«No hay lugar en el mundo donde se haya dado presencia española y el belén no haya arraigado»
Antonio Basanta es uno de los máximos expertos españoles en la historia del belén, y además un notorio belenista
La vida tiene paradojas curiosas. Cuando se nos prohibía salir de casa, en el llamado confinamiento, me encontré con Antonio Basanta Reyes. No fue por la calle. Fue gracias a dos bellísimas conferencias que nos brindó por Zoom la Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno. Fue un largo y rico ciclo que cubrió todos los ámbitos con personalidades destacadas: la cultura, la literatura, la poesía, la geopolítica, la filosofía, la ciencia, el arte, la historia… (se pueden retomar en el canal YouTube de la Fundación) ¡Cuánto que agradecer en esos duros meses por esta tarea social de primer orden que se nos regaló! Y allí apareció el Belén… ¡Qué descubrimiento! Antonio Basanta nos hizo vibrar con su riqueza de contenido, sus anécdotas, su ágil exposición.
Antonio Basanta pasa por ser uno de los mayores belenistas de España. Cuenta en su haber con 4.000 grupos belenísticos, unas 25.000 figuras procedentes de 158 países. Es fecundo escritor y, primero desde la dirección de la editorial Anaya Educación, y luego, durante años, desde su responsabilidad como consejero delegado del Grupo Anaya, ha impulsado la lectura en todos los ámbitos. Cito uno de sus últimos libros: Leer contra la nada (Siruela, Madrid 2022)
Cuando la gente suele descansar, es decir, en verano, él en julio escribió el librito del que queremos tratar, y yo en agosto lo prepararé para la imprenta. Ha sido delicioso trabajar con él. El libro, patrocinado por la mencionada Fundación Tatiana acaba de ver la luz en la Editorial Monte Carmelo: Lo envolvió en pañales. El belén: origen y desarrollo.
-«Todo empezó hace más de dos mil años, en la pequeña y lejana Belén de Éfrata, casa del pan según su nombre que metafóricamente habría de convertirse, también ella, en alimento perpetuo de vida», dices en la introducción del libro. Antonio, ¿de dónde tu ‘chaladura’ por el belén?
-Primero fue consecuencia de una entrañable tradición familiar, en la que el belén constituía siempre el centro de la mejor celebración navideña. Más tarde me interesó sobremanera su valor religioso y espiritual, su carácter catequético. Y, junto a ello, la larga andadura de su historia -¡más de 1.600 años le contemplan!-, su inmenso valor artístico y cultural y la infinidad de otros aspectos que le acompañan, además de uno en particular que me sigue atrayendo de forma muy especial: el hecho constatable de que no hay lugar en el mundo donde se haya dado la presencia española, por lejana o breve que esta fuera, donde el belén no haya arraigado, se haya enriquecido y siga aún presente. En Europa. En América, por supuesto, pero también en África, en la lejana Asia o, incluso, en Oceanía. Y es que el belén, ya desde su propio origen, es también una de nuestras más singulares señales de identidad.
-Muchos te descubrimos a través de las conferencias. ¿Percibiste algún eco del belén como algo vivo que interesa a la gente o como una antigualla tradicional?
-El belén sigue siendo rabiosamente actual en la medida en que sigue siendo imprescindible avanzar en el sentido de la fraternidad, ese tercer valor, junto a la igualdad y a la libertad, sobre el que construir las relaciones humanas y nuestro proyecto como sociedad.
»Porque, si algo distingue al belén, es su homenaje perpetuo al Amor, en el sentido más pleno del término. Un amor que a nadie excluye, que permite el encuentro de los opuestos hasta convertirlos en complementarios; que invita y congrega a todos por igual. Y que proclama que solo en la energía eternamente renovable del Amor la Humanidad encontrará la solución de sus conflictos, la mejor, la única brújula con la que guiarse en el mapa de la Vida. Que, a la postre, solo venimos al mundo a querer y a ser queridos.
«Pues andáis en las palmas, / ángeles santos, / que se duerma mi Niño, / tened los ramos» (Félix Lope de Vega, ‘Pastores de Belén’). ‘La adoración de los pastores’ (1650), de Bartolomé Esteban Murillo. Museo del Prado.
-Descríbenos un poco esta joya que has escrito, sobre cuyo tema no se prodigan los autores.
-Es un libro menor, humilde, que recoge mucho de lo que de tantos otros he aprendido y que pretende narrar con sencillez, y ojalá que amenidad, el largo periplo de una manifestación incomparable en cuanto a su pluralidad y universalidad.
»Es emocionante comprobar cómo el belén se hace presente en los lugares más remotos del planeta, cómo se integra en las más diferentes culturas, cómo hace suyas costumbres y valores locales, para incorporarlas a ese mensaje de Amor fraterno al que ya me he referido y que tan particularmente caracteriza al belén. Al mismo tiempo es fascinante observar cómo éste se nutre de ecos civilizatorios ancestrales, de antiguas leyendas, de cálidas ensoñaciones, de simbolismos que le dotan de una vitalidad y un interés extraordinarios.
»Y es que, en el belén, todo es lo que parece y, a su vez, lo que proyecta y representa. No hay nada en él que obedezca al simple capricho, a la mera ocurrencia. Todo tiene un sentido. Todo suma en el deseo de contar una historia, tan aparentemente simple, pero que ha sido el hecho más trascendental vivido por la Humanidad en los últimos dos mil años: la de un Dios que quiso hacerse hombre para donarnos el precioso regalo de la proximidad, de la amorosa cercanía, del perdón y de la misericordia.
