Entrevistas

Padre Alfredo Infante: “Ahorita conversar es de vida o muerte”

Está emergiendo una nueva cultura, una nueva mentalidad, un nuevo sujeto”, dice el sacerdote jesuita

En el mes de septiembre cumplió seis años viviendo en la comunidad de los padres jesuitas de La Vega, quienes llevan 30 años evangelizando en ese sector. Es sacerdote en la parroquia San Alberto Hurtado y José Gregorio Hernández, y el 23 de noviembre fue nombrado Provincial de la Compañía de Jesús en Venezuela.

El viernes 16 de diciembre acudió a los Bloques 1 y 2 de Los Mangos para oficiar la primera Misa de Aguinaldo, dentro del ritual católico de las Novenas, que se extienden hasta el 24 de este mes, día de Navidad; con la intención de preparar a los creyentes para el nacimiento del Niño Jesús.

En la planta baja del bloque los feligreses lo aguardaban. Mujeres, viejitos, jóvenes, y muchos niños, organizados en un coro de canto, le dieron la bienvenida.

Alfredo Infante los saluda, les abraza, y cuando una de las asistentes a esta misa al aire libre, la cultora popular Estílita Ruiz, le advierte: “Mira, escuché que te vas para el Colegio San Ignacio”; él solo responde con una sonrisa.

Estílita Ruiz, vecina del Bloque 1 de Los Mangos, La Vega

Infante no se irá de La Vega. Eso ha dicho. Sí, es el nuevo Provincial de la Compañía de Jesús. Sí, es como decimos popularmente en Venezuela “un chivo” (persona que ostenta poder en su área de acción). Pero él recalcó una y otra vez durante esta entrevista que no se trata de un cargo para lucirse o mandar sino, por el contrario, para servir.

Después del recibimiento de los vecinos, de las parrandas y aguinaldos entonadas por ese coro de ángeles, y de celebrar la eucaristía sobre una mesa sencilla, resguardado por frondosas matas de plátano en la tierra y de estrellas en el amplio cielo; Infante regresa a pie a la casa parroquial y allí, luego de cenar con una hallaca, se sienta a conversar sobre su vida, su formación, sobre los retos de este nuevo cargo y también, obviamente, sobre el país.

Alfredo Infante oficia la primera Misa de Aguinaldo en el sector Los Mangos, La Vega

“Esta misa a la cual asistimos hoy es una terapia, pero no para poner un pañito caliente. Allí hay una simbología de reencuentro que fortalece. El vecino que quería hablar y no podía, eso significa que allí hay una fuerza que se está expresando y que la gente la está viviendo.

Esa simbología del encuentro significa que la gente va construyendo lo sapiencial. Si bien estamos en una época de poder arbitrario, de censura y de autocensura; también es verdad que como nunca en nuestro país ha habido iniciativas comunitarias y sociales que se están dando disgregadamente, y lo que hace falta es articularlas y encauzarlas para que sean una fuerza social.

Como el Estado se ha encogido, ya la gente no está esperando nada ni del Estado ni de la oposición. La gente empieza a decir: “Si yo no resuelvo mis asuntos nadie lo hará por mí”. Eso significa que está emergiendo una nueva cultura, una nueva mentalidad, un nuevo sujeto”, dice el sacerdote jesuita.

– ¿Qué significa ser Provincial de la Compañía de Jesús?

La Compañía de Jesús es una orden religiosa que tiene su gobernanza. Se parece a una congregación, pero no es exactamente así. En la Iglesia está la vida religiosa y el clero diocesano.

En esta última están los obispos y después los curas párrocos, que ellos estudian en los seminarios, se ordenan y su vocación es atender la pastoral parroquial, aunque algunos tengan otras misiones también.

Después está la vida religiosa, que vivimos en comunidad. El clero diocesano no tiene el mandato de vivir en comunidad.

