Ante tanta división… ¿es posible la unidad en la Iglesia?
Dios en la Biblia indica cómo estar unidos en el Cuerpo de Cristo. Una gran reflexión del escritor Claudio de Castro
«¡Qué bueno y qué tierno es ver a esos hermanos vivir juntos!»
Salmo 133
Te he contado la cercanía que tengo con el Movimiento de los Focolares. Me encanta ver su unidad, su carisma y leer los escritos de Chiara Lubich.
Guardo como un tesoro algunas notas de Chiara invitándome a seguir escribiendo y, consolar con la palabra, llevar el mensaje de Jesús.
Una llamada a la unidad
En 1944 durante los bombardeos de los nazis, protegidas en el sótano de una casa, Chiara y sus amigas de Trento abrieron al azar las Escrituras como solían hacer y leyeron iluminadas por la luz de una vela: «Padre, que todos sean uno» (Jn 17,21).
Estas palabras marcaron sus vidas para siempre. En el año 2000 ella lo cuenta en un celebre escrito:
«Un día estaba allí con mis compañeras y, abriendo el pequeño libro, leímos: «Padre, que todos sean uno» (Jn 17,21). Fue la oración de Jesús antes de morir. Por su presencia entre nosotras y por un don de su Espíritu, me pareció comprender algo de esas palabras difíciles y fuertes, y nació en mi corazón la convicción de que habíamos nacido para esa página del Evangelio: para la unidad, es decir para contribuir a la unidad de los hombres con Dios y entre sí».
El llamado es a la unidad. ¿Cómo lograrla?
Chiara sostenía que la Palabra de Dios es Palabra Viva, por tanto ilumina, muestra el camino, nos permite ser uno. Solo hay que experimentarla, vivirla, hacerla nuestra. Hay que vivir el Evangelio. En pocas palabras, nos toca vivir en el amor.
El Catecismo de la Iglesia
Todo católico debe tener de cabecera dos libros, siempre a mano: la Biblia y el Catecismo de la Iglesia Católica, para ser consultados a diario y conocer mejor nuestra fe.
El Catecismo también habla de la unidad de una forma increíblemente bella sobre la comunión de los hombres y su unión con Dios (775):
«La Iglesia es en Cristo como un sacramento o signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano.
Ser el sacramento de la unión íntima de los hombres con Dios es el primer fin de la Iglesia.
Como la comunión de los hombres radica en la unión con Dios, la Iglesia es también el sacramento de la unidad del género humano.
Esta unidad ya está comenzada en ella porque reúne hombres «de toda nación, raza, pueblo y lengua»- al mismo tiempo, la Iglesia es «signo e instrumento» de la plena realización de esta unidad que aún está por venir».
¿Cómo podemos ser uno?
El buen Papa Francisco ha dicho: «La perfecta unión entre los hermanos sólo es posible cuando se remiten al pensar y al sentir de Cristo Jesús».
Parece que se refería a este maravilloso versículo bíblico que nos orienta y nos enseña no solo que es posible sino cómo lograr la unidad. Veamos lo que nos dicen las Escrituras en Filipenses 2, 3-5:
- Nada hagáis por rivalidad,
- ni por vanagloria,
- sino con humildad,
- considerando cada cual a los demás como superiores a sí mismo,
- buscando cada cual no su propio interés sino el de los demás.
- Tened entre vosotros los mismos sentimientos que Cristo.
El Papa Francisco también recordó en junio del 2022:
«La unidad es un don, un fuego de lo alto. Ciertamente, tenemos que rezar constantemente, trabajar, dialogar y prepararnos para recibir esta gracia extraordinaria. Sin embargo, la consecución de la unidad no es principalmente un fruto de la tierra, sino del cielo».
La base de la unidad
Jesús no deja de insistir: «Que todos sean uno«. Y te lo dice a ti y a mí:
«Que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado».
Juan 17, 22-23
¿Quieres saber en qué consiste esta unidad que tanto nos pide Jesús?
La respuesta como de costumbre se encuentra en las Sagradas Escrituras. Busca tu Biblia y lee Efesios 4, 2-5
«Sean humildes, amables, comprensivos, y sopórtense unos a otros con amor. Mantengan entre ustedes lazos de paz y permanezcan unidos en el mismo espíritu.
- Un solo cuerpo
- y un mismo espíritu,
- pues ustedes han sido llamados a una misma vocación
- y una misma esperanza.
- Un solo Señor,
- una sola fe,
- un solo bautismo,
- un solo Dios y Padre de todos,
… que está por encima de todos, que actúa por todos y está en todos».
¿Es posible la unidad en la Iglesia?
Por supuesto que es posible. Depende de ti y de mí para empezar.
Me enternecen mucho las palabras de Jesús que nos invitan a amarnos, perdonar y ser uno.
Él nos dice con claridad esta maravillosa promesa que para mí marca el momento culmen de toda unidad:
«Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos»
Mateo 18, 20
¡Ánimo! Si vivimos con Jesús en medio, la unidad siempre existirá.
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¡Dios te bendiga!.-
Claudio de Castro – publicado el 25/02/23-Aleteia.org