¿Sabías que el Padre Pío hablaba idiomas que no sabía?
Diversos testimonios históricos muestran que el querido Padre Pío de Pietrelcina, cuya fiesta se celebra el próximo viernes 23 de septiembre, tenía el don de la xenoglosia
Diversos testimonios históricos muestran que el querido Padre Pío de Pietrelcina, cuya fiesta se celebra el próximo viernes 23 de septiembre, tenía el don de la xenoglosia, es decir que podía hablar y escribir idiomas que no sabía.
El sitio web PadrePio.it recuerda lo dicho por el director espiritual del santo sacerdote, el P. Agostino da San Marco in Lamis, que en 1912 señaló que el Santo de los estigmas “no sabe ni griego ni francés”.
En febrero de ese año y tras recibir cartas en el segundo idioma, el sacerdote le preguntó al Padre Pío: “¿Quién te ha enseñado francés?”, a lo que el santo respondió: “a su pregunta sobre el francés respondo con Jeremías… nescio loqui” (Ay, no lo sé hablar).
En su Diario, el P. Agostino explicó también que en 1911 el Padre Pío escribió una respuesta a una postal en perfecto francés y sin errores ortográficos.
En el libro “Dichos y anécdotas del Padre Pío”, el P. Constantino Capobianco escribió que el hermano de Angela Serritelli que vivía en Estados Unidos llevó a su hija a San Giovanni Rotondo para que recibiera la comunión de manos del santo sacerdote.
La chica no hablaba italiano y el Padre Pío no hablaba inglés, por lo que hizo que la acompañara una mujer de nombre María Pyle.
“Padre, he acompañado a la nieta de Angelina para que se confiese”, dijo la mujer. “Está bien”, dijo el Padre Pío, a lo que la mujer respondió: “Padre, estoy aquí para ayudarla porque la muchacha no entiende italiano”, a lo que el santo contestó: “María, te puedes ir porque estas son cosas que las vemos ella y yo”.
En su Diario, el P. Agostino recuerda que el 21 de enero de 1945 le contaron que “en 1940 o 1941 vino con el Padre Pío un sacerdote suizo que habló en italiano con el Padre».
«Antes de irse, el sacerdote le encomendó a una enferma y el Padre respondió en alemán: ‘ich werde sie an die gottliche Barmherzigkeit’ (la encomiendo a la Divina Misericordia). El sacerdote se quedó maravillado del hecho y lo contó a la persona que lo hospedaba”.
Fuente: ACI Prensa