Opinión

Purgas y purgados

¿Puede alguien que tenga alguna capacidad de sindéresis creer que después del saqueo que el actual régimen y su predecesor, el de Hugo Chávez Frías, hicieron a la nación venezolana, es la corrupción la que defenestra al ex ministro y ex de todo El Aissami?

Paulina Gamus:

Tenía en mente tantos temas para esta nota los que –como suelo procurar– serían universales y apenas con pinceladas sobre esta parroquia tan kafkiana y atribulada en que nos toca vivir, sufrir y morir. Pero no puedo evadir ni queriéndolo el mafiamoto que acaba de ocurrir en el régimen de Nicolás Maduro y C.A. Ese servidor a tiempo completo de la revolución bonita que era apto para cualquier cargo hasta llegar a usufructuar lo que queda de la gallina que ponía huevos de oro (Pdvsa). Siempre tan bien peinado con un copete inalterable y siempre atildado en el vestir. Ese que parecía ser maleable, infinito e inderrumbable, ha sido destronado al tiempo que su círculo de colaboradores más íntimos ha sido encarcelado.

Escribo esta nota (martes 21-3-2023, 11 am). Quién sabe cuántas cosas sucederán en las próximos horas y días que no seré capaz de registrar. La noticia ahora es que el inefable Tarek El Aissami ha renunciado como ministro del Petróleo. Como la manera de enterarnos hasta de mafiamotos como este es Twitter, el desplazado e investigado El Aissami acude a la plataforma de Elon Musk para tuitear que su renuncia es «para acompañar y respaldar totalmente este proceso» (de los grandes hechos de corrupción en Pdvsa). El tuit que sigue a este de ponerse a la orden (arrodillarse) de sus verdugos dice textualmente: «De igual manera, en mi condición de militante revolucionario, me coloco a disposición de la dirección del PSUV para apoyar la cruzada que ha emprendido el presidente Nicolás Maduro contra los antivalores que estamos obligados a combatir, hasta con nuestras vidas».

Esta lamida de botas con lágrimas de cocodrilo pasará al basurero de la historia como el 99,99 de los actos hipócritas y de las rencillas intermafiosas de la revolución que nos desgobierna desde hace 23 años.

¿Puede alguien que tenga alguna capacidad de sindéresis creer que después del saqueo que el actual régimen y su predecesor, el de Hugo Chávez Frías, hicieron a la nación venezolana, es la corrupción la que defenestra al ex ministro y ex de todo El Aissami? En la catarata de denuncias que parecen llover desde la atmósfera y salir del subsuelo, hay una danza de miles de millones de dólares que ninguna calculadora tradicional puede convertir en bolívares, además no hace falta.

Se dieron cuenta de repente, nada ni nadie podía hacerlos dudar de tan perruno camarada. De pronto reaparece –como hace cada cierto tiempo– un ex ministro del chavismo, Andrés Izarra, radicado en Alemania, quien tuitea textualmente: «Lo que Maduro descubrió era un plan para disputarle el poder. Maduro usa la corrupción para controlar las ambiciones de los grupos, pero el poder se lo reserva para él. La golpiza viene porque el plan para tomar el poder se devela».

La purga fantochesca dentro de las filas del PSUV tiene en sus raíces el mismo objetivo de las que en su tiempo hizo Stalin: sembrar el terror para impedir críticas al régimen y eliminar a todos aquellos que pudieran aspirar a sucederlo. También inventar enemigos como ocurrió con el «Complot de las batas blancas», en que numerosos médicos, incluido el particular de Stalin, estuvieron a punto de ser asesinados o deportados a Siberia. Los salvó la muerte del genocida. Stalin estaba obsesionado con quienes podían disputarle el poder.

*Lea también: La noche de Tango Alfa y JoseLit, por Javier Ignacio Mayorca

Fidel Castro, tutor espiritual e ideológico de Nicolás Maduro, tenía mucho más agudizada esa paranoia. Así fue como se deshizo del Ché Guevara enviado a morir en Bolivia, de Camilo Cienfuegos, fallecido en un sospechoso accidente de aviación, de Huber Matos, comandante histórico del Movimiento 26 de Julio quien fue figura clave en el derrocamiento de la dictadura de Fulgencio Batista. Fidel lo encarceló por sedición entre 1959 y 1979.

El caso más dramático y cruel: el fusilamiento de Arnaldo Ochoa, general de División de las Fuerzas Armadas Revolucionarias cubanas. Héroe de la República de Cuba desde que se le otorgó la orden en 1984, hasta que se le despojó de la misma en 1989. Fue el jefe de la tropas cubanas en la Guerra de Ogaden en apoyo a Etiopía y de la misión militar cubana en Angola. Fue condenado en juicio militar público junto a Antonio De La Guardia Font, Jorge Martínez Valdés y Amado Padrón Trujillo a la pena capital por «alta traición a la patria producto de acusaciones de actividades de narcotráfico. Por los mismos métodos estalinistas para que los inocentes se declararan culpables, el general Ochoa:»aceptó las impugnaciones de orden moral que recayeron sobre su persona y reconoció la comisión de los delitos que se le imputaron; hizo una severa autocrítica de su proceder; manifestó su más profundo y sincero arrepentimiento; deslindó al comandante en jefe, al ministro de las Fuerzas Armadas, al Partido y al gobierno de Cuba de cualquier participación en el tráfico de estupefacientes y finalmente descartó el carácter político de su detención y enjuiciamiento».

Quienes recuerden o tengan ocasión de ver la extraordinaria película francesa del director Costa Gavras, «La Confesión» (1970), entenderán como las manipulaciones, torturas psicológicas y físicas llevaron al ex ministro checo Artur London a declararse culpable durante el «Proceso de Praga» en 1952. Jorge Semprún basó el guion de la película en el libro del ex ministro que narra en primera persona las purgas estalinistas de las que fueron víctimas los disidentes del Partido Comunista checoslovaco.

Guardando las inmensas distancias entre London y un parvenu de la política, un militante sin medallas, heroísmos o talentos, un sujeto del que solo se ha conocido su ambición por los cargos donde el poder político y de enriquecimiento ilícito fuese mayor, también éste –El Aissami– se arrastra a los pies del verdugo antes de que lo arrastren a La Tumba.

¿Creerá alguien que detrás de estas detenciones por «corrupción» y de esa renuncia provocada hay alguna remota intención de corregir la que ha sido insignia del chavomadurismo? Para nada, esos miles de millones que se atribuyen a las agallas de Tarek El Aissami y de su entorno, jamás ingresarán a las arcas de la nación para aliviar las carencias de jubilados, pensionados, profesores universitarios, maestros, enfermeros, empleados públicos en general y todos aquellos venezolanos condenados a vivir y morir en la miseria.

Paulina Gamus es abogada, parlamentaria de la democracia. 

TalCual 

 

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