El nuevo Provincial de la Compañía de Jesús de Venezuela dentro de un Jeep, en La Vega

En la vida religiosa hay órdenes y congregaciones. Las órdenes religiosas son pocas: benedictinos, agustinos, dominicos, franciscanos, jesuitas, carmelitas y escolapios.

Los jesuitas tienen una gobernanza interna, donde está el padre general, que en este momento es Arturo Sosa, que es venezolano. Después, la Compañía de Jesús, a lo largo y ancho del mundo, está dividido en provincias. Venezuela es una provincia, como lo es Colombia. Hay provincias donde se han unido varios países, pero en el caso venezolano nosotros somos una provincia que dependemos, por supuesto, del padre general, Arturo Sosa.

Somos alrededor de 16 mil jesuitas diseminados en 80 países por el mundo, organizados en provincias.

– ¿Por qué Arturo Sosa lo escoge como nuevo Provincial de la Compañía de Jesús? ¿Quién lo era antes que usted?

Antes era un compañero que se llama Rafael Garrido, que venía del Movimiento Juvenil Huellas, era su director. Aunque quien decide es el padre general, los procesos en la Compañía se hacen de una manera muy participativa. Primero se hace una consulta a toda la provincia de Venezuela, alrededor de 100 jesuitas activos. Todos los jesuitas dan algunos nombres, de allí sale una preselección de posibles provinciales. De los más votados, se sacan como diez nombres. Luego se va a otra consulta y salen tres y los resultados de esta última consulta se envían a Roma, junto con informes. Allá estudian todos los casos y de acuerdo al momento que vive el país, en oración, se ve quién puede asumir esta responsabilidad.

– ¿Cuánto tiempo tiene cada Provincial en su ejercicio?

Son tres años con prórroga para tres años más.

– ¿Usted sabe con quién se midió, quienes fueron los otros dos?

Me hace gracia tu pregunta. Eso no es necesario. Para nosotros no es ni un certamen ni una elección política. Es un proceso de discernimiento. Todo eso se hace en el marco de un proceso de oración.

– ¿Rezan para escoger a un Provincial?

No es tan simple. Lo primero es tomar conciencia de la situación del país, y tomar conciencia del papel de la Iglesia ante esta realidad. Luego, tomar conciencia del papel que la Compañía de Jesús debe jugar dentro de la Iglesia, y su misión en el país; y de acuerdo a eso se ven los perfiles requeridos.

Los perfiles normalmente están por encima de los currículos. Imagínate que tú pensaras en el perfil del presidente que necesita Venezuela. ¡Te va a salir un perfilazo! Ahora, ¿conseguirás a una persona que cumpla con ese perfil? No. Eso también nos pasa.

Tienes que discernir: dentro de las personas que hay, cuál sería la persona que podría tomar algunos puntos de ese perfil, que lo tiene incorporado, y que podría llevar la misión de la Compañía de Jesús dentro de la Iglesia, ante el país.

Infante dialoga con los feligreses en la Misa de Aguinaldos del sábado 17 de diciembre, en el sector El Araguaney, La Vega

– ¿A usted la decisión se la comunicó el propio Arturo Sosa?

Después de conformar esa terna, con esos tres nombres que fueron a Roma con sus respectivos informes, se hace un proceso de discernimiento, se elige en oración a la persona. Posteriormente, se le comunica al equipo de gobierno actual, al que está en funciones, el que ha sido nombrado, para que lo comunique a la provincia.

Por eso hablamos de nombramiento, porque se hace un proceso muy participativo; pero, al final, no elegimos, sino que proponemos.

A mí me agarró la noticia en Madrid, yo estaba en un seminario. Me llamó el actual provincial, el padre Rafael Garrido, y me preguntó si podía asumir el cargo. Puede ocurrir que no se cuente con las condiciones de salud o cualquier otro impedimento; y en la compañía es importante la disponibilidad y el compromiso.

– ¿Se alegró?

