Entrevistas

Fundamentalismos, fanatismos e integrismos

 Señales de resistencia al cambio

 

Entrevista al padre   Alfredo Infante, jesuita, Párroco de «San Alberto Hurtado y José Gregorio Hernández» , parte Alta de La Vega, Sur Oeste de Caracas.

Por Bonysw Isabel Mora

La casa de los jesuitas de La Vega, vista desde fuera, no muestra la amplitud y belleza interior que posee, al entrar  nos  sorprende gratamente.
Ingresamos por un pasillo largo, arreglado como despacho  parroquial, donde se atiende a la feligresía y a todo aquel que se acerca a conversar de cualquier asunto de la vida cotidiana del barrio. Después del pasillo se abre un espacio amplio y de buen gusto, una belleza sobria y acogedora.

Con la amabilidad,  paciencia y la  voz grave y pausada que le caracteriza, el párroco  nos recibe en el comedor de su comunidad religiosa, ahí, nos sentamos alrededor de una mesa redonda de fórmica blanca, en el fondo cuelga un cuadro de la Santa Cena del Señor hecho de trazos ingenuos y colores llamativos; la sencillez y la armonía componen el escenario de nuestra conversa.  Todo fluye. Se respira paz y se está a gusto. El padre Infante  sirve  café y nos hace sentir en casa.
Antes de iniciar la entrevista, echamos bromas sobre el béisbol profesional, su pasión deportiva, se define fanático desde niño de las águilas del Zulia y, así, entramos poco a poco en materia.

 Padre Alfredo   a propósito de lo ocurrido en Irán con el caso de  Mahsa Amin, joven que murió en manos de la policía de ese país al ser detenida por llevar el velo de manera inadecuada, usted hizo una reflexión sobre el resurgimiento de los fundamentalismos, los fanatismos y los integrismos. Personalmente, me llamó la atención porque hasta ahora todo estos fenómenos los entendía como una misma cosa, ¿ Podría usted describir cada uno de estos fenómenos religiosos y como se relacionan?


Verás, en primer lugar, hablo de resurgimiento porque estos fenómenos  no son nuevos, han estado presente a lo largo de la historia de las religiones, y, en  épocas de elevado grado de incertidumbre como la que vivimos  se hacen más evidentes.
Aclaro, además,  que muchos estudiosos de las religiones  no hacen conceptualmente la diferenciación entre estas tres categorías: fundamentalismo, fanatismo e integrismo.  Algunos las tratan indiferentemente como si fuese un mismo fenómeno. A mí, personalmente, me gusta hacer la distinción  porque creo que cada una tiene un énfasis distinto.
El fundamentalismo tiene que ver más  con lo hermenéutico, es decir, con el modo de interpretar; el fanatismo es sobre todo una actitud  psicológica y, también, podríamos decir que es un hecho antropológico porque este fenómeno describe más una tipología de comportamiento humano no limitada al hecho religioso, sino también al cultural, al  deportivo, al nacionalismo por ejemplo, y, por su parte, el integrismos expresa más la pretensión de un proyecto   político-religioso de poder totalitario, teocrático.

Bueno, estos apuntes que acaba de hacer conviene profundizarlos,  creo que tenemos bastante tela que cortar, vamos por parte, abordemos por ahora el fundamentalismo ¿Qué es? ¿Cómo lo entiende?


Mira, cómo decía anteriormente, cuando se habla de fundamentalismo se hace énfasis en lo hermenéutico, es decir, en el modo de interpretar las fuentes de la revelación. Verás, el fundamentalismo es una manera cerrada y descontextualizada de leer e interpretar las escrituras en la que se basa una determinada religión, bien sea  musulmana, judía o cristiana entre otras.
Como se sabe, las grandes religiones históricas, tienen libros sagrados, escrituras, que sirven de fuente y fundamento para su credo  y praxis religiosa, por ejemplo;  los musulmanes tienen el Corán,  los judíos  la Torá y los cristianos tenemos lo que popularmente conocemos como la biblia o biblioteca sagrada, que tiene dos grandes partes:  el «antiguo testamento» que incluye entre muchos otros, los cinco libros de  la Torá judía, conocidos como Pentateuco, y,  el « nuevo testamento» conformado por los cuatro evangelios- que recogen el misterio de la vida de nuestro Señor Jesucristo- más  los hechos de los apóstoles, las cartas a las comunidades cristianas por parte de  Pablo, Juan, Pedro, Santiago, Judas y, por último el apocalipsis, atribuido al apóstol Juan.  Pero, el centro del cristianismo son los evangelios que recogen la vida, misión, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo, que es lo medular de nuestra fe. De hecho, es la resurrección de Cristo nuestra clave hermenéutica para interpretar todas las escrituras, son los lentes que nos ponemos para comprender el misterio de Dios.

