El Museo de los Niños de Caracas el aula más grande
El Museo de los Niños de Caracas cumplió 40 años. Cuando fue inaugurado, el 5 de agosto de 1982, era el único en su tipo en América Latina: un museo educativo-recreativo en el que los niños y niñas podían interactuar con las exhibiciones, un espacio seguro para descubrir el porqué y el para qué de las cosas.
El Museo de los Niños de Caracas cumplió 40 años. Cuando fue inaugurado, el 5 de agosto de 1982, era el único en su tipo en América Latina: un museo educativo-recreativo en el que los niños y niñas podían interactuar con las exhibiciones, un espacio seguro para descubrir el porqué y el para qué de las cosas.
Las salas cerraron sus puertas al público cuando comenzó la pandemia. El museo es una fundación privada sin fines de lucro, y sin ventas de taquilla se detuvo el flujo de recursos para el mantenimiento de las exhibiciones. La tarea ya era difícil debido a la falta de apoyo económico. El lugar tiene un área de 9000 metros cuadrados y más de 500 exposiciones, y siempre es necesario sustituir y actualizar los equipos tecnológicos en sus espacios. La directiva se propuso reabrir el museo antes de finalizar este año, e inició una campaña para financiar las mejoras estructurales.
Darwin Sánchez tenía 17 años cuando comenzó a trabajar como Amigo Guía del Museo de los Niños. Dos décadas después es jefe de la Unidad de Educación de la institución y vocero del proyecto de renovación. Explica a Prodavinci el alcance y los retos de esta iniciativa, repasando la historia y la misión del museo, y agrega algunos logros del plan ideado para recuperar las instalaciones.
Jóvenes pintan parte de las áreas expositivas del Museo de los Niños. Los personajes se basan en Museíto, ilustración de un niño que forma parte del logo diseñado por el artista plástico Jorge Blanco. Estas fotos de autor desconocido pertenecen al Archivo Fotografía Urbana, y se cree que fueron tomadas en los años 80. Entre 1969 y 1974, Alicia Pietri de Caldera, quien era la Primera Dama de la República y presidenta de la Fundación Festival del Niño, tuvo la idea de crear este museo para “aprender jugando”. Al inicio fue difícil convencer a los posibles colaboradores de su proyecto, porque imaginaban un museo tradicional y contemplativo. Finalmente, el 5 de marzo de 1974, se firmó el Acta Constitutiva de la Fundación Privada Museo de los Niños.
En 1979, el entonces presidente Luis Herrera Campins ofreció un edificio en el Complejo Parque Central para establecer el Museo de los Niños. Una vez que el espacio quedó en manos de la Fundación, remodelaron su exterior para transformarlo en una gran caja de figuras geométricas azules, rojas, amarillas, negras y blancas. Los espacios internos se adaptaron utilizando el recurso de la cámara oscura. Las paredes, pintadas en negro, sugerían la desaparición de los muros y la idea de un lugar vasto y sin límites, en el que además resaltaba cada exhibición por sí sola.
El Museo de los Niños se creó con el objetivo de ser una institución de ciencia y tecnología de vanguardia. Las áreas de Ecología, Física, Comunicación y Biología ‒de la que se aprecia un sector en la fotografía‒, fueron las primeras en abrir. En las secciones se distribuyeron aproximadamente 300 exhibiciones participativas para niños entre 6 y 14 años. Para su diseño, quienes participaron en el proyecto visitaron instituciones similares en países fuera de América Latina, donde estos espacios ya eran reconocidos, y analizaron encuestas sobre los intereses de las niñas y los niños venezolanos para comprender sus características y los conocimientos que debían reforzarse.
No es un lugar convencional. Está dedicado al aprendizaje, pero no es un centro educativo. Es un museo, pero no es contemplativo. Tenemos juegos que solo podrás encontrar aquí y que están validados pedagógicamente. También somos un centro de ciencias y, por lo tanto, tenemos un reto mayor que cualquier otro espacio: debemos adaptarnos a los cambios”. Darwin Sánchez.
