Testimonios

«Para que el demonio actúe hay que abrir puertas… y yo abrí una»: tras años de espanto, fue liberado

Tom Hoopes relata el acoso demoníaco al que fue sometido a través de visiones durante años

Con el estreno en tan solo un mes de dos películas de exorcismos y demonios, Nefarious y la controvertida El exorcista del Papa, las posesiones en el imaginario colectivo tienden a mostrarse repletas de sucesos extraordinarios que violan todas las leyes de la física o la biología. Y estos casos suceden. Pero son muchos los exorcistas que han alertado durante su ministerio de que la posesión demoníaca es la menos frecuente de las intervenciones del mal en el día a día de las personas, y también de las menos peligrosas.

Y también lo hacen las víctimas. Uno de esos casos es el de Tom Hoopes, un católico normal, residente en Kansas (Estados Unidos), casado y padre de nueve hijos, con una amplia experiencia como escritor y editor en medios como National Catholic Register, habiendo publicado varios libros sobre Juan Pablo II, Francisco o la Virgen de Fátima. También dirige el exitoso podcast The extraordinary story, donde comenta el Evangelio y sus vivencias personales de fe.

Una de sus últimas entregas ha estado dedicada al endemoniado de Gerasa, que pasaba los días lamentándose y autoinflingiéndose castigos al estar poseído por «muchos demonios» que lo atormentaban hasta que el Señor los expulsó sobre una piara de unos 2.000 cerdos que se abalanzaron al mar, según relata el Evangelio de Marcos.

Fue tras comentar este episodio cuando Hoopes, relató una experiencia personal similar a la del endemoniado de Gerasa.

Sin levitaciones ni clavos, pero igualmente terrible

En ella no hubo levitaciones, balbuceos en latín o arameo ni clavos saliendo de su garganta. Precisamente de lo que quiere advertir es de que aunque las posesiones existen, los católicos deberían «olvidarse del demonio de Hollywood«, pues sus intervenciones suelen no ser tan aparatosas.

Hoopes explicó a sus seguidores como durante gran parte de su vida, las visiones sobre horribles suicidios se convirtieron en una rutina difícil de soportar. Nunca se llegó a plantear esta opción en su vida y conforme las imágenes seguían llegando, se acostumbró a ignorarlas.

«Pero luego comenzó a pasar más y más. Llegué a estar tan mal que durante más de 10 años ya no podía dormir sin un potente ruido blanco y que tenía que encontrar continuamente formas de mantener la mente ocupada», relata. Aquellas visiones le invadían continuamente excepto cuando se encontraba en una iglesia o en su turno de adoración nocturna.

La situación llegó a un extremo «insoportable» cuando las visiones se sucedían varias veces cada hora, oyendo continuamente voces que le repetían que no servía para nada.

Tom Hoopes es autor, entre otros libros, de «El rosario de San Juan Pablo II«. 

«Abriendo puertas al demonio» en la universidad 

Llegado este punto, Hoopes pidió ayuda a la diócesis. Uno de sus consejeros le recomendó rezar la oración de liberación y un exorcista acudió en su ayuda.

«Fue fascinante observar el proceso de exorcismo desde dentro. Las preguntas que me hacía dejaron claro que el demonio no se puede presentar en tu vida sin una invitación previa, sino que hay que abrirles puertas«, explica.

Algo que él no había hecho. O al menos no lo recordaba.

Pero haciendo memoria, recordó como en su época universitaria hizo algo aparentemente divertido e inocuo que nada tenía que ver con ouijas, brujería o adivinos.

«Un amigo muy pesado se sentó en una silla y repetimos una frase, una y otra vez como si fuese un conjuro -Hoopes no quiere repetirla ni por escrito- y después, con un solo dedo, podíamos levantar su silla sobre nuestras cabezas sin esfuerzo. Era como si flotase y luego lo bajábamos fácilmente. Fue increíble», recordó.

Todo paró cuando un compañero católico vio lo que hacían y les instó a parar de inmediato, advirtiéndoles de que estaban haciendo una práctica demoníaca. Y el grupo le hizo caso.

Décadas sometido a la influencia demoníaca

Hoopes, admirado por lo que acababa de suceder, no encontró ninguna explicación racional hasta pasados 30 años, cuando gracias al exorcista y al estudio de Santo Tomás de Aquino fue consciente de que los demonios «pueden afectar a los pensamientos y a la imaginación»: «Eso es lo que me pasó a mí, me abrí a un demonio y él se quedó influyendo sobre mis pensamientos».

La forma de solventarlo no fue la que Hoopes habría imaginado: por recomendación de dos sacerdotes, pasó 30 días rezando oraciones para perdonar a todo tipo de personas, familiares, conocidos, compañeros de trabajo, profesores, enemigos, vecinos…

«Me llevó una hora al día hacerlo en conciencia. Fue un proceso asombroso y liberador. El exorcista me explicó que el diablo se nutre de la falta de perdón», menciona.

Tom Hoopes.

Tras ser acosado por el demonio durante años, Tom Hoopes aprendió varias lecciones: alejarse de él y no parar de rezar fueron las más importantes. 

Hasta que encontró la paz y el perdón

Pasados los 30 días, se reunió con dos exorcistas, aunque en ningún momento de su intervención se mencionó nada sobre un «exorcismo»: el permaneció sentado en una capilla junto al exorcista rezando en latín con la estola sobre su cabeza… y ya. Al terminar, Hoopes recuerda caminar hacia el sol y sentirse «abrumado por la gratitud», incapaz de recordar otro momento en el que se sintiese tan «eufórico, libre y sin dificultades».

«Las visiones cesaron por completo, las voces que me acusaban de no servir para nada también. Ahora puedo dormir sin ruidos blancos, algo impensable antes. Todavía me sorprendo del silencio en paz por las noches», subraya.

Antes de concluir, destaca tres lecciones que ha aprendido durante años acosado por los demonios y tras un mes de liberación.

1º No temas al demonio

«Los coches son muy peligrosos y puede que estén pasando a tu lado a velocidades fatales, pero  no les tienes miedo porque sabes lo suficiente como para no ponerte frente a uno. Después de pasar por este proceso, le tengo menos miedo al demonio que antes. Sé lo suficiente como para no salir frente al demonio».

2º No pares de rezar

«Doy gracias a Dios porque siempre he tenido una fuerte vida de oración, con una Hora Santa semanal, a veces diaria, un rosario diario, confesión y comunión frecuentes… Ese es otro gran motivo para no tener miedo. Incluso cuando se puso peor, mi vida de oración me salvó durante décadas. Nunca tuve la tentación de replicar lo que veía. Me estremece pensar que hubiera pasado de no haber tenido una vida de oración frecuente».

3º Olvídate del diablo de Hollywood

En muchos casos, «las víctimas de la actividad del demonio no tienen experiencias alucinantes. No tocan mejor la guitarra ni están rodeados de intensos placeres ni dramas. Sus vidas son más mundanas que la nuestra, porque les molesta un insecto que no les deja en paz ni les da paz. Y eso es exactamente lo que es el diablo comparado con Jesús y María. Un insecto. No dejes que te diga lo contrario».-

J.M.C.

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