Soy Creyente, No Soy Ateo
Por mi parte, soy católico, apostólico y romano, y así conecto con Dios
José Antonio Gil Yepes:
Recibí múltiples comentarios sobre mi artículo anterior: “¿Quo Vadis Homo Sapiens?”; muchos positivos, pero uno de ellos dijo, a un amigo común que se lo había reenviado: “Muy buen artículo y la propuesta que hace, pero no sabía que José Antonio era ateo”.
En el primer instante, no capté que tenía que ver mi artículo con ser creyente o no. Pero luego recordé que hay toda una polémica sobre el origen del ser humano. Para unos, está escrito en la Biblia: “Dios tomó barro y formó el primer hombre, Adán. Luego… le sacó una costilla y creó a Eva, la primera mujer.” Para otros, el ser humano es fruto de la evolución de las especies.
No creo que quepa hacer polémica entre las dos tesis. La primera está escrita desde antes de Cristo, en los términos como se pensaba y se expresaban hace miles de años. Así, los pueblos han expresado miles de religiones en sus propios términos culturales y ambientales. Mientras que la tesis de la evolución fue publicada por Jean Baptiste Lamark en 1809, en su libro Filosofía Zoológica; aunque sin las bases observacionales con que luego Charles Darwin presentó el Origen de las Especies en 1859. El teólogo y paleontólogo jesuita, Pierre Teilhard de Chardin: postuló en 1957 (El Medio Divino) a… “la persona de Cristo como el foco de convergencia de toda la evolución.” Por lo que, …”al sentido cósmico de la realidad, debe añadirse el sentido crístico, consecuencia de la presencia de Cristo como animador de esa evolución.”
Por mi parte, soy católico, apostólico y romano, y así conecto con Dios. Aunque no aprendí a pedir, constantemente le doy las gracias por todo, a través de la religión y cultura que me enseñaron y de la que no debo renegar sin escindirme. Si hubiese nacido en la India, probablemente, estaría tan agradecido; a través