El Papa

Francisco advierte contra las «tentaciones que se disfrazan de fidelidad a la tradición»

«Sin el Espíritu Santo, todo celo es vano y falsamente apostólico», indicó el Papa Francisco en la audiencia general de ayer miércoles: «Sería sólo nuestro y no daría frutos». Debido su persistente afección pulmorar, la reflexión del Santo Padre fue leída una vez más por un asistente de la Secretaría de Estado.

En las últimas semanas, el Papa estuvo reflexionando sobre las «características esenciales» del anuncio del Evangelio, que es alegre, dirigido a todos y actual para nuestro tiempo.

La característica final, dijo el Papa Francisco, es la necesidad de que el anuncio se realice «en el Espíritu», que es el «protagonista» de la evangelización, responsable de la difusión del Evangelio.

Sin embargo, «la primacía del Espíritu no debe inducirnos a la indolencia», dijo el Papa, y agregó: «La confianza [en el Espíritu] no justifica la desconexión». Más bien, el Espíritu Santo inspira la misión de la Iglesia, que debe imitar el «estilo» del Espíritu, marcado por la creatividad y la sencillez.

El Santo Padre advirtió que, en una época como la nuestra, es fácil retirarse del alcance pastoral, refugiándose «en zonas de seguridad» que son «tentaciones que se disfrazan de fidelidad a la tradición», pero que a menudo son «reacciones a insatisfacciones personales».

En cambio, «la creatividad pastoral, ser audaz en el Espíritu, ardiente en su fuego misionero, es la prueba de la fidelidad a Él», dijo el Papa.

El anuncio en el Espíritu está marcado también por la sencillez, «precisamente porque el Espíritu nos lleva a la fuente, al ‘primer anuncio’», la revelación de la infinita misericordia del Padre. Este ‘primer anuncio’ «debe ser el centro de toda actividad evangelizadora y de todo esfuerzo de renovación de la Iglesia», afirmó el Papa, citando sus propias palabras en la exhortación apostólica Evangelii gaudium.

El Papa Francisco invitó a los fieles a dejar que el Espíritu Santo sea fuente de todo nuestro ser y de nuestro trabajo. El Espíritu Santo «aviva y rejuvenece a la Iglesia», dijo. «Con Él no debemos temer, porque Él, que es armonía, mantiene siempre juntas la creatividad y la sencillez, inspira la comunión y envía en misión, abre a la diversidad y conduce a la unidad».

Y concluyó su reflexión con la oración: «¡Ven, Espíritu Santo!».+

(Aica/InfoCatólica)

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