Creo que la asunción de una nueva responsabilidad siempre da sustico, pero como son procesos donde se ha hecho mucha oración y uno sabe que quien nombra lo hace para el bien de la Iglesia, del país, de la Compañía, uno siente que se deposita una confianza en uno y que uno no está solo; que hay mucha gente orando, que también hay mucha gente dispuesta a colaborar.

Me he admirado de la cantidad de mensajes de apoyo que he recibido, de personas que me han expresado su disponibilidad. Ha sido una diversidad de personas, de distintos sectores, de distintas tendencias políticas y de distintas partes del país. Y a nivel de Iglesia, de distintas congregaciones religiosas. Que me han dicho: “Padre, oramos por usted, cualquier cosa que necesite, estamos a su orden”.

Me parece que hay allí mucho ánimo y eso sí me ha dado alegría y consolación. También hace que sienta una responsabilidad muy grande. Siento que no lo hacen porque se trate de mí, porque soy Alfredo, sino por la misión, que en caso de que se les convoque, están dispuestos a ofrecer su voluntad.

– ¿Cuáles son sus funciones como nuevo Provincial?

Nuestra consigna es: “En todo, amar y servir”. Entonces, me corresponde, en la gobernanza, ese carisma. No se trata de que sea una cuestión de poder sino de servicio; y que sea este un servicio de escucha.

Uno tiene que luchar contra sus propios demonios para evitar aquellas tendencias que no sean tan humanizadoras y lograr, más bien, que lo mejor de uno se ponga al servicio de la gente.

Para nosotros el tema del servicio es muy importante, de allí que nuestro carisma sea: “En todo, amar y servir”. Por eso es que no creo que sea un cargo de poder, sino un nombramiento que implica responsabilidad y servicio. Lo que quiero es que al final de mi gestión se diga: “Aquí estuvo un servidor”.

Vecinos de La Vega llevan a sus niños a la Misa de Aguinaldo del sector Araguaney. Confían en que se trata de una herramienta para alejarlos de la delincuencia y los vicios

De eso se trata la gobernanza. La Compañía de Jesús tiene obras emblemáticas: la UCAB, el movimiento de educación popular Fe y Alegría, el movimiento Huellas, los colegios de la Compañía de Jesús: el colegio San Ignacio en Caracas, el colegio Gonzaga en Maracaibo, el colegio Loyola en Puerto Ordaz.

– ¿No le atemoriza tanta responsabilidad?

Se trata de liderar un proceso que ya está andando, donde trabaja gente muy valiosa y muy responsable. A uno lo que le toca es ser el acompañante, el animador: lo que toca es poner a la gente a pensar, a soñar, en medio de un país donde, por ejemplo, hay un deslave educativo.

– ¿Y sus funciones como párroco en La Vega?

Yo todavía no estoy ejerciendo como nuevo Provincial. La toma de posesión será el próximo 14 de enero.

– ¿Dejará de ser párroco?

Por supuesto, sí. Voy a seguir viviendo aquí, en la comunidad, en La Vega; pero otro sacerdote tomará esa función.

– ¿Cómo será el ejercicio de sus funciones en términos prácticos?

Lo importante es la diferencia entre gobierno y Estado. El Estado son las instituciones y estas, que forman parte de la misión apostólica de los jesuitas en la Compañía de Jesús, están funcionando. No me esperan hasta el 16 de enero para ponerse a funcionar.

Todo eso está funcionando con procesos y dinámicas propias. Lo que hay es un cambio de gobierno; y un gobierno entendido como liderazgo en el servicio.

Gracias a Dios, en las obras y en el cuerpo de la Compañía hay un reconocimiento de quien es Provincial. Uno lo que tiene es que alinear los esfuerzos y las obras ante los desafíos del país. A mí lo que me toca es liderar que todas estas instituciones, que forman parte de lo que nosotros llamamos el cuerpo apostólico de la Compañía, se alinee a lo que requiere el país en estos momentos.

– ¿Podría darme un ejemplo práctico de lo que hará al asumir el cargo?