El fundamentalismo no es propio de una religión. Digo esto, porque, bueno, esta manera simple, rígida, descontextualizada y poco discernida de aproximarse a las escrituras está presente en sectores y grupos en todas las religiones, no es sólo de sectores extremos musulmanes. En toda religión hay una pluralidad de maneras de aproximarse a las escrituras y, por tanto, el fundamentalismo está presente en sectores y grupos al interno de las religiones.

¿Podría darnos un ejemplo que nos ilustre lo que está queriendo decir cuando dice «al pie de la letra»?

Si, con gusto, fíjate, en el Antiguo Testamento de la Biblia se dice «no te harás imagenes falsas de Dios» (Ex 20,4-6) y, luego, a raíz de esto, en la historia del cristianismo han surgido movimientos religiosos iconoclastas (contra las imágenes) que se fundamentan literalmente en este pasaje, sin embargo, no sé toma en cuenta, el texto donde Yavé manda a Moisés  a hacer la imagen de  una serpiente y levantarla como señal de la presencia de Dios (Núm 21; 8-9). Lo que nos queda claro, es que los textos bíblicos están llenos de paradojas, por eso es importante el discernimiento y el método a la hora de leer las fuentes reveladas. ¿Qué significa no hacerse imagen? ¿será lo que los iconoclastas creen de ir contra el arte y el artista? Creo que no, el arte es un lenguaje exquisito, sublime, simbólico, un Dios que atenta contra el arte es un dios inhumano, no es el Dios de la vida.
Te pongo otro ejemplo, recuerda que a Jesús le tocó lidiar con un sector importante del fariseismo que eran fundamentalistas y fanáticos y  consideraban al Nazareno  irreverente y escandaloso por su manera de ser y actuar.
Por ejemplo, Jesús sanaba en sábado y para los fundamentalistas  eso era inaceptable, al punto que llegaron a decir  que no curaba en nombre de Dios sino del diablo. Según la ley, el sábado era un tiempo sagrado, consagrado a mantener viva la memoria de Dios, y, en consecuencia, estaba prohibido  hacer cualquier otra cosa que no fuera rendir culto a Dios, en cambio, para Jesús, Dios es el Señor de la vida, y lo sagrado es la vida y la persona y esto está por encima de cómo se entendía la ley del sábado. Para Jesús hacer guardar el sábado era sanar, liberar, perdonar, restaurar, dar vida, porque Dios es vida y la manera de hacer memoria es continuar su misión, esto lo deja claro en las controversias con los religiosos de su tiempo, cuando les dice «mi Padre Trabaja, yo también trabajo» (Juan 5,17)
En otras palabras, Jesús no es un provocador de oficio, Él cómo judío creyente en Yavé, respeta el sábado  pero tiene un modo nuevo de entender lo sagrado: dar vida,  cuidar la vida, las personas, es la mejor manera de hacer memoria de Dios y, por tanto, poner en primer lugar el valor de la vida y la persona, especialmente a los pobres y a los que sufren es el auténtico culto a Dios. Dicho de otro modo, la manera del Nazareno hacer memoria y rendir culto a Dios era muy, pero muy distinta, diametralmente opuesta de la manera de los grupos religiosos de su época, llámense Fariseos o Saduceos. En esto la parábola del «buen  samaritano» es ejemplarizante porque Jesús nos dice que el verdadero culto a Dios es hacernos prójimo, y la solidaridad es el camino.
Ahora bien,  es bueno aclarar que no todas las autoridades judías eran fundamentalistas, había gente como Nicodemo, que siendo del Sanedrín  llegaron a descubrir en Jesús el paso de Dios. En cierto sentido, el propio Sanedrín estaba dividido entre fundamentalistas y no fundamentalistas. Nicodemo aparece en el evangelio de Juan como representante emblemático de un grupo que dentro de las autoridades judías reconocían que Jesús, por su palabra, obra, y autoridad de vida venía de Dios.

