El Papa Francisco

Román Ibarra:

Quienes viven criticando al Papa Francisco, y tontamente lo acusan de ¨comunista¨, pretendiendo verlo actuar como militante de cualquier causa, según los intereses del crítico de turno, se hacen eco de las campañas de contrainteligencia orquestadas por factores internacionales que tienen como objetivo el caos.

Pues bien, hoy ha sido expresivo; claro, y muy contundente, respecto de Nicaragua y Venezuela. En cuanto a la primera, ha dicho que el dictador Ortega está más cerca de Lenin, y Hitler, condenando severamente la represión salvaje del que una vez fue el líder de la lucha contra un monstruo como Somoza.

Bastante más lejos y mucho peor de lo que hicieron los Somoza en la hermana Nicaragua, hoy Ortega y su despiadada y mujer han ordenado la condena del Obispo Rolando Álvarez, crítico de su oprobiosa dictadura por defender los derechos de sus compatriotas, y negarse a ser desterrado, acusándolo nada menos que de traición a la patria.

La opinión mundial, así como los organismos internacionales tienen que hacerse eco del reclamo del Pontífice, y buscar salidas a la profunda crisis que vive la nación centroamericana.

En cuanto a Venezuela, informado por la estructura jerárquica del Estado del Vaticano, y sus obispos en nuestro país, ha pedido con mucha intensidad por la necesidad de encontrar salidas negociadas a la crisis prolongada y dramática que desde el punto de vista político y socioeconómico vive nuestro país.

Sería interesante que, además de los interlocutores internacionales que ya hacen esfuerzos de mediación entre el gobierno y factores de oposición, enviados del Santo Padre como Jefe de Estado del Vaticano, también pudieran contribuir con las negociaciones.

Más de dos décadas de destrucción sostenida en manos del mismo gobierno de manera ininterrumpida, y simultáneamente en manos de la misma oposición errática y engreída, tiene que dar paso a una nueva manera de hacer política, y de gobernar a un país que gracias a la providencia lo tiene todo para triunfar, y sin embargo es víctima de lo impensable: mediocridad profunda al alimón de gobierno y oposición.

Varias veces hemos sugerido la necesidad de abrir paso a un gran acuerdo nacional para la construcción de un plan de gobernabilidad de emergencia que en primera instancia acometa la recuperación de áreas sensibles, como los servicios públicos esenciales.

Es urgente que recuperemos el servicio de agua; luz; metro; vialidad; infraestructura pre y hospitalaria; transporte intra e interurbano; seguridad de personas y bienes; educación, dotación, profesionalización y asistencia social para los cuerpos de seguridad; recuperación de la industria del petróleo y empresas básicas de Guayana, y zonas industriales, y la recuperación de las escuelas técnicas y del Ince para la formación en oficios que tanto se necesitan para el desarrollo.

Con las reservas de nuestros recursos naturales, dentro de un plan de compromiso a futuro se puede acudir a los organismos internacionales, a objeto de acceder a los capitales económicos y financieros necesarios para alcanzar esas metas que deberían ser el pan nuestro de cada día para el interés de todos los venezolanos.

Vista la debilidad de los factores de oposición para presionar de manera creíble al gobierno y alcanzar estas metas, se hace necesaria la mediación de factores internacionales que coadyuven en la necesidad de negociar condiciones que permitan la recuperación económica y social de nuestro país. Eso es conveniente para la ciudadanía, claro está, pero también para el gobierno que ha sido incapaz de cumplir con sus deberes, y para la oposición, incapaz de organizar una fuerza unitaria; coherente; cohesionada, en lugar de seguir presionando la división, y la exclusión.

Pasan los días, y no se vislumbran cambios. Es nuestro deber llamar la atención acerca de la necesidad de construir consensos en torno a la gobernabilidad, y un liderazgo responsable para la transición para derrotar electoralmente a un gobierno irresoluto e insensible.-

@romanibarra