Por ejemplo, con la dolorosa muerte del rector de la UCAB, José Virtuoso; a mí me toca, una vez comience el proceso de discernimiento, con las autoridades encargadas de la universidad; nombrar al nuevo rector.

– ¿Cuáles serían las prioridades al momento de ejercer su cargo?

Nosotros tenemos un Plan Apostólico, que tiene unas opciones fundamentales. La primera opción corresponde al trabajo entre los pobres y para los pobres. No solo como asistencia, sino para formar sujetos. Tejido comunitario, tejido social, es una línea.

– ¿En esta línea, cuál sería el ejemplo práctico?

Aquí es clave el fortalecimiento de la misión de Fe y Alegría. Fortalecer todas las opciones que tiene esta institución respecto a la educación de calidad. Queremos que la educación tenga un impacto en el tema de la superación de la pobreza.

A mí lo que me corresponde, fundamentalmente, es garantizar que la Compañía de Jesús, con los sujetos que están allí (jesuitas, trabajadores y colaboradores), vayan en la línea de espíritu que la Compañía requiere en este momento, de cara al país, en el tema educativo.

Coro de niños de los bloques 1 y 2 del sector Los Mangos, en La Vega

Con respecto a la UCAB, esta ha venido trabajando el tema de qué significa una universidad enraizada en el país, pero que, al mismo tiempo, se ponga a la altura del tiempo en esta era del conocimiento: cómo mantener una calidad educativa competitiva global sin perder el horizonte de responder a los desafíos del país, ni tampoco el horizonte de la solidaridad social.

Ya hay mucha gente echándole coco a eso y uno lo que tiene es que garantizar que esas reflexiones se vayan profundizando.

En definitiva, la misión de la universidad es acortar las brechas socio culturales del conocimiento, que no haya tanta desigualdad en ese sentido; pero al mismo tiempo sea una universidad que no se encierre en sí misma, sino que le hable al país y afronte sus desafíos.

A uno le toca, como Provincial, acompañar y liderar todo ese tipo de iniciativa.

– ¿No le da miedo tanta responsabilidad?

No, por dos razones. La primera, es que nosotros los jesuitas asumimos estas responsabilidades como un acto de fe. Sabemos que esto no es nuestro, que esto es de Dios, y que con su gracia se sale adelante. Como le dijo el ángel a María: “Para Dios nada es imposible”; y cuando uno se pone en esa actitud, el espíritu de Dios te da la sabiduría, te da la confianza.

No digo que no vaya a fracasar o a tener miedo; pero también Dios nos da la capacidad de procesar y superar nuestros fracasos y miedos y seguir adelante. Cuando uno siente que esto es de Dios, sabe que esto será fecundo, que será para bien.

Y, en segundo lugar, uno pone lo que ha sido la experiencia del trabajo de uno dentro de las obras de la Compañía y, como te decía, hay mucha gente dispuesta a arrimar el hombro. Hay mucha gente que ya lo está haciendo. Yo no llego como un paracaídas a inventar nada; aquí ya hay gente que viene trabajando.

Por supuesto, ante esos desafíos lo que hay que tener es un pensamiento estratégico que sea capaz de no perder el horizonte, sino que sea capaz de afrontar los retos que se vienen. Creo que el año 2023 será un año difícil para todos los venezolanos y justamente allí es donde la Iglesia está llamada a ejercer un papel importante. Me tocará liderar una compañía con mucho impacto en el país: en lo social y en lo educativo.

Biografía mínima

– ¿Cuándo se inició en esta orden religiosa?

Tengo 59 años de edad, y entré a los 22. Tengo 37 años en la Compañía de Jesús.

Yo nací en Barranquilla, Colombia, pero llegué a Venezuela, a la ciudad de Maracaibo, a los dos años; en los brazos de mis padres. Me siento venezolano. Estudié la primaria aquí, y luego me formé como maestro integral normalista; donde egresaban los mejores maestros de este país.

