Comunicadores sociales y profetas de la esperanza
Los signos de pérdida del miedo y aumento del compromiso cívico
Dagoberto Valdés Hernández:
El comienzo del año 2023, los cambios en la política migratoria, el declive de los coyotes y la necesidad de patrocinadores, la desesperada opción por huir de este país, sobrevivir en la calamidad, la ausencia de cambios efectivos, necesarios y urgentes, a la par de que, otra vez, Cuba es tratada según el vaivén de la política interna de los Estados Unidos, entre otros factores, provocan una desorientación que crea desestabilización personal y social que, también, aumenta la angustia existencial.
Tal parece que es la historia interminable del sufrimiento de los cubanos. Algunos hablan de que esto es consecuencia de la superficialidad de los cubanos, otros que es el llamado “karma”, otros que es el “destino”… Algunos concluyen categóricamente que Cuba merece lo que tiene. Otros responden como una letanía inconsolable: de nada sirve nada de los que hacemos, ni pensar, ni educar, ni informar, ni el activismo pacífico, ni el permanecer en Cuba. Nada sirve, según estos cubanos, sino la violencia o el abandono de toda esperanza. Yo me afinco en la esperanza.
Las cuatro patas del gato
Pero la mía es una esperanza que no confundo con la ilusión, ni con la ingenuidad, ni con la alienación llamada “opio de los pueblos”. Es una esperanza que se afinca en una realidad que, muchos ignoran o desprecian. Las cuatro patas de la mesa de esa esperanza pueden ser:
1. La convicción de que la naturaleza humana está creada para la libertad y la responsabilidad. No puedo creer que los cubanos seamos de una naturaleza inferior al resto de las naciones que han logrado la libertad y la democracia, a pesar del daño antropológico causado por el totalitarismo en Cuba. Ese daño no diluye la esencia.
Su sanación es posible. Esto da esperanza y la afinca en la realidad.
2. Los signos de pérdida del miedo y aumento del compromiso cívico: Los éxodos imparables y crecientes, las continuas denuncias y manifestaciones en la calle, junto a la toma de conciencia de la comunidad internacional y de las sociedades civiles acerca de la verdadera naturaleza del régimen cubano. Esto da esperanza y la afinca en la realidad.
3. El empecinamiento para no hacer los cambios estructurales hacia la democracia, perdiendo la poca capacidad de maniobrabilidad y de gobernabilidad, al mismo tiempo que genera mayor convencimiento de lo irreformable del modelo. Así cae el mito de lo que nunca fue. Esto da esperanza y la afinca en la realidad.
4. La creciente toma de conciencia de la necesidad de una visión de futuro consensuada y la creciente emergencia de propuestas de transición pacífica concebidas dentro de la Isla como en la Diáspora. La resistencia creativa se agota en las cosas materiales y deviene en un “fenómeno de cansancio y vejez”, como describió San Pablo VI al ateísmo materialista. Solo la libertad interior puede ser creativa.
No hay futuro sin visión y sin propuestas. Y ya Cuba las tiene. Son los brotes verdes luego de la poda. Y esto da mucha esperanza y la afinca en la realidad, que es la fecundidad constructiva de futuro.
“¿Quién le pone el cascabel al gato?”
Pero no basta ser profetas de la esperanza, es necesario ser formadores de estados de opinión fundamentados en la verdad y la propuesta. Una vez más acudo a uno de los dos pilares del proyecto fundacional de Cuba, el Venerable Padre Félix Varela cuya causa de beatificación se agiliza. Su visión del cambio en la Cuba que vivió, recibió casi las mismas críticas de sus contemporáneos y compatriotas. Govantes, “el ciego que vio claro”, siendo uno de sus alumnos, al recibir la visión filosófica ecléctica concebida en Cuba y para Cuba, al captar lo novedoso de sus propuestas pero lo alto de su pensamiento, le preguntó desafiante: “Padre, ¿Y de qué sirve todo esto?”… muchos de los cubanos de hoy nos preguntamos de qué sirve pensar, proponer, dar razones de nuestra esperanza. Varela, más que una respuesta inmediata, que seguramente le habrá dado, años después, con su lenguaje criollísimo siendo un enorme pensador, recobraría el símil del “gato”.
En efecto, para responder a otros muchos cubanos que le espetaban continuamente que era imposible acceder a la libertad bajo el yugo español con la desalentadora frase del refranero popular: sí, todo esto está muy bueno, pero “¿quién le pone el cascabel al gato?” El Padre Varela no le responde quién le pondría el cascabel, le responde que no sería él “con sus papeles”. No contribuyó a crear un “caudillo salvador”.
Por el contrario, Varela atribuye la solución del cambio a una dinámica social, a una obra comunicacional, especialmente ejercida por los creadores de la opinión pública. Vuelvo sobre esta cita vareliana que pudiera parecer superficial o pueril pero que considero es una de las visiones más adelantadas, creativas y eficaces del Padre Varela. Él argumenta, con la mayor sencillez del mundo, un asunto tan grave como diseñar una estrategia de opinión pública consensuada para alcanzar la libertad de Cuba:
“… ¿quién le pone, dicen el cascabel al gato? Seguramente no se lo pondrían los que hacen tal pregunta, mas yo haré otra: ¿es preciso ponerle cascabel al gato? Fórmese la opinión, y basta; perciba todo el mundo que los ánimos están de acuerdo, y entonces ya que van de refranes, yo responderé que gato escaldado, del agua fría huye. Nadie ignora la irresistible fuerza de la opinión, y cuando ésta se consiga, yo aseguro a esos amedrentados que no faltará quien opere, y sin violencias ni estragos como se imaginan muchos” (Félix Varela. El Habanero. Tomo I, número 4. “Carta del editor de este papel a un amigo”. Obras Completas. Tomo III, p. 240).
Comunicación y esperanza es un binomio transformador. Esperanza realista y activa, junto a la creación de estados de opinión afincados en la verdad, es camino eficaz para la libertad. Por una parte, la esperanza ilusoria o pietista es alienación. Es necesaria una esperanza que sondee la realidad en busca de razones para la esperanza. Y por otra parte, una opinión pública que fomenta el desaliento y paraliza los pequeños esfuerzos por la libertad con su pesimismo irredento es, por lo menos, ceguera cívica, o imprudencia política, o confundir la convicción de que un sistema es irreformable con responder ante cada propuesta o señal de esperanza, con la desalentadora frase de que: “eso está muy bueno, pero… ahí no cambiará nada hasta que eso no cambie”. Es el inmovilismo que se pisa la cola. Es el desánimo en alianza con el poder.
Desanimar, decir continuamente que nada puede cambiar, solo sirve a los que no quieren el cambio. La alianza entre los profetas de la esperanza y los comunicadores sociales es una eficaz estrategia para los cambios constructivos hacia la democracia en Cuba.
Ojalá que los comunicadores sociales sean tan objetivos en la verdad como creadores de estados de opinión que destaquen y difundan los signos de esperanza y de cambio que han existido, existen y existirán dentro y fuera de la Isla. Cuba tiene una matriz de libertad, hay que renacer desde esa matriz. Los cubanos compartimos con las demás naciones el ansia de libertad y progreso que está imborrablemente escrito en nuestra condición humana.
Comencemos este año 2023 fortaleciendo la comunión cubanísima entre comunicación social y profetismo de la esperanza. “Créase el estado de opinión y basta”: Ni gato ni cascabel. Será la libertad.-
9 enero 2023