícita una tendencia a la acción. Si observamos a los niños o a los animales nos daremos cuenta de que las emociones conducen a la acción; solo en el mundo “civilizado” de los adultos encontramos la extraña anomalía del reino animal en la que las emociones –los impulsos básicos que nos incitan a actuar- parecen divorciados de las reacciones.

Cada emoción tiene una impronta biológica distinta que evidencia el papel único que cada una de ellas desempeña en nuestro repertorio emocional. La aparición de nuevos métodos para profundizar en el estudio del cuerpo y del cerebro confirman la forma en que cada emoción induce al cuerpo a un tipo diferente de respuesta.

Según Daniel Goleman, el término emoción se refiere a un sentimiento y a los pensamientos, los estados biológicos, los estados psicológicos y el tipo de tendencia a la acción que los caracteriza. Algunas emociones propuestas por los investigadores para ese lugar primordial, así como algunos de los miembros de sus respectivas familias son: tristeza –aflicción, pena, desconsuelo, pesimismo, melancolía, autocompasión, soledad, desaliento-. Miedo: -ansiedad, aprensión, temor, preocupación, inquietud, nerviosismo, angustia, susto, terror-. Alegría: -felicidad, gozo, tranquilidad, contento, beatitud-. Amor: -aceptación, cordialidad, confianza, amabilidad, afinidad, devoción, enamoramiento-. Sorpresa: sobresalto, asombro, desconcierto, admiración-. Aversión: desprecio, desdén, asco, disgusto y repugnancia-. Vergüenza: culpa, perplejidad, desazón, remordimiento, humillación, pesar-.

Una habilidad social clave es la empatía, la comprensión de los sentimientos de los demás, lo que implica asumir su punto de vista y respetar las diferencias existentes en el modo en que las personas experimentan los sentimientos. Debemos aprender a escuchar y a preguntar; aprender a ser afirmativos (en lugar de enojados o pasivos) y adiestrarnos en el arte de la cooperación, la resolución de conflictos y la negociación de compromisos. Los sentimientos constituyen el imperio en el que más evidente se hace nuestra humanidad. El hombre de hojalata de El mago de Oz, carece de corazón. Esto quiere decir que mientras no sienta, no podrá acceder a un aspecto fundamental de la humanidad. La fría visión cognitiva adolece de los valores supremos del corazón humano, la fe, la esperanza, la devoción y el amor.

Solo se ve bien con el corazón, expresó Antoine de Saint-Exupéry en su aclamada obra El Principito para expresar el extraordinario poder de las emociones.

 

Mi nombre es Beatriz Pineda Sansone. Nací en la ciudad de Maracaibo, Venezuela. De niña era inquieta, llena de arrojo. Admiraba a nuestro Arturo Uslar Pietri, quien conducía el programa televisivo Valores Humanos. Su ejemplo ha sido mi norte. Gracias a mis hijas he realizado grandes aventuras a favor de los niños. Creé el Taller Literario Infantil Manzanita que devino en Fundación en 1985. Más tarde, con motivo del nacimiento de un nuevo diario en Maracaibo, fundé Azulejo, el periódico de los niños del diario La Verdad –primera etapa-. Extendí el Programa La Hora del Cuento a centros de arte, museos, universidades, colegios y McDonald’s Padilla de la ciudad con el fin de cultivar en los niños el amor por la lectura, y todas sus destrezas cognitivas, afectivas y psicomotoras.

Más tarde, en 1996, obtuve el título en Filología Hispánica con el premio Summa Cum Laude en la Universidad del Zulia. Cursé estudios de postgrado (2000-2003). Me convertí en articulista de los diarios venezolanos Economía Hoy, Panorama y El Universal.

Soy autora de: Las Memorias del Maestro Ramiro (1979); Desde otro rayo (1992). Universidad del Zulia; Los ojos de la montaña (2011). Entrelíneas Editores, España; La Hora del Cuento. Enseñar a razonar a los niños a través de la lectura de cuentos (2015). Ediciones de la Torre, España; El Principito y los Ideales. Defensa de la libertad, del amor y del razonamiento (2017). Editorial Verbum, España; La Aventura nunca imaginada de un lápiz (2018). Fundación editorial el Perro y la Rana. Venezuela; Una niña de mi edad (2019). Editorial Tandaia, España. Malika, la más pequeña de la manada (2021). Europa ediciones. Roma.

En la actualidad desarrollo una intensa labor a favor de la lectura a través de las redes sociales: @beapinpaz.escritora, los chats Aventuras Literarias y Café Lectura. 

América 2.1

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