Mons. Carlos Márquez: Los inmigrantes en América persiguen un sueño de libertad y justicia
Mons. Carlos Márquez, obispo auxiliar de Caracas, compartió su testimonio a los estudiantes del St. Francis College de Brooklyn relatando su historia personal de conversión
«Hace 31 años sufrí un accidente de coche en el que me quemaron el 43% del cuerpo. Mi cara quedó desfigurada y necesité más de un año para recuperarme por primera vez y más de 45 operaciones para volver a ponerme en pie». Carlos Márquez, obispo auxiliar de Caracas (Venezuela), comenzó su discurso a los estudiantes del St. Francis College de Brooklyn relatando su historia personal de conversión.
Antes del accidente «no era creyente. No era una mala persona, pero no era creyente. Dios no estaba en mis planes, lo mantuve fuera de mi vida», afirmó, recordando que cuando le llevaron de urgencia al hospital sólo pensaba «Dios, no me dejes morir». Y finalmente, sobrevivió.
Sin embargo, no fue ésa la forma en que se encontró con Dios. Tras su primera recuperación, empezó a ayudar en una parroquia católica de Caracas. Conoció a «personas que no tenían la obligación de amarme, y lo hicieron. No tenían que ayudarme y lo hicieron. Conocí la presencia de un Dios amoroso a través de las personas que creían en Él y querían vivir de acuerdo con sus enseñanzas».
«Si no se hubieran abierto a mí, un extraño, desfigurado y sin nada que ofrecer y con mucha ayuda necesitada, no estaría aquí dándoles esta entrevista».
El sufrimiento de los venezolanos
Hoy, la atención de Mons. Márquez se centra en el sufrimiento de su población, y en su necesidad cada vez más acuciante de abandonar su país. «El salario mínimo equivale a doce dólares al mes, mientras que el coste de la cesta media de alimentos para que sobreviva una familia de cinco miembros cuesta cerca de 400 dólares al mes. La gente no puede llegar a fin de mes».
La disparidad es otra cuestión crítica subrayada por el obispo venezolano, al afirmar que, según las encuestas más recientes, el 95% de los ingresos del país está en manos de menos del 10% de toda la población. La mayoría de los venezolanos comen sólo dos veces al día. Los hospitales no funcionan correctamente. La educación pública se ha hundido».
«Todas estas cifras muestran un país que se desmorona. Ahora puedes hacerte una idea de por qué los venezolanos huyeron del país. En concreto, debido a las condiciones de pobreza, represión y violencia, más de 7,1 millones de venezolanos se vieron obligados a abandonar el país, convirtiéndose en el mayor flujo migratorio de la historia de América Latina», afirmó Mons. Márquez.
Una oportunidad para Estados Unidos
«Sin embargo, las trágicas condiciones que obligan a las personas a abandonar sus países pueden acabar convirtiéndose en una oportunidad para encontrar ese amor verdadero que «encuentra su plena realización en las relaciones. Nadie puede encontrar la plenitud del amor si no aprovecha la oportunidad de relacionarse con los demás. Y por ‘otro’ me refiero al que es diferente de uno mismo», explicó el obispo venezolano.
«Tenemos que arriesgarnos a relacionarnos con los que piensan distinto a nosotros, y que tienen una cultura y un origen diferente. De ese modo, podemos enriquecer nuestra vida, ampliar nuestras relaciones y abrirnos a nuevas formas de expresarnos a través de un amor realmente significativo».
«Estados Unidos representa uno de los ejemplos más claros de cómo personas procedentes de distintas partes del mundo unieron sus fuerzas para ayudar literalmente a construir el país. La mayoría de los antepasados del pueblo estadounidense de hoy fueron inmigrantes», afirmó Mons. Márquez. «Muchos de ellos llegaron aquí huyendo de la opresión, la persecución política, la escasez de alimentos, la pobreza extrema o la guerra. Encontraron una comunidad que les acogió y les dio oportunidades, como hizo conmigo aquella comunidad católica de Caracas».
«¿Se imaginan Nueva York sin Little Italy? ¿El cine sin Robert De Niro? Si se les hubiera negado la entrada en esta tierra, nos habríamos perdido toda la riqueza que la cultura italiana ha dado a EE.UU. Se puede decir lo mismo de los cubanos, irlandeses, puertorriqueños, alemanes, mexicanos, polacos, ucranianos, japoneses y muchos asiáticos que han contribuido a construir una rica sociedad multicultural».
Para subrayar el valor histórico de la migración, el obispo venezolano puso una serie de ejemplos que están presentes en la Biblia: desde el pueblo de Israel liberado de la esclavitud hasta la Sagrada Familia, que huyó a Egipto para evitar la persecución del rey Herodes.
«La arquitectura, la comida, la lengua, los modales culturales, las prácticas religiosas e incluso la moda se enriquecieron con la mezcla de culturas, por no hablar de la ciencia y la educación».
Por eso, el obispo venezolano quiso destacar la enorme contribución que los venezolanos han sido capaces de ofrecer a Estados Unidos. Desde Rafael Reif, presidente del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), hasta muchos jugadores de béisbol de las Grandes Ligas y otros venezolanos que trabajan o han trabajado en la NASA.
«Quiero invitarlos a que no les tengan miedo a los inmigrantes. Ábranse a la oportunidad de involucrarse en nuevas relaciones que pueden enriquecer su vida. Nunca se sabe si un acto de bondad, de amor, hacia un inmigrante puede ser lo que esa persona necesita para prosperar, para alcanzar los sueños de su vida».-
(VaticanNews/InfoCatólica)