El normalista era un misionero y un apasionado de la educación. Yo hasta lloro cuando hablo de eso, porque esa es mi primera vocación y cuando en alguna presentación me la saltan, yo lo recalco, porque para mí eso es un orgullo.

Cuando tú ves modelos educativos como el alemán, es un modelo montado sobre la profesionalización de la educación, pero en Venezuela siempre hemos tenido el mito cultural de los títulos universitarios. Eso está bien, pero al mismo tiempo pareciera que quien no va a la universidad, en este país no es nadie, lamentablemente.

-¿Cómo se hizo cura e ingresó a la Compañía de Jesús?

Cuando era un niño, en el barrio donde vivíamos no había escuela. Entonces, mi mamá, migrante colombiana con tercer año de bachillerato, al ver que no había escuela comenzó a enseñar a leer y a escribir a los niños del sector; y como también era enfermera, atendía a los enfermos.

Yo aprendí con mi mamá, Fanny Silvera, porque ella me ponía con los más chiquiticos y me pedía que los enseñara a leer.

Entonces, yo desde los cinco años ya estaba enseñando a otros niños. Mi ejercicio docente comenzó a esa edad. Por supuesto que cuando llego a tercer año de bachillerato quiero ser maestro. Me voy a la escuela normal y me hago un misionero de la educación.

Trabajé en Fe y Alegría y ahí creció mi vocación misionera de enseñanza integral. Después estudié Educación en la universidad Simón Rodríguez, sin terminarla porque la misma práctica educativa me fue llevando a un compromiso mayor y decidí ingresar en la Compañía de Jesús.

Éramos misioneros en barrios muy pobres de Maracaibo, y así fue como empecé a sentir que había algo en mi corazón que me llamaba a un servicio mayor.

– ¿Por qué la Compañía de Jesús?

Esa es otra larga historia. En el barrio donde me crie llegó un sacerdote que se llamaba Acacio Belandria. Él era el padre del Nula, Apure, que hacía todas esas denuncias sobre la guerrilla y los paramilitares.

Él me marcó mucho en su manera de ser sacerdote. En el barrio nos hizo ver la importancia de exigir las reivindicaciones sociales. Yo crecí en una fe muy integral. Una fe que tenía que ver con la justicia por los derechos humanos y ese tipo de cosas. Más adelante me enteré que era jesuita, cuando me decidí a entrar en la Compañía de Jesús.

– ¿Cuánto tiempo le llevó formarse como jesuita?

La formación dura entre 12 y 14 años. Comienzas con dos años del Noviciado, ahí estudias espiritualidad, el carisma, la historia, y las constituciones de la Compañía de Jesús. Yo hice mi noviciado en Barquisimeto.

Nosotros somos místicos: se trata de estar en el mundo buscando a Dios; y para eso es la oración. Y también tenemos experiencias en los hospitales, hacemos ejercicios espirituales (un mes de silencio y oración), hacemos experiencia campesina, así como también íbamos a las fábricas.

Después de esos dos años, estudiamos cuatro años de Filosofía. Yo hice tres años en la UCAB. Luego haces trabajo apostólico. Yo me fui a Ciudad Guayana y fui coordinador del trabajo apostólico y pastoral. En ese tiempo fundamos muchas escuelas.

Después estudié cuatro años de Teología en el ITER. Y, a la par, trabajé en los bloques 29 y 30 de la parroquia 23 de Enero. Eran años de mucha violencia, del año 92 al 95. Después me fui a África.

– ¿Por qué escogió África?

Eso tiene que ver con mi historia de migrante. Desde joven, cuando era maestro, yo veía que muchos niños no tenían acceso a la educación, por ser migrantes colombianos. Así que también enseñé a niños refugiados colombianos, como en algún momento lo hizo mi mamá.

Con toda esa experiencia de migración y de conflicto en Colombia, escuché la historia de mi abuelita, que había sido desplazada interna; esto hizo que creara en mí una conciencia acerca de la migración y el refugio.