¿Y qué diferencia hay en la práctica entre fundamentalismo y fanatismo? Me parece que es una frontera muy delgada y resbaladiza.

Bueno, verás, si el fundamentalismo tiene un énfasis marcadamente hermenéutico, es decir, en el modo como se interpreta el dato revelado; el fanatismo es un fenómeno más  psicológico y antropológico. El fanático suele ser una persona insegura, con miedo al otro, al diferente, se siente amenazado en los contextos plurales, y, entonces se aferra a cuatro verdades fundamentales que buscará imponer a como dé lugar y condenará y maldecirá a quienes no aceptan ni militan en su pseudoverdad. Pero, no es sólo una expresión individual, ni tampoco puramente religiosa, también, desde el punto de vista antropológico socialmente se expresa, por ejemplo, en el  etnocentrismo, nacionalismo, racismo ideologías que han hecho mucho daño a la humanidad.

Y entonces ¿por qué muchos tienden a confundir el fundamentalismo con el fanatismo

Creo que se tienden a confundir porque aunque no son lo mismo, por lo general se retroalimentan. Un fundamentalista no es necesariamente un fanático, aunque la mayoría tienda a serlo. Hay fundamentalistas que lo son porque los han formado así, no han conocido otras maneras de interpretar la revelación, pero cuando dialogan con otros saberes y modos de interpretar y acceder al misterio revelado, se convierten y cambian de paradigma. Un fundamentalista no fanático puede cambiar porque si su sed es la búsqueda de la verdad, cuando descubre un modo más consistente racionalmente  de acceder a la verdad revelada  cambia de paradigma, pero si es un fundamentalista fanático, tendrá miedo al cambio de paradigma.
Es el caso de Saulo de Tarso, él era un fundamentalista judío, fariseo, que en nombre de Dios perseguía a los cristianos, es decir, se hizo fanático. Pero, tuvo una experiencia de conversión, Cristo resucitado se le reveló en el camino y como era un hombre honesto y de una fe profunda, se le abrieron los ojos, y, descubrió una nueva clave de interpretación de la palabra revelada, y se convirtió en un hombre abierto y universal al punto que en la gran controversia de la primitiva comunidad cristiana sobre « si se podía ser cristiano sin ser judío», Saulo, ahora Pablo de Tarso, fue clave para reconocer  que sí, que la buena nueva de Jesús no está atada a una cultura, que la relación con Jesús trasciende cualquier límite  y que en Cristo estamos llamados a la fraternidad universal, más allá  de nacionalidad, cultura, fronteras y cualquier condición humana.  Jesús lo deja claro en Mateo 25 porque al final de los tiempos la pregunta es ¿Qué hiciste con tu hermano más pequeño?

¿Y el integrismo? ¿Qué agrega? ¿En qué se distingue?

Cuando fundamentalistas fanáticos pretenden imponer por la fuerza su credo religioso y, para este propósito se plantean cómo estrategia la toma del poder político de un estado-nación, y, si logran asumir el poder, entonces, estamos ante un integrismo.
En estos contextos, la religión dominante se convierte en política de Estado, se restringe la libertad religiosa de otros credos y se persigue la libertad de expresión y de conciencia, principios  fundamentales de la modernidad. Por tanto, el integrismo es de facto un retroceso a la pre-modernidad, porque una característica clave de la modernidad es la sana separación de  religión y Estado, esto, para bien del Estado y para bien de la religión.

¿Entonces, quiere decir que en la historia de la iglesia católica  ha habido periodos donde ha prevalecido el integrismo?
Por supuesto, esa es una dolorosa constatación en nuestra historia como iglesia, por ello, debemos pedir perdón y apostar por la no repetición.  Las Cruzadas y la inquisición pueden leerse en esta clave. También, la alianza entre la cruz y la espada en los procesos de conquista y colonización  se puede interpretar también en esta perspectiva porque se persiguió la religión de los pueblos indígenas y se impuso el cristianismo cómo política de los imperios de España y Portugal, en nuestros casos.

