No robar(I)
Gloria Cuenca:
Me he sentido en oportunidades confundida y perpleja por la acción de quienes no cumplen con el mandamiento: “No robar”. Para mí, según enseñanzas de mi hogar, de la escuela y con la catequesis para hacer la Primera Comunión, se refiere a: lo que no es de uno, no le pertenece. Lo “ajeno” decía mi amada abuelita:”es lo que no es tuyo”. Después empezaron a aparecer, ciertos dichos: – comentados en oportunidades- “lo que uno/a se encuentra es de uno/a”. Nada que ver. Si te encuentras algo, ve al sitio más cercano e informa, “Encontré esto, ¿será de alguien que lo perdió?”. Fue así como se desvirtuó el tajante mandato: “No robarás”. Sin embargo, hasta muy recientemente, no me había ocurrido que alguien en mi cara, con el mayor cinismo posible me robara. Diría mi madre: “Siempre hay una primera vez”, Cuando mi mamá pasó a la tercera edad, estoy hablando de hace 40 años, me pidió que la acompañara al banco. Abogada, Doctora en Ciencias Políticas, Licenciada en Educación, profesora universitaria, mujer que era una grande al echar adelante a sus 4 hijos, me llamó mucho la atención su petición. No sabía yo, que en esta “Tierra de Gracia” a los de la tercera edad, nos miran con desprecio y pretenden aprovecharse de nosotros. Ella, me pidió protección, que por supuesto le di. Estoy hablando de otra época. Cuando Venezuela era Venezuela; sin embargo, lamentablemente, ya ocurrían estas cosas. Ella, QEPD, se sintió acosada y en peligro.
Me ha pasado lo siguiente: hace unos días que regreso al país. Me siento abrumada gracias a la CANTV, hace más de 2 años no tengo ningún servicio que provenga de la otrora eficiente telefónica del Estado venezolano. Por supuesto, no tengo Aba, y por ende, tampoco Internet. ¿Cómo hace una periodista de opinión para escribir y enviar los artículos a los medios digitales, que la publican? Mi hija me ayuda: me consigue un aparatico que sirve de enlace con el mundo del ciber espacio. La cuestión es que me ha funcionado muy bien, hasta que, cada vez resulta más costoso. 8 días son 100 bolívares. La siguiente semana son 120 bolívares. La tercera semana, desgraciadamente, se me ocurre cambiar el sitio donde recargo, (de la maravilla de una farmacia a una ferretería cercana a la casa) Una hermosa joven, muy bien vestida, me recomienda:” Póngale 150 bs. A ver como le va.” Lo hago. Regreso a la casa y empiezan a pasar los días, uno y dos, no tengo Internet. Me comunico al teléfono de la operadora: “Debe ir a un centro de atención al cliente”, contesta la voz del robot. Imposible hablar con el humano. Voy al CCCT, y en la oficina principal, me atienden amablemente. Llevo el aparatico, los datos de mi hija, la dueña. No puedo cambiar el sistema, no tengo un poder de ella. Pregunto entonces “¿Puede explicarme, por qué no recibo, ni puedo enviar nada?” La respuesta: “Ud. no ha recargado.” “¡No puede ser, digo, puse 150 bolívares el viernes ¡” No, usted no lo ha recargado.” Me enseña la prueba. De inmediato, recargo allí mismo. Llegó a la casa y tengo Internet. Me meto en mi banco, veo que los 150 bolívares fueron utilizados por una señorita, para comprar en el mercado, (le queda al lado). No salgo de mi asombro. Alguien cercano me dice: “A mí me hicieron lo mismo allí. Recargué el teléfono y no me lo acreditaron”. Tengo el nombre de quien hizo el robo, pequeño, de 150 bolívares. Eso me altera: no por los 150 bolívares, sino por el cinismo que implicó enseñarme el receptor del punto bancario, como si en efecto me lo había recargado.
Me siento terrible. ¿Reclamo? ¿Se lo informo al dueño? ¿Qué hacer? Decido en primer lugar, recurrir a mi terapia de siempre: escribir este artículo. Luego averiguo el nombre del dueño del establecimiento, le haré llegar el artículo y una carta al mismo. ¿Tal vez no sabe lo que hace una empleada? ¿Son varios en esa combinación? ¿De qué se trata esto?¡ Dios mío!, Se han olvidado de ese mandamiento de la Ley de Dios, es claro y tajante: “No robar”. Recuerdo entonces, una frase de mi hija, de hace muchos años, recién comenzaba a estudiar medicina: “¿De dónde sacaron los comunistas la idea de que quien nada tiene es mejor persona que quien tiene mucho? A mi me parece todo lo contrario, ante más miseria, más fácil corromperse o corromper a los demás”. Medité en oportunidades sobre esto; lo conversé en familia y en clases. Siempre la conclusión fue: depende de la persona y las circunstancias.” Todo se resuelve en la persona humana”. (Los griegos, siempre los griegos.) Por otra parte, aun cuando duela, en Estados Unidos de Norteamérica existe gran preocupación por la ética. En una de sus memorables encuestas, se obtuvieron estos resultados: del 100%, un 25 % es incorruptible; otro 25% ya está perdido, y luego un 50% que se inclina hacia la corrupción o no, de acuerdo, con la sanción o la falta de la misma. Es decir, que un 75% es proclive a la mentira, el robo, la delincuencia. Eso allá. ¿Y, aquí se cumplirá esa estadística? ¡Dios nos ampare y proteja!.-