“La conquista del espacio” se inauguró el 12 de octubre de 1993. El ambicioso proyecto ocupó un nuevo edificio de tres pisos, y presentó a los visitantes exhibiciones sobre la exploración espacial, la astronomía y la astronáutica. Niños y niñas podían subirse al simulador de un transbordador ‒el cual se aprecia en la foto‒ y usar un control de mando del satélite artificial británico ARIEL-6. También podían ver una réplica de la cápsula del Apolo. El nuevo edificio aumentó la capacidad de visitantes y amplió las dependencias administrativas del museo.
En “La conquista del espacio” se diseñó una atracción inmersiva llamada “La aventura en la Luna”, en la que los niños pueden vestirse con trajes espaciales para abordar una réplica del Apolo. Luego, tienen la oportunidad de emular la caminata en el satélite como lo hicieron Niel Amstrong y Edwin Aldrin. Por otro lado, se muestran los satélites artificiales que giran alrededor de la Tierra y cuáles son sus funciones, y se explica cómo se impulsa un cohete.
Durante los primeros cinco años de la década de los 2000 se vendían entre 70.000 y 200.000 entradas en taquilla anualmente. El museo se reafirmó como una alternativa no formal para el aprendizaje, porque sus exhibiciones reforzaban y complementaban el contenido que los niños y los adolescentes recibían en las aulas venezolanas. Todavía hoy los docentes lo perciben como una herramienta para transmitir conocimientos en diferentes áreas, mientras que los padres confían en que aquí sus hijos pueden acercarse a temas que en casa son difíciles de explicar, como las teorías y los experimentos relacionados a la electricidad que se ven en la fotografía.
El museo es una fundación sin fines de lucro que se financia solo por los ingresos de taquilla. Al no recibir ningún tipo de subsidio o contribución es difícil mantener la estructura. Antes de la pandemia quizá no teníamos las condiciones más óptimas, pero estábamos operativos. Si una institución de nuestra naturaleza tiene el 5% de los espacios expositivos inoperativos se ve como algo bueno. Nosotros estábamos dentro de ese rango. Vamos con pie de plomo”. Darwin Sánchez.
Cada exhibición contaba con uno o varios Amigos Guías. Bachilleres y jóvenes universitarios podían postularse para ser parte del proceso de formación que los preparaba para acompañar a niños y niñas a vivir las experiencias del museo. Su misión es explicar las exhibiciones complejas y el uso de los elementos y materiales con los cuales los visitantes interactúan. En el entrenamiento aprendían a expresarse en público, manejar grupos y trabajar en equipo. El museo se enorgullece de sus testimonios, pues quienes han sido Amigos Guías afirman que la experiencia les ha ayudado en su crecimiento personal y profesional.
Darwin Sánchez, jefe de la Unidad de Educación del museo, cuenta que la experiencia como Amigo Guía fue determinante para reafirmar su vocación docente. Estando en el primer semestre de Educación, atendía la exhibición de Reciclaje en el área de Ecología. En una ocasión, ayudó a un grupo de niños y niñas con discapacidades intelectuales. Ese día hicieron marcalibros con materiales de desecho. Esperaba, como lo indicaba su experiencia y su entrenamiento, que quisieran llevarse sus creaciones al terminar. “Para mi sorpresa, uno de los niños me dijo: ‘¡Yo te regalo el mío!’, y después me abrazó. Conservo de manera muy especial ese momento”.
En estas fotografías de autor desconocido del Archivo Fotografía Urbana se ve a un par de Amigos Guías interactuando con los visitantes. A juzgar por sus uniformes, son fotos de la década de los 90 o inicios de los 2000. Actualmente, el museo prepara nuevos Amigos Guías para el momento de abrir las instalaciones. Para Darwin Sánchez es como comenzar desde cero. Se estableció una alianza con un colegio amigo, en el que se contactaron profesores de diferentes áreas. Luego, se seleccionaron a estudiantes de quinto año, que ahora se encuentran en entrenamiento teórico. Pronto iniciarán las prácticas.