Ahora bien, hay que decir que el «régimen de cristiandad en occidente» fue, en su tiempo, la figura dominante de ese momento histórico, pero, en la iglesia existían al mismo tiempo, también, movimientos alternativos y proféticos,  desmarcados del  integrismo dominante, dicho de otro modo, en la acera de enfrente del poder político-religioso hubo personajes, grupos y movimientos con auténtico espíritu evangélico, que se opusieron al sistema y su lógica de poder arbitrario, esclavista y deshumanizante. Para mí, el más emblemático es San Francisco de Asís, quien en 1219, en plenas «cruzadas», dialoga con el Sultán de  Egipto Malik al Kamil, un signo evangélicamente profético, que muestra que tanto Francisco como el Sultán, tenían una gran apertura de espíritu que le llevaba a reconocer al otro, y, esto indica que eran hombres del Espíritu, con una gran experiencia de Dios.
También, en el proceso conquista-colonia en nuestro continente nos encontramos con figuras como el dominico  Fray Antonio de Montesino y, el proyecto de la república guaraní liderada por los padres Jesuitas, entre otros.

Entonces, padre Infante, volviendo a lo que ha ocurrido en Irán con el asesinato de la joven Mahsa Amin, que según entiendo, no es un caso aislado sino una política sistemática de Estado fundada en una religión. ¿Cómo lo lee?

Creo que en este lamentable hecho coinciden fundamentalismo, fanatismo e integrismo, pero sobre todo, tiene un mayor peso el integrismo, porque, por el cuadro que se dibuja, quienes cometen la violación de los derechos humanos son fanáticos que están convencidos de que el mal uso del velo por parte de una mujer, ofende a Dios y corrompe la tradición, las buenas costumbres y, por tanto, hace un daño irreversible a la convivencia social. Pareciera que la libertad de la mujer amenaza la tradición y las buenas costumbres. Ahora bien, esta conducta fanática está amparada como política de Estado y,  estos funcionarios, actúan en consecuencia porque se sienten respaldados por el Estado Iraní y las leyes.  Hoy, lamentablemente, hay un resurgimiento de los integrismos. Esto atenta contra el principio de progresividad y no regresividad de derechos humanos. En los Estados integristas las mujeres son las principales víctimas.

¿Y cuál cree usted que es la causa de este fenómeno mundial?

Sin duda alguna, la resistencia al cambio. Todo cambio genera incertidumbre y en el manejo de la incertidumbre aparecen nuestros miedos, y, quien siente miedo busca la seguridad, fundada en certezas básicas, inamovibles.
Recuerda que no estamos en una época de cambio sino en un cambio de época. En los últimos 30 años con la aparición de las computadoras, con el avance acelerado de las telecomunicaciones, las redes sociales, la robótica y la toma de conciencia universal de derechos humanos, y, muy especialmente los derechos de la mujer y su papel protagónico en la sociedad,  entramos a otra época, lo que los expertos llaman «la sociedad del conocimiento», dónde «el saber», el «aprender a aprender» y «la conciencia universal de dignidad y derechos humanos», son la mayor riqueza de las personas y de los pueblos.

Ante el cambio de época y la incertidumbre que esto implica, resurgen los fundamentalismos, fanatismos e integrismos como andamios para aferrarse a lo conocido que dota de seguridad y certidumbre la existencia. Cómo sabemos, en los hitos históricos de avance en humanidad, siempre surgen movimientos de resistencia al cambio, porque la novedad entraña incertidumbre, pero, los cambios, finalmente terminan imponiéndose, son indetenible.

Y, ¿en la iglesia católica como se vive esto?

El Concilio Ecuménico Vaticano II (CVII), liderado por el «papa bueno» Juan XXIII, está  cumpliendo 60 años de su apertura. El CVII, es el gran hito en la historia de la iglesia, dónde la iglesia vuelve a lo medular de su misión evangélica y desde allí, dialoga con la historia humana, para «discernir los signos de los tiempos».
La iglesia en el CVII, asume vivir en el mundo de cara a los desafíos del mundo, buscando, junto a otros, creyentes y no creyentes, caminos de justicia y fraternidad que hagan más humana la convivencia entre las personas y los pueblos. Entrar en las entrañas del mundo y afrontar los desafíos que el mundo nos lanza, exige de nuestra parte una gran apertura para poder hablarle al hombre y a la mujer de nuestro tiempo y, así, construir junto a otros la fraternidad humana.