Entonces cuando entro en el Noviciado de Barquisimeto, en el año 1985, descubro que dentro de la Compañía de Jesús existe el Servicio de Jesuita al Refugiado, SJR, y que se dedica al tema del refugio.

Yo tenía esa inquietud por mi historia. De allí que cuando descubro eso comencé a profundizar el tema del refugio, desde el carisma de la Compañía de Jesús.

Empecé a leer documentos sobre el tema migratorio, sobre el tema de refugio. Y después, cuando estudié Filosofía, convierto el tema de la migración y del refugio en un tema filosófico, comencé a analizar el fenómeno humano de los conflictos y la guerra.

Ha sido una línea de estudio para mí, y de experiencia de vida.

– ¿Y de allí a África?

Cuando terminé la Filosofía me ofrecí a la misión para servir en el Servicio Jesuita al Refugiado, donde hiciera falta; pero me dijeron que no, que todavía me hacía falta madurar más porque esos contextos son muy fuertes.

Me mandaron a Ciudad Guayana, estado Bolívar. Trabajando con Fe y Alegría vi que allá estaba el tema de la migración guyanesa, y con la inquietud que yo tenía, creamos una escuelita para niños guyaneses migrantes.

Estando allá, en la Diócesis de Ciudad Guayana, comenzamos a proponer la creación de un centro de Derechos Humanos de atención a los migrantes y se creó el centro Humana Dignita que después se convirtió en un centro de DDHH más amplio.

Después vengo a Caracas a estudiar Teología y también allí quise reflexionar el fenómeno de la migración. Cuando terminé los estudios me ofrecí al SJR, y me dan dos opciones: la zona de áfrica de los Grandes Lagos (República Democrática del Congo, Uganda, Ruanda, Burundi, Kenia, Tanzania y Zambia), y Angola, que en ese momento estaba en un proceso de pacificación.

Decidí irme a Angola. Estuve allí tres años intensos. Lamentablemente la guerra recomenzó y tuve que salir como refugiado. Allá se estaba dando un proceso de reconstrucción nacional y a nosotros nos tocó acompañar a las comunidades eclesiales para ir haciendo sostenible el proceso de repatriación; así como atender a los que se quedaban.

Algo parecido a lo que está pasando acá ahora: los que se quedan y los que se fueron. Y cuando los otros regresaban cómo integrarse. Allá llegamos a fundar 14 escuelitas. Después de que se recrudeció la guerra, tuvimos que huir. Yo estuve en la frontera de Zambia atendiendo a los angolanos, y luego me vine para acá.

Cuando llegué me nombraron formador de los teólogos aquí, pero era la época del Plan Colombia entonces me pidieron que acompañara a los párrocos en la frontera para atender el tema de refugio.

Estamos hablando del año 1999, cuando comienzo a trabajar en el Alto Apure. De allí nació el SJR, Servicio Jesuita a Refugiados, en Venezuela. Una pastoral social encargada de los derechos humanos de los refugiados.

Después me nombraron director del SJR para América Latina y el Caribe, cuando ni siquiera existía esta dirección porque antes solo funcionaba como coordinación.

La política como grado sumo de la caridad

-¿Cuál debe ser el papel de la Iglesia en un país en crisis? ¿Cuál es la frontera, hasta donde pueden llegar las denuncias sin que por ello sean considerados un partido político?

Mira, yo siempre suelo decir que en Venezuela estamos en una encrucijada muy delicada. Puede que este gobierno recorra el camino de Nicaragua y Cuba. Está ocurriendo en Nicaragua que sales del país, haces un curso, por ejemplo, en España y cuando estás de regreso, aún siendo nicaragüense, no te dejan entrar. Esa es una posibilidad aquí también.

La otra posibilidad es que dado el triunfo de Petro en Colombia y de Lula en Brasil, gobiernos con un perfil de izquierda más democrática, ambos guíen a Venezuela hacia otra ruta. Yo creo que a eso tenemos que apostar.