El Museo de los Niños de Caracas es un gran aula. No debe seguir cerrada. Como ciudadano hay que entender el rol que cumple el museo para la sociedad. Somos una institución educativa-recreativa, no al revés. Existe algo que se llama aprendizaje significativo, y eso se logra, según las teorías del aprendizaje, explorando y aproximándose a las diferentes realidades. Es lo que ofrecemos aquí”. Darwin Sánchez.
Como se ve en la fotografía, las exhibiciones cuentan con dispositivos eléctricos, luces, y botones. Hay otras que dependen de un software específico. Parte de la vida de cada sala depende del funcionamiento de los componentes tecnológicos y mecánicos de las exhibiciones. Mireya Caldera Pietri, directora del museo, dijo el año pasado en una entrevista radial que el mantenimiento o sustitución de estos elementos son retos mayúsculos para la institución. “Tuvimos toda la vida un subsidio del Estado, porque veía (al museo) como una herramienta educativa, pero hace 20 años que desapareció. (…) Solo un bombillo del planetario puede costar 6.000 dólares”.
No es la primera vez que el museo requiere cambios. Se adecúa a los requerimientos de cada época y a la curiosidad de los niños. Durante los inicios de la década del 2000, se hicieron algunos ajustes en el área de Comunicación, la cual se muestra en la foto, para adaptarse a la tecnología de aquel tiempo. Se agregaron la TV digital, la realidad aumentada y la nanotecnología. El sector de telecomunicaciones se transformó en las T.I.C. En 2002 también se inauguró la exposición “La emoción de vivir sin drogas”, y en 2004 se abrió un área exclusiva para niños menores de seis años: “Una gran caja de colores”.
Cuando el museo cerró debido a la pandemia, la institución se apoyó en Curiosikid, la plataforma web con más de 400 experimentos para hacer en casa. Creó grupos de WhatsApp para leer cuentos y comunidades de Telegram para tratar temas científicos. Para su regreso presencial, iniciaron una campaña de recaudación de fondos. El dinero será usado para mejorar la infraestructura interna y externa, lo que incluye tareas de iluminación, reparación de ascensores e incluso jardinería, y para modernizar algunas atracciones. La institución también recibe aportes de equipos y materiales en su sede, al final de la avenida Bolívar de Caracas. Darwin Sánchez cuenta que han llegado donativos de todo tipo: desde libretas artesanales hasta material para la limpieza.
Dirección general: Ángel Alayón y Oscar Marcano
Jefatura de diseño: John Fuentes
Fotografías: Fundación Museo de los Niños y Archivo Fotografía Urbana.
Texto: Indira Rojas Edición: Ángel Alayón y Oscar Marcano
Montaje: Franklin Durán
Redes sociales: Salvador Benasayag Caracas, 2022
En el botón de la página web www.maravillosarealidad.com
Para hacer aportes financieros a través de ALSI Fundation
1. Pago móvil Banco mercantil – 04242995375 – Rif J-00129109-1
2. Pago móvil Banco mercantil – 04242995375 – Rif J-00129109-1
3. Aportes de equipos y materiales en las instalaciones: Final Av. Bolivar Edif. Museo de los Niños
Dirección general: Ángel Alayón y Oscar Marcano
Jefatura de diseño: John Fuentes
Fotografías: Fundación Museo de los Niños, fotos extraídas de la publicación Museo de los Niños. 1982-2012; y Archivo Fotografía Urbana.
Texto: Indira Rojas
Edición: Ángel Alayón y Oscar Marcano
Montaje: Franklin DuránRedes sociales: Salvador Benasayag
Indira Rojas/ Prodavinci