-Tu libro, breve y de amena lectura, está lleno de sabiduría, de anécdotas históricas. Parece mentira que, en tan pocas páginas, pasen tantos hechos históricos tan bien hilvanados, anécdotas, explicaciones varias y todo ello adornado de bella prosa, visión creyente y seriedad historiográfica.
-No es en absoluto un mérito que me pertenezca: yo lo único que he tratado es ponerme al servicio del belén, tratando de visualizar parte del inmenso patrimonio que atesora. Y llevarlo a los lectores del modo mas comprensible y atractivo del que he sido capaz.
»La única dificultad real ha sido la de ceñirme a la limitada extensión de la obra y, por tanto, obligarme a escoger -lo que siempre es subjetivo- aquellos aspectos que me parecían imprescindibles; los acontecimientos fundacionales de esta forma maravillosa de expresar el sentido profundo de la Navidad, esa oportunidad que anualmente se nos concede de renacer. De, como la lavandera de nuestros queridos belenes, acudir al río de la Vida en el que habita Jesús, a disolver diferencias, a evitar enfrentamientos, a lavar nuestros errores. Y a seguir reivindicando el valor de la ternura, del asombro, de la humildad, del calor humano, para continuar cultivando la infancia en nuestros corazones.
»Nada hay más importante en la vida que seguir siendo niños para siempre, no desde un sentido de infancia perdida, de falsa inocencia, sino desde el pálpito genuino que nos concede la propia etimología de la palabra: porque el vocablo español infancia proviene del verbo latino fari que, en una de sus primeras acepciones, significa cantar, disfrutar, festejar… Frente al pesimismo que nos asola, proclamo, junto al belén, el sentido festivo de la vida material y espiritual, del cristianismo como una celebración, como una llamada a la luz radiante, al regocijo, al júbilo. Que ya lo manifestó el ángel anunciador a los pastores que velaban al raso: “No temáis, os anuncio una gran alegría: os ha nacido el Salvador”. A Dios no se llega desde el miedo, sino, sobre todo, desde la confianza, la entrega y el gozo.
-Parece que es el primero de un tríptico… en años sucesivos.
-Ese es el propósito: que este libro sea el primero que abra una trilogía que, si Dios quiere, iremos completando en los años 2023 y 2024, en los que transitar por parte de la infinidad de territorios en los que el belén se asienta. Porque esta es otra de las características que hacen del belén una expresión tan especial: al belén nos podemos acercar desde infinidad de perspectivas.
»Sin duda, desde el aliento religioso y trascendente. Pero también desde el arte, desde la multitud de autores, escuelas y artistas que a él se han dedicado; o del folklore y la miríada de costumbres, ritos y expresiones que el belén ha ido propiciando; o desde la etnografía, que el belén es también un verdadero documento de cada una de las sociedades en las que nace. A veces, incluso, un testimonio de culturas en doloroso proceso de extinción, como, en el caso de nuestro país, pudiera ser la campesina o rural; o desde la antropología, que también en el belén se recogen y potencian huellas primigenias que nos permiten entender nuestro presente y futuro, en la medida que nos aportan las claves más esclarecedoras de nuestro pasado…
-¿Cuál es la situación belenística en España? Artesanos, difusión en el pueblo, publicaciones…
-El belén, desde el punto de vista cultural y artístico, goza en nuestro país, y en buena parte del mundo, de una salud envidiable. Por referirnos particularmente a España, decir que, en estos momentos, son más de dos centenares los artistas y talleres que centran la práctica totalidad de su labor creativa en la producción de figuras para el belén. Las asociaciones belenistas siguen proliferando y haciendo una labor encomiable. La investigación y bibliografía belenista aumentan imparablemente. Y el belén mantiene su presencia, desde el respeto y la multiculturalidad, en infinidad de espacios públicos y privados, en tanto los montajes belenísticos y las exposiciones en torno a él se han convertido en un fijo y feliz acontecimiento ciudadano en cada Navidad.
»Es más, en este año 2022 el belén ha sido protagonistas de un acontecimiento extraordinario: el día 3 de enero, el Boletín Oficial del Estado incluía la resolución por la que el Gobierno de España ha declarado oficialmente al belenismo como Manifestación Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial, al tiempo que, uniéndose a la petición de otros países, ha iniciado el proceso para que la Unesco conceda al belenismo la consideración oficial de Patrimonio Inmaterial Universal de la Humanidad. Un hecho que esperemos se produzca en 2023, precisamente el año en que se conmemora el 800º aniversario de la celebración en Greccio, en la Umbría italiana y de manos de San Francisco de Asís, del belén que supuso el impulso definitivo para su expansión en el mundo.
-Sabes que tienes una deuda conmigo con un libro al respecto…
-No se me olvida, en absoluto, y espero ser capaz de saldarla algún día, aunque solo sea por responder a tu generosa confianza. Entretanto, acudo nuevamente a nuestro Lope de Vega… por cierto, uno de nuestros mas inspirados poetas de ese otro “belén inmaterial” que son los villancicos en torno al Nacimiento. Y, tomando prestados algunos de sus versos, desde la más agradecida amistad, te añado: “Por andar la bolsa estrecha, / no está la deuda pagada, / porque es mejor no dar nada / que dar lo que no aprovecha”.
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Difícilmente se puede involucrar mejor a cada cristiano en el belén que como lo hace San Ignacio en el libro de los Ejercicios. Las personas: María, José y el Niño recién nacido en suma pobreza… para morir en la cruz. y todo esto por mí. Y la esclavita y «yo un pobrecito y esclavito indigno, mirándolos, contemplándolos y sirviéndoles en lo que necesiten, como si presente me hallase, con todo el acatamiento y reverencia posibles». Ojalá este año tu belén sea una implicación de tu persona con ese Niño que por ti nace en Belén.-