Al cristianismo le fue bien en China dos siglos pero en el 845 desapareció de golpe; ¿qué pasó?
"El cristianismo que había florecido en la dinastía Tang durante 200 años desapareció de la noche a la mañana"
En el año 635 llegó el primer misionero cristiano a la capital china, que entonces era la ciudad de Chang’an. Era un monje siríaco llamado Alopen, con algunos compañeros, llegados de Persia a través de la Ruta de la Seda. El emperador Taizong, el segundo de la dinastía Tang, consideró razonables sus enseñanzas y permitió que se predicaran y que se construyeran templos.
Monjes misioneros, cristianos nestorianos, quizá de etnia persa, o quizá de lenguas turcoides, llegaron a China de la Persia que entonces ya estaba dominada por el Islam omeya. Durante 200 años pudieron predicar y evangelizar en China.
Pero en el año 845 el emperador Wuzong ordenó la expulsión del budismo y otras religiones «extranjeras» y entre ellas prohibió el cristianismo.
«El cristianismo que había florecido en la dinastía Tang durante 200 años desapareció de la noche a la mañana», escribe el historiador protestante T.N. Ho, residente en California, autor de The Gap in History: Footprints of Christian Mission Along the Silk Road [Hueco en la Historia: las huellas de la misión cristiana en la Ruta de la Seda].
«Como historiador eclesial, no puedo dejar de preguntármelo: ¿cómo es que el nestorianismo, que estuvo en China 210 años, desapareció tan rápido? ¿Cómo es que el budismo sí consiguió volver más adelante y prosperar en China?»
Ho plantea el tema en un artículo publicado en Christianity Today porque cree que los cristianos de hoy pueden aprender de esta historia.
Su tesis es que el cristianismo nestoriano chino sufrió 3 grandes debilidades o errores:
1) se desconectó demasiado del cristianismo del resto del mundo;
2) se sinizó demasiado en costumbres, lenguaje y estilo, imitando demasiado del budismo;
3) se centró demasiado en las élites (siempre dispuestas a agradar al poder reinante) y no lo suficiente en las clases populares y humildes.
Entendiendo dos siglos de cristianismo chino antiguo
Querríamos tener muchos más datos de 200 años de cristianismo bajo la dinastía Tang, dos siglos que los mismos historiadores chinos olvidaron poco después. Pero sabemos unas cuantas cosas.
Una fuente importantísima es la Estela de Xi’an o de Siganfu, que el mismo Juan Pablo II menciona en su Carta a los Católicos de China de 1999. Se trata de una gran estela de piedra levantada en el patio de una iglesia nestoriana en el año 781.
El texto lo escribe un militar llamado Lü Xiuyan, lo graba un misionero persa llamado Adán y lo encarga otro misionero llamado Yazdhozid. Tiene 1.780 caracteres chinos y cientos de letras siríacas. Es una piedra escrita esencial para la historia, casi tanto como lo pueda ser la Piedra Rosetta, que da mucha información.
«Así, nuestro Mesías, enviado por el Dios Trino, el Glorioso y Brillante, escondió su gloria y vino a este mundo, humillándose como un hombre. Dios envió un ángel para anunciar las buenas noticias de una virgen dando a luz al Hijo en el Imperio Romano. Estableció una nueva religión del Dios Trino, guiado por el Espíritu Santo, para que el hombre pueda salvarse por fe», se lee en la estela.
También explica la llegada de Alopén 150 años antes, y que el emperador consideró razonables sus enseñanzas (quizá ambos hablaron en persona en lengua turca, pues la madre y esposa del emperador eran de una etnia turcohablante) y permitió su predicación. La estela añade que el cristianismo llegó «a las diez provincias» y «llenó más de cien ciudades» y las familias de los creyentes «eran ricas y bendecidas».
Que el cristianismo se extendió mucho y hubo conversiones entre las clases altas y formadas, parece cosa demostrada.
Pero T.N.Ho considera que se hizo muy dependiente en lenguaje y simbología de las filosofías y religiones chinas previas, del confucionismo, el taoísmo y, sobre todo, del budismo. El budismo era fuerte en la dinastía Tang. Los emperadores podían ser budistas y no temer nada de esta nueva religión cristiana recién llegada. ¡Tampoco había una potencia cristiana vecina amenazando! Persia tenía ya un régimen musulmán. Los mongoles oscilaban entre varias opciones.
