El Mundo
Stella entre la nostalgia y el amor
La Iglesia cubana ha vivido con mucho entusiasmo el paso de Stella por cada comunidad, pero también con mucha nostalgia
Julio Pernús
Después de transcurridos 25 largos años, el Cardenal Beniamino Stella regresó a Cuba para conmemorar la visita de San Juan Pablo II, transcurrida del 21 al 25 de enero de 1998. Stella que estaba de nuncio apostólico en el país cuando arribó el sumo pontífice polaco, visitó la Isla como representante del papa Francisco ante el pedido de la Conferencia Episcopal Cubana. Su paso por las diócesis cubanas ocurre en medio de una tangible tristeza social ante la peor crisis migratoria desde 1959 con la salida, en un año, de más de 250 mil personas y en medio de un pueblo agotado por una crisis económica que para varios especialistas supera al conocido periodo especial de la década del 90.
Con la llegada de Stella se inaugura también un jubileo nacional con motivo de un suceso histórico que un cuarto de siglo atrás, iluminó, por su trascendencia, el horizonte de un país. Juan Pablo II que visitó la mayor de las Antillas como Mensajero de la Verdad y la Esperanza, a decir del intelectual católico cienfueguero Miguel Albuerne “logró con su presencia hacer que los cubanos perdiéramos el miedo de confesarnos cristianos públicamente, y su visita nos dejó un rico legado en materia religiosa y social a través de sus homilías y discursos. Tras su partida, una fe renacida despertó en la Iglesia cubana el deseo de una nueva evangelización entre nosotros”.
Cada homilía de Stella ha evocado algún momento de aquellos días inolvidables de 1998. Su paso por cada comunidad ha sido motivo de alegría para un pueblo que lo recuerda con cariño y que, además, agradece con gestos concretos la sinceridad de su amistad. El Cardenal Beniamino al declarar el objetivo de su viaje afirmó: “con este viaje apostólico vengo, en nombre del Señor, para confirmarlos en la fe, animarlos en la esperanza, alentarlos en la caridad, sabiendo que la lógica de Dios nos enseña que la verdadera riqueza está en compartir en el amor”.
Su viaje ha sido mostrado con efusividad por la red de comunicadores y medios que poseen las diócesis del país. También ha suscitado polémica entre un sector de los católicos cubanos por la forma en que fue presentado su paso por los medios estatales y eclesiales. Entre los señalamientos que se pueden leer en las reflexiones de varios laicos con audiencia en las redes sociales predomina el sentimiento de incoherencia por la imagen que se ha brindado sobre esta visita, que parece transcurrir en un país donde todo marcha de maravillas. Por otra parte, causó malestar el enfoque de la televisión nacional controlada por el Partido Comunista que mostró en el titular: “Destaca enviado del papa Francisco las buenas relaciones entre la Iglesia católica y el Estado cubano”. En los escritos del entorno virtual sobre este tema se pudo leer: “las dictaduras no están para dialogar, no les interesa otro discurso que no sea el suyo. Sin manipulaciones, por favor. El fin de la Santa Iglesia no es tener fraternas relaciones con ningún gobierno”.
Stella, durante su paso por la Isla, ha dialogado con personas vinculadas a la disidencia, pero siempre advirtió que no estaba en Cuba como profeta para denunciar las injusticias sociales del sistema. Como enviado de Francisco su misión ha sido más enfocada en la creación de puentes que, de a poco, puedan ir abriendo caminos de esperanza. Por eso en una de sus homilías citando a Juan Pablo II dijo “que el pueblo cubano debe recorrer un camino de reconciliación, de diálogo y de acogida fraterna del prójimo, de todo prójimo. A esto se le puede llamar: el Evangelio social de la Iglesia”.
La Iglesia cubana, que está viviendo en varias de sus comunidades un proceso de reflexión y puesta en marcha del camino sinodal, ha vivido con mucho entusiasmo el paso de Stella por cada comunidad. Él en sus encuentros con seminaristas les ha insistido en que “Cuba necesita más que nunca sacerdotes cubanos, que amen a su pueblo, del cual forman parte y en el seno del cual Dios los ha elegido, para que, hablando y sintiendo, si se permite la expresión en el dialecto de su gente”. Stella caminó entre la tristeza social y en sus palabras esperanzadoras se muestra el amor que siente por una Isla que es también su casa.-