San Adrián, soldado romano que se convirtió al ver la fe de los cristianos
Cada 5 de marzo, la Iglesia celebra a San Adrián, mártir, víctima de la última y más terrible de las persecuciones que padecieron los cristianos de la antigüedad, promovida por el emperador Diocleciano.
Perseguidor
San Adrián, cuyo nombre romano fue Adriano de Nicomedia, nació en Constantinopla (Imperio romano de Oriente) a finales del siglo III. Se cree que fue hijo del césar Marco Aurelio Probo y, como muchos jóvenes pertenecientes a la nobleza, integró el ejército imperial.
Adriano fue parte de la guardia del emperador Galerio y, antes de su conversión, había sido perseguidor de cristianos.
La sangre de los mártires
En una ocasión, en cumplimiento de su deber, Adriano presenció el juicio organizado contra un grupo de veintidós cristianos, finalmente condenados a ser torturados y ejecutados.
La serenidad, la paz y el valor con los que estos hombres afrontaron el dolor y la muerte produjeron un impacto tremendo en el corazón del joven soldado, que tras aquella experiencia decidió convertirse al cristianismo. Bautizado, Adriano contrajo matrimonio con una joven de nombre Natalia, quien como él alcanzaría la santidad.
Lo que vendría en su vida a partir de ese momento estuvo marcado por la práctica de la caridad y por una inusitada experiencia de libertad que jamás había alcanzado ni con las riquezas ni con el honor.
Se sabe, no obstante, que aquellas virtudes se perfeccionaron en la prueba: Adriano sería denunciado por su fe y sometido a terribles tormentos después de ser apresado junto a algunos compañeros, con los que viajaba a Cesarea a anunciar a Cristo.
A él le tocó comparecer ante el gobernador de Palestina, Firmiliano, quien lo mandó azotar con garfios de hierro para después arrojarlo a las fieras; claro está, si es que no renegaba de su fe. Como no aceptó el indigno ofrecimiento, solo podía esperarle la muerte.
Al lado de su esposa
Al final, San Adrián fue decapitado. Su ejecución se produjo alrededor del año 306, en la antigua ciudad de Nicomedia, reino de Bitinia (actual territorio de Turquía). Su esposa, Santa Natalia, lo acompañó en la hora de la prueba, dándole ánimo y consuelo.
En algunos lugares su fiesta se celebra el 8 de septiembre, día que corresponde al traslado de sus restos a lo que se conocía como la antigua iglesia de San Adriano del Foro, en la ciudad de Roma (Italia).-
Aciprensa