Lo que se pierde en la traducción
Los nestorianos usaban palabras budistas para expresar su religión cristiana: sus iglesias eran «templos jing», sus clérigos «monjes» (las mismas palabras que usaban los budistas). Los monjes nestorianos sabían siríaco, persa, lenguas turcas, pero les faltaban buenos traductores: usaron vocabulario taoísta y budista. Por ejemplo, el Espíritu Santo fue llamado «Viento Limpio Sin Habla». A salvarse mediante la fe lo llamaban «cultivar la bondad a través de la fe correcta». No tenían palabra para «ordenar sacerdotes», y lo llamaban «afeitar la cabeza», como a los monjes budistas.
Foto: Un sacerdote cristiano nestoriano y lo que parecen ser tres fieles en Domingo de Ramos en Qocho, China, hacia el año 800.
La Iglesia Nestoriana en China se centró en influir a través de la corte y la política, buscando conversos, o al menos patrocinadores, entre nobles y altos funcionarios. Pero cuando el emperador Wuzong se hizo taoísta convencido y el clero taoísta le pidió expulsar al budismo «y las otras religiones», esa estrategia exclusiva demostró ser una debilidad.
«La extensión de la fe se había limitado a la clase erudita y no llegó al público general. Comparado con el budismo, que también era una religión extranjera, el nestorianismo quedó en los márgenes por su número escaso de seguidores y poca influencia popular», asegura Ho.
En la imagen, un rostro de Jesús en un icono nestoriano chino pintado en tela del año 900. Parece un maestro taoísta o budista, excepto por el tipo de bigote.
Aunque las Iglesias nestorianas (asirias y caldeas) no son vistas hoy como heréticas ni heterodoxas por católicos y ortodoxos, Ho considera que la versión extremadamente sinizada del nestorianismo chino de esos siglos quizá se alejó demasiado de la ortodoxia, en parte por no mantener el contacto con otras ramas de la Iglesia, diluyendo demasiado su teología.
Reconstrucción de un icono de Jesús chino nestoriano, con cruz nestoriana en loto y signo de la paz, hacia el año 900.
El historiador anima a tenerlo en cuenta también en nuestros días: ¿cuánto debe depender la evangelización del visto bueno de las autoridades estatales? ¿Qué es una adecuada inculturación y qué es un exagerado miedo a expresar las particularidades del cristianismo, que siempre tendrá elementos incómodos a cualquier cultura?
En el siglo XIII, Marco Polo y el sacerdote italiano Pian del Carpine escribieron que aún encontraban algunas comunidades nestorianas en Asia Central. Algunas tribus turcas y mongolas habían apostado por el cristianismo nestoriano. Pero se vio golpeado por varios flancos. Si el taoísmo lo expulsó de China y sus élites, el belicismo mongol de Gengis Khan y sus herederos prefirió adoptar el Islam, mientras que los misioneros budistas tuvieron éxito entre la población de tendencia no violenta. El cristianismo se quedó apenas sin nicho.
Los nestorianos hoy
En el siglo XVI empezó un proceso por el que algunos obispos y comunidades siríacas exploraron la unión con Roma: así nació la actual Iglesia Católica Caldea, unida a Roma, que hoy tiene unos 600.000 fieles, sobre todo en Irak y su diáspora, con el cardenal Sako como Patriarca de los Caldeos.
Otra gran parte de los siríacos se mantuvo separada de Roma, y sufrió diversas olas de persecución, como el Genocidio armenio de hace un siglo (de los Jóvenes Turcos contra cristianos orientales). Muchos emigraron a otras partes del mundo.
Actualmente, sufren un cisma desde 1976. La rama principal es la Iglesia Asiria de Oriente, con unos 500.000 fieles en todo el mundo, que tiene su sede patriarcal en Estados Unidos. La otra rama, con su propio patriarca, es la Antigua Iglesia de Oriente, con sede en Bagdad, y unos 70.000 fieles antes de la persecución del Isis/Estado Islámico.
