De la caída y el hundimiento
A mas de tres décadas del derrumbamiento del muro de Berlín, el anunciado pensamiento único y el fin de la historia sin embargo, fueron categóricamente desmentidos por la historia misma
“Es necesario tener la idea de lo infinito, la idea de lo perfecto, como diría Descartes, para conocer su propia imperfección. La idea de lo perfecto no es idea, sino deseo.” Enmanuel Lévinas
Nelson Chitty La Roche:
El siglo XX paradójicamente alojó en su dialéctica histórica, la caída de los imperios y el hundimiento de las grandes entidades ideológico-militares. La primera guerra mundial y como se ha repetido muchas veces, estuvo impregnada de nacionalismos y, de hecho, surgieron los estados naciones como un resultado entre otros.
La segunda guerra mundial; fue inspirada por afanes imperialistas, basados en una visión racista, en una inestabilidad política que puso en jaque los referentes normativos, pero, también; por el torpe manejo de las consecuencias de la primera guerra.
El arma atómica como una opción suicida para la humanidad fue otro fruto. Razones y motivaciones diversas comprometieron la paz, aunque también dejaron un legado a no desestimar.
En efecto; también en sus alforjas, el pasado siglo nos trajo la consagración de los derechos humanos como propósito e ideal civilizatorio, especialmente en occidente; la globalización económica y tecnológica, la robotización y la digitalización, además de un modo de producción y de consumo que se constituye en una amenaza rebelde y contumaz, para la vida del planeta y obviamente, de los seres humanos finalmente.
Sobran los posibles agregados y enunciados, pero, reflexiono sin embargo sobre el pensamiento y las ideas políticas, al meditar sobre asuntos que fueron y son hitos, en la historia reciente en particular.
El totalitarismo que se mostró, con el nacional socialismo hitleriano y el no menos horrido y perverso, brutal, letal, socialismo soviético, evidenció la enorme dificultad del hombre para vivir en libertad y peor aún, para concretar los valores y presupuestos éticos y morales que acompañan a la dignificación del “homo actualis,” como lo que es, el astro mas rutilante de la creación.
El pensamiento marxista; con el que se identificó principal y universalmente en un momento dado, la propuesta emancipadora, a la hora de llevarse a cabo y sin ninguna excepción; se convirtió en opresión y sojuzgamiento y tampoco alcanzó ni remotamente, la oferta de igualdad y progreso, leitmotiv de su discurso por cierto y muy al contrario; vemos lo que va quedando con la experiencia cubana de evidencia y de aquella otra, Corea del Norte y comparémoslas, aunque no luzca racionalmente posible, con los países que tomaron el camino del libre mercado y el ideal liberal.
A mas de tres décadas del derrumbamiento del muro de Berlín, el anunciado pensamiento único y el fin de la historia sin embargo, fueron categóricamente desmentidos por la historia misma y, no puede hablarse de un orbe pacífico, ni del triunfo del estado benefactor porque, la justicia es arisca por así llamarla y toma muchas formas y exigencias que demandan muchísimo mas esfuerzo, creatividad y perfectibilidad y se ha visto a la potencia pública, como los poderosos rústicos que no lograr salir de los pantanos y barriales, en los que los vemos entronizados.
De otro lado; el zoo politikon ha cambiado diametralmente, abandonando su vocación gregaria y humanitaria para, ahíto de individualismo, segregarse de sus congéneres para postular una comunidad de idénticos que no se parecen ni a ellos mismo pero que se presentan como tales y mas grave aún, pretenden imponerse como una minoría que se impone a la mayoría y a sus instituciones y en variadas latitudes lo han logrado.
La ideología de género es un buen ejemplo de lo afirmado y se ha echado por tierra, muchas de las seguridades y fortalezas sociales parafraseando a Bauman, para complacer a los más variados giros de personalidad, a costa de fundamentos naturales y societarios que no pueden ni deben ser puestos en entredicho.
Habrá, pienso yo, modestamente, una reacción contra los excesos que se vienen consumando desde ese balcón y peor aún, las interpretaciones extensivas que se hacen desde el sujeto y sus particularismos, creando falsos dilemas para complacer a algunos y sus peculiaridades, ¿debe acaso ponerse en juego a la sociedad toda, a sus valores, principios, creencias?
En el fondo; se capta una desespiritualización mórbida que inunda cada sección del teatro existencial. La novedad pareciera untada de aquello sórdido y no del hallazgo por la belleza y la virtud. Se diría que la estética y el arte se deshumanizan y ello solo refleja que en hombre ha puesto al hombre y por lenidad del hombre en un jaque perpetuo.
Si una crisis se evidencia y confieso sentir a veces que no es la crisis la excepción sino la norma; es la que resulta de la carencia de productos del espíritu. Solo lo sensorial pesa, el espectáculo, el figurar a cualquier costo que, es bueno dejarlo claro, no significa ni remotamente el desiderátum de la espiritualidad que es la trascendencia.