Ahora, ¿qué significa esto? En un país donde no hay estado de Derecho, la Iglesia tiene bíblicamente dos misiones: la misión profética y la misión sapiencial. La primera es de denuncia, que este tipo de gobierno puede leerla y percibirla y responder como hacen en Nicaragua: que desaparezcan a la gente, o la maten o la torturen o la saquen del país.

Lo sapiencial, que tiene que ver con la sabiduría, es pensar en cómo construir alternativamente caminos en medio de este desbarajuste. Preguntarnos qué estrategias emplear no para quedarnos callados, sino para denunciar con un perfil que no genere esa reacción de parte del otro.

Estamos en un momento donde el desafío es ser sabios, para mantener la misión que tenemos que mantener sin callar; y que la voz o la denuncia que hagamos tenga incidencia, pero sin que genere más represión.

Los jóvenes de La Vega también asisten a las Misas de Aguinaldos

– ¿Ya lograron ese hallazgo, saben cómo hacerlo?

Ese es el discernimiento que hay que hacer. Esto significa buscar los modos de construir en medio del caos. Y cómo defender los Derechos Humanos, en medio de un Estado que persigue y maltrata.

-Pareciera que por su respuesta no se sabe muy bien cómo actuar. Todo es aproximativo, incierto.

En estos momentos la censura y la autocensura está a todos los niveles. El desafío es cómo mantener los espacios para que no haya más cierre de espacios y cómo desde allí ir abriendo posibilidades todavía de mayor apertura. Cómo evitar que Venezuela avance hacia los caminos de Nicaragua o Cuba, y más bien avance hacia sistemas más democráticos.

Esto tiene que ser muy bien discernido y estratégico.

– ¿Cómo lo piensa hacer?

Hay algo importantísimo que hay que ir haciendo en estos momentos. Tenemos que ir propiciando espacios de encuentro. Espacios de diálogo, de reflexión. Ahorita conversar es de vida o muerte. Todo espacio que sea de construcción de tejido comunitario, tejido social, amistades, conversar es importante. La conversación es terapéutica. Desde el punto de vista familiar, social, comunitario.

-Usted acompañó a Juan Guaidó, cuando este ofreció una alternativa al país. ¿Qué quedó de todo aquello?

Sí, uno comete errores. Creo que el año 2019 fue un momento cuando se abrieron posibilidades y en este marco, hubo grupos y gente que pensó que era posible incidir para que esa opción encauzara e interpretara el clamor de la gente.

Cuando se abre una posibilidad de transformación política tú tienes que discernir si te retiras o actúas para que esa posibilidad prospere en la dirección que tú crees beneficiará a la mayoría del país. Si te retractas y no actúas, pecas de omisión.

Entonces, se abrió una oportunidad y con ella la ambigüedad de no saber qué dirección tomará. Hubo mucha gente, como era mi caso, que pensó que esa opción se podía encauzar de la mejor manera, y reinterpretaría el clamor popular que anhelaba una transformación.

Lamentablemente no fue así. Eso en muchas ocasiones, cuando tuve la oportunidad de plantearlo, lo hice, y muchas fuerzas sociales lo plantearon; lamentablemente nuestro liderazgo político es sordo, con el perdón de los sordos.

No hay peor sordo que el que no quiere oír, y tenían una agenda que no era la agenda real, social, de interpretación. Terminó siendo la agenda de los Estados Unidos y de un grupito que lamentablemente lo que hicieron fue prolongar esta situación y que ahora, uno a veces se pregunta, con todo lo que ha pasado con Monómeros, uno pudiera pensar que hay interés en que el status quo siga, para que se mantengan ciertos privilegios.

Para responder a tu pregunta te puedo decir que, de mi parte, con honestidad, yo siempre estaré apostando a participar y revisar cómo puedo incidir para que esa posibilidad que se abrió se despliegue a favor de la gente.