A nivel teológico, parece haber un consenso en que ni Nestorio ni la teología nestoriana eran «tan nestorianos». La historia política golpeó mucho a la causa de la unidad. El Imperio Persa Sasánida en el siglo V y VI veía bien impulsar una rama de cristianismo «autóctona», muy separada del cristianismo griego del rival imperio vecino, el bizantino. La llegada del Islam terminó de reforzar su aislamiento.
En este contexto, fue importante la firma en 1994 de una Declaración cristológica común entre la Iglesia Católica y la Iglesia Asiria de Oriente, con las firmas del Papa Juan Pablo II y el Patriarca-Catolicós Mar Dinkha (que falleció en 2015). Allí se referían a la polémica que nació en el Concilio de Éfeso, cuando a Nestorio le inquietaba un lenguaje que le indicaba que el Verbo eterno de Dios también sufría.
El Patriarca Mar Dinkha y el Papa Juan Pablo II firmaron en 1994 este acuerdo teológico sobre la naturaleza de Cristo… pero eso no significa que los asirios reconozcan el Primado de Pedro (excepto los caldeos, que son asirios unidos a Roma).
El texto asegura que ambas iglesias «de ahora en adelante pueden proclamar juntas su fe común en el misterio de La Encarnación».
Y sigue el texto conjunto:
» En calidad de herederos y guardianes de la fe recibida de los Apóstoles, como la formularon nuestros padres comunes en el concilio de Nicea, confesamos un solo Señor Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos que, al llegar la plenitud de
los tiempos, bajó del cielo y se hizo hombre por nuestra salvación. El Verbo de Dios, la segunda Persona de la Santísima Trinidad, se encarnó por obra del Espíritu Santo, asumiendo de la Santísima Virgen María un cuerpo animado por un alma racional, a la que estuvo unido indisolublemente desde el momento de su concepción».
» Por eso, Nuestro Señor Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre, perfecto en su divinidad y perfecto en su humanidad, consubstancial con el Padre y consubstancial con nosotros en todo, menos en el pecado. Su divinidad y su humanidad están unidas en una sola persona, sin confusión ni cambio, sin división ni separación. En él se ha conservado la diferencia de las naturalezas de Ia divinidad y Ia humanidad, con todas sus propiedades, facultades y operaciones.
» Pero, lejos de constituir «una y otra», Ia divinidad y Ia humanidad están unidas en Ia Persona del mismo y único Hijo de Dios y Señor Jesucristo, que es objeto de una sola adoración. Cristo, por tanto, no es un «hombre como los demás», adoptado por Dios para morar en él e inspirarlo, como en el caso de los hombres justos y los profetas; sino el mismo Verbo de Dios, engendrado por el Padre antes de todos los siglos, sin principio según su divinidad; que en los últimos tiempos nació de una madre, sin un padre, según su humanidad».
En la foto, Mar Awa III, desde 2021 el Patriarca de la Iglesia Asiria de Oriente, en una visita a una de sus comunidades de rito siríaco.
» La humanidad que la Santísima Virgen María dio a luz fue siempre la del mismo Hijo de Dios. Por esta razón, la Iglesia asiria de Oriente eleva su oración a la Virgen María como «la Madre de Cristo Nuestro Dios y Salvador». A la luz de esta misma fe, la tradición católica se dirige a a Virgen María como «Madre de Dios», y también como «Madre de Cristo». Ambas Iglesias reconocemos la legitimidad y la exactitud de estas expresiones de la misma fe».
¡Seguro que traducir todo esto al chino es hoy más fácil que en el siglo VII cuando Alopén llegó a China sin conocer el idioma!
El cristianismo asirio y caldeo es hoy un pequeño rebaño, aunque su valentía y perseverancia ante la persecución yihadista de este siglo XXI ha impresionado a los cristianos de todo el mundo.
Cualquier trabajo por la unidad, superando siglos de desencuentros, sirve a la causa de Cristo, «reunir a los hijos dispersos de Dios» (Jn 11, 45-57). A los escasos asirios. Y a los numerosísimos chinos que quedan por evangelizar.-
Foto referencial: El Patriarca siríaco Mar Awa III en el sínodo asirio de 2022… los antiguos nestorianos llegaron a China en el 635.