Hoy, el papa Francisco ha retomado el espíritu del Vaticano II, que en cierto sentido estuvo engavetado por muchos años. Ahora, con la «Laudato sí » sobre el cuidado del planeta,  nuestra  casa Común;  la «Fratelli tutti» sobre la fraternidad y « mi querida Amazonia» una manera de aterrizar las opciones de la «Laudato Si» y, sobre todo, con la propuesta de la «Sinodalidad» se nos llama como iglesia  a repensarnos y reorganizarnos. Volver a Jesús, a la iglesia discipular y misionera, ágil, no rígida, capaz de dialogar y discernir su respuesta ante los desafíos del mundo.

Pero hay que decir, que sectores fundamentalistas, fanáticos y con vocación Integrista, están en conflicto con el papa Francisco. En la iglesia, en todos los países, en unos más que otros, hay mucha resistencia al cambio. Los cambios no son fáciles y deben ser moderados.

La resistencia al cambio, es parte del camino, con esto también hay que dialogar. No podemos excluir a nadie del camino, quienes se resisten al cambio son parte también de la iglesia, y, si queremos caminar juntos, tenemos que pasar por importantes diálogos internos, por eso, los cambios en la iglesia son muy lentos, no podemos ser arrolladores en nombre del cambio, hay que tener mucha paciencia. No podemos ser  fanáticos del cambio, pues, los modos de hacer las cosas son importantes. Lo importante es tener el horizonte claro y caminar haciá allá, sin arrollar.

Padre Infante, ya para terminar, tengo una inquietud: si el integrismo consiste en hacer de la religión política de Estado y desde el poder imponerse: ¿Cómo vincular fe y política sin llegar a ser integristas?


Interesante pregunta. Déjame ver cómo te explico. Verás. Desde la experiencia cristiana estamos llamados a construir la convivencia fraternal entre los seres humanos  y la creación, ambas tan amenazadas actualmente.
Que como humanidad estamos llamados a reconocernos y vivir como hermanos, es lo que sacramentalmente celebramos los cristianos en nuestro bautismo. Por eso, nuestro bautismo es un proyecto existencial con una fuerte dimensión política y de justicia social : «construir el nosotros».
No se trata  solo de un nosotros eclesial sino también social, pero, no un nosotros homogéneo, sino plural, menos aún, un nosotros unificado por una religión impuesta desde el poder,  sino un nosotros dónde cada uno elige libremente; es decir, la libertad personal,  la libertad de conciencia, la libertad religiosa,  es un valor fundamental en la construcción del nosotros cristiano.

Es un nosotros que se construye desde el diálogo, las negociaciones y acuerdos.  Esa vocación hacia la fraternidad universal que rezamos en el Padre Nuestro y celebramos en el bautismo, la eucaristía y la reconciliación, se traduce como praxis histórica en la construcción del Bien Común, y, a su vez, esa vocación  por el Bien Común pasa por apostar , junto con otros, por una institucionalidad que garantice el Estado de derecho , que, dicho de manera más gráfica, garantice una convivencia justa donde todos seamos iguales ante la ley y, por supuesto, esto requiere fortalecer la cultura democrática y la consciencia ciudadana.
Hay una imagen evangélica que a mí me gusta mucho, lo que se trata es ser «levadura en la masa» y, eso implica, tejer desde abajo, junto con otros, con los diferentes, aquellos que tal vez no comparten nuestra fe, pero si una ética del respeto por el otro y del cuidado del planeta.
Y, para terminar, decirte, que soy un convencido de que la fe auténtica, nos libera del miedo y de  la resistencia al cambio, y, nos abre a discernir los «signos de los tiempos» y por, tanto, más que cerrarnos nos lleva a dialogar con los temas fronterizos de nuestro tiempo y, procurar una respuesta humanizadora, ética.
En el pensamiento social de la iglesia la política es considerada una elevada expresión de caridad porque desde la política se puede construir el bien común, y, cómo decía el maestro San Ignacio : «el bien cuánto más universal, mejor».
Por todo esto, si, creo que el papel del cristiano en la política es clave, y, lo podemos hacer desde una ética compartida con otros, sin caer en el integrismo.

Gracias padre por esta plática tan nutritiva y esclarecedora que nos anima a comprometernos y afrontar desde nuestra fe los desafíos actuales sin dogmatismos y con mucho discernimiento como hombres y mujeres de fe.-

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