En este caso fracasamos, pero se sigue apostando al abrir de nuevas posibilidades y alternativas.

-Entonces la frontera es muy tenue: la Iglesia no se quedará callada en las denuncias y esto no significa que se convierta en partido político.

Durante los años de democracia, la Iglesia siempre ha sido una voz crítica, y lo seguirá siendo. La Iglesia tiene una dimensión política importante y son sus obras de caridad: dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, visitar al enfermo, al prisionero y, según la enseñanza social de la Iglesia, la política es la más elevada expresión de la caridad.

Tú puedes dar de comer a una persona, pero si diseñas una política pública de alimentación, podrías erradicar el hambre. Por ello la Iglesia sí tiene que meterse en la política, porque la Iglesia piensa en el bien universal.

– ¿Desde su nuevo cargo podría llamar a Miraflores para solicitar una audiencia y hablar con Nicolás Maduro?

Todo lo que sea conversar, dialogar, para buscar mejorar las condiciones de vida, para defender los DDHH, transformar, todo eso es necesario. Nuestro recurso es la palabra.

– ¿Cómo creer cuando tantas veces se han irrespetado los acuerdos?

Cuando se negocia para transformar una situación, tú no dialogas con el que quieres sino con el que tienes que dialogar. Es una apuesta que entraña siempre el riesgo del fracaso, pero también entraña la esperanza; porque en el fondo los que actuamos de buena fe somos personas de fe y siempre vamos a creer que en todo corazón humano hay un resquicio de conciencia que se puede abrir a una nueva manera de comprender y de actuar.

– ¿Qué tanto puede hacer un provincial de la Compañía de Jesús para ayudar a resolver la situación de los presos políticos del país?

El provincial es un ciudadano más, con unas responsabilidades personales dentro de una organización. No es un mago, ni un superhéroe ni un mesías. Es un ciudadano dispuesto a escuchar y acompañar, a la vez de solidarizarse; pero no es un cargo de poder. Es un cargo de servicio, y debo ser responsable.

– ¿Qué significan las Misas de Aguinaldo en este contexto de tierra arrasada?

Dada la fragmentación que hay en el país, por el tema socioeconómico, el acceso a la salud, la emigración, la pulverización de los salarios; el poder encontrarnos para poder tejer vínculos, es el mayor aporte y especialmente en este tiempo de Navidad es clave.

Las Misas de Aguinaldo y las hallacas tienen que ver con el reencuentro y entonces se convierte en signo de esperanza. Por supuesto que esto no significa que ya nos hallamos reencontrado, pero esos pequeños signos te atraen y te despiertan la esperanza de decir que el reencuentro es posible; y esto es lo más importante. Esto es evangelizar.

Vecina del Bloque 1 de Los Mangos, La Vega, acude a la Misa de Aguinaldos en el primer día de la Novena de Navidad

-¿Las misas entonces van más allá de reunirse temprano para cantar parrandas?

Las misas son una estrategia pastoral de reconstrucción del tejido social y eclesial; por eso es tan importante lo que el papa Francisco lleva rato diciendo, que la Iglesia tiene que salir de los templos, caminar con la gente, y encontrarse en espacios abiertos donde interactúe, para ir reconstruyendo los tejidos.

Van más allá de la tradición. Se trata de una fuerza que permite tejer vínculos y de cultivar esos espacios. Son pequeños grupos, pero con mucha fuerza y la gente sale animada.

De todo mi trabajo en La Vega, yo diría que lo más valioso ha sido el ayudar al acercamiento entre los vecinos. Algunos de ellos me han dicho que antes vivían cerca unos de los otros y no se conocían. La gente ha ido fortaleciendo vínculos y eso lo agradecen.

Creo que, en este momento, desde el punto de vista pastoral lo más importante es fortalecer vínculos comunitarios, tejido comunitario; porque eso, ante tanto golpe, nos acerca y permite que la fuerza de Dios nos sostenga.-

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