Opinión

Políticas Contradictorias

José Antonio Gil Yepes:

Estoy en desacuerdo con el presidente NM cuando dice que la reciente subida del tipo de cambio paralelo se debe a acciones perversas de mafias especuladoras. Nadie ofrece más bolívares por cada dólar para hacer “quedar mal” al país o a su gobierno. Tampoco tiene sentido que esas supuestas mafias estén recortando la oferta de dólares para que la escasez suba su precio. Quien está recortando la oferta de divisas es el propio gobierno por dos razones: Una, por falta de coordinación entre el Ministerio de Finanzas, PDVSA y el Banco Central para enviar las divisas a la banca comercial; el llamado “descalce” ocurrido en agosto, y que acompañó una devaluación del 40%, junto con el crecimiento de la liquidez al pagar compromisos contractuales atrasados a educadores y sanitarios. La otra razón es que el gobierno no tiene suficientes reservas internacionales para seguirlas quemando para sostener el tipo de cambio; situación actual.

Entonces, quien ha subido los bolívares, que luego sirven para comprar los dólares por mayor precio, es el gobierno y quien ha bajado la oferta de dólares y encarecido su precio también ha sido el gobierno.

Al no poder quemar suficientes divisas para mantener un tipo de cambio artificialmente bajo, no son sólo “cuatro especuladores” quienes se motivan a comprar dólares, sino todos los que pueden comprarlos. A esa presión se le suma el efecto desconfianza en las políticas económicas del gobierno dado que el paquete vigente de dichas políticas es crecientemente contradictorio.

Los principales facilitadores de la modesta recuperación económica en curso han sido la desregulación de precios, del tipo de cambio y de la circulación de divisas; el creciente abastecimiento de combustibles. A lo que se le suman la apertura con Colombia y la flexibilización de sanciones y la consiguiente reactivación de CHEVRON como exportador de petróleo. También ha contribuido, desde 2019, el que algunas oficinas de gobierno han mantenido una mejor comunicación con el empresariado, lo que recupera confianza.

Pero estas medidas, dirigidas a hacer crecer la economía real, son sólo una de las cuatro puntas de un tablero incoherente de políticas económicas. Siendo las otras tres las medidas que apuntan a bajar la liquidez para bajar la inflación, los impuestos crecientes y el ataque a la circulación de las divisas.

El enfoque monetarista de la lucha antiinflacionaria redujo el gasto público y con ello la capacidad de consumir de más de 2.000.000 de empleados públicos y la demanda de bienes y servicios por parte del Estado. A lo que se suma el alto encaje bancario para secar liquidez y, con ello, minimizar el crédito bancario, lo cual reduce la inversión, la producción y el consumo. Y hace pocos días volvió a aparecer el control de precios, el cual genera escasez e inflación. La sobrevaluación de la moneda es una engañosa forma de bajar la inflación incentivando la importación de bienes que el consumidor compraría barato, pero a costa de perder su empleo y los mejores salarios que recibiría si, en vez de consumir importaciones, produjera y exportara lo Hecho en Venezuela.

La andanada de impuestos municipales y nacionales ya extraen cerca del 50% de las rentas, uno de los niveles impositivos más altos del mundo. Siendo que todo impuesto es recesivo y tiende a ser inflacionario, es un desestímulo a la recuperación de la confianza del inversionista y del consumidor. Son tan marcados dichos impuestos que parece que casi todos nuestros gobernantes, nacionales, regionales y municipales, “se quieren salvar solos”. Ya no les importaría si crecemos o no o si baja o no baja la inflación; mientras ellos puedan incrementar sus ingresos y gastos. Los impuestos sólo se justifican cuando la población recibe servicios en contrapartida. Pero, aquí, éste no es el caso.

El colmo de la contradicción a la recuperación es el ataque al dólar a través del IGTF. Este impuesto, del 3% sobre cada transacción en divisas, tiene efecto sobre los costos en cada eslabón de las cadenas productivas, por lo que su efecto sobre los precios de venta al público puede ser hasta de un 12% en las cadenas de más eslabones. Atacar la circulación del dólar para rescatar el valor del bolívar, siendo todavía parte de la recuperación y sin haber logrado bajar la inflación, es extemporáneo. Así lo muestran las experiencias de errores similares en Latinoamérica.

El valor del bolívar se rescata invirtiendo, produciendo, subiendo la productividad, devaluando la moneda en proporción a la inflación, privatizando total o parcialmente las 850 empresas del Estado, descentralizando para elevar la calidad de los servicios, rescatando la seguridad jurídica y diversificando las exportaciones. El valor del bolívar, ni de ninguna moneda, se puede rescatar por decreto ni discursos, sobrevaluando la moneda quemando divisas ni, mucho menos, alimentando la inflación con el IGTF.

@joseagilyepes

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