El Papa, en el ángelus: «No olvidemos que la paz es posible, cuando callan las armas y comienza el diálogo»
"Seguimos rezando por el martirizado pueblo ucraniano y por la paz en todas las tierras ensangrentadas por la guerra"
«Los discípulos de Jesús, es decir, nosotros, a veces estamos dormidos, o somos ingenuos, no sabemos tomar la iniciativa para buscar salidas en las dificultades»
«En los momentos de crisis personal, social, pero también eclesial: a veces nos dejamos vencer por el desánimo, o caemos en la queja y en el victimismo»
«No uséis los bienes de este mundo solo para vosotros mismos y para vuestro egoísmo, sino utilizadlos para generar amistades, para crear relaciones buenas, para actuar en la caridad, para promover la fraternidad»
En su catequesis antes del ángelus, el Papa Francisco explica la complicada parábola del administrador infiel. Y extrae algunas lecciones de ella. La primera que los discípulos de Jesús también tenemos que ser astutos, porque “a veces estamos dormidos, o somos ingenuos, no sabemos tomar la iniciativa para buscar salidas en las dificultades”. Y la segunda, que los discípulos de Jesús tenemos que utilizar los bienes no egoístamente, sino “para generar amistades, para crear relaciones buenas, para actuar en la caridad, para promover la fraternidad”. De ahí que Francisco nos invite, en los momentos de crisis personal, social o eclesial, a no dejarnos “vencer pòr el desánimo ni caer en el queja y en el victimismo”.
Tras la bendición, el Papa recordó su reciente viaje a Kazajistán (del que hablará el próximo miércoles) y tuve especialmente presente, como siempre, “a la martirizada Ucrania” y a los enfrentamientos entre Azerbayán y Armenia. Y sentenció: “No olvidemos que la paz es posible, cuando callan las armas y comienza el diálogo”.
Por último, tuvo un recuerdo especial por la población italiana de Las Marcas, golpeada por violentas inundaciones y le ofreció su cercanía personal y sus oraciones.
Las palabras del Papa en la oración del Ángelus
¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!
La parábola que el Evangelio de la Liturgia de hoy nos presenta (cfr Lc 16,1-13), parece un poco difícil de comprender. Jesús cuenta una historia de corrupción: un administrador deshonesto, que roba y después, cuando es descubierto por su amo, actúa con astucia para salir de esa situación. Nos preguntamos: ¿en qué consiste esta astucia y qué quiere decirnos Jesús?
En la historia vemos que este administrador termina en problemas porque se ha aprovechado de los bienes de su amo; ahora tendrá que rendir cuentas y perderá su trabajo. Pero él no se da por vencido, no se resigna a su destino y no se hace la víctima; al contrario, actúa en seguida con astucia, busca una solución, es ingenioso. Jesús se inspira en esta historia para lanzarnos una primera provocación: «Los hijos de este mundo -dice- son más astutos con los de su generación que los hijos de la luz» (v. 8).
Sucede que, quien se mueve en las tinieblas, según ciertos criterios mundanos, sabe salir adelante incluso en medio de los problemas, sabe ser más astuto que los otros; sin embargo, los discípulos de Jesús, es decir, nosotros, a veces estamos dormidos, o somos ingenuos, no sabemos tomar la iniciativa para buscar salidas en las dificultades (cfr Evangelii gaudium, 24). Pienso en los momentos de crisis personal, social, pero también eclesial: a veces nos dejamos vencer por el desánimo, o caemos en la queja y en el victimismo. Sin embargo -dice Jesús- se podría también ser astutos según el Evangelio, ser despiertos y atentos para discernir la realidad, ser creativos para buscar soluciones buenas, para nosotros y para los otros.
Pero también hay otra enseñanza que Jesús nos ofrece. De hecho, ¿en qué consiste la astucia del administrador? Él decide hacer un descuento a los que están en deuda, y así se hace amigo de ellos, esperando que puedan ayudarle cuando el amo le eche. Antes acumulaba las riquezas para sí mismo, ahora las usa para hacerse amigos que puedan ayudarle en el futuro. Y Jesús, entonces, nos ofrece una enseñanza sobre el uso de los bienes: «Haceos amigos con el Dinero injusto, para que, cuando llegue a faltar, os reciban en las eternas moradas» (v. 9). Para heredar la vida eterna no es necesario acumular los bienes de este mundo, lo que cuenta es la caridad que habremos vivido en nuestras relaciones fraternas. Esta es la invitación de Jesús: no uséis los bienes de este mundo solo para vosotros mismos y para vuestro egoísmo, sino utilizadlos para generar amistades, para crear relaciones buenas, para actuar en la caridad, para promover la fraternidad y ejercer el cuidado hacia los más débiles.
Hermanos y hermanas, también en el mundo de hoy hay historias de corrupción como la que el Evangelio nos cuenta; conductas deshonestas, políticas injustas, egoísmos que dominan las elecciones de los individuos y de las instituciones, y tantas otras situaciones oscuras. Pero a los cristianos no se nos permite desanimarnos o, peor aún, dejarlo pasar, permanecer indiferentes. Al contrario, estamos llamados a ser creativos en el hacer el bien, con la prudencia y la astucia del Evangelio, usando los bienes de este mundo -no solo los materiales, sino todos los dones que hemos recibido del Señor- no para enriquecernos a nosotros mismos, sino para generar amor fraterno y amistad social.
Rezamos a María Santísima, que nos ayude a ser como ella, pobres en espíritu y ricos de caridad recíproca.
Saludos tras el ángelus
«Doy gracias a Dios por el viaje que he podido realizar a Kazajistán…Les propongo que hablemos de ello el próximo miércoles en la audiencia.
Dolido por los recientes combates entre Azerbayán y Armenia. Expreso mi cercanía especial a las familias de las víctimas y exhorto a las partes a respetar el alto al fuego, para alcanzar un acuerdo de paz.
No olvidemos que la paz es posible, cuando callan las armas y comienza el diálogo
Seguimos rezando por el martirizado pueblo ucraniano y por la paz en todas las tierras ensangrentadas por la guerra.
Mi oración por la población de Las Marcas, golpeada por una violenta inundación. Rezo por los difuntos y por sus familiares, por los heridos y por todos los que han sufrido graves daños. Que el Señor les de fuerzas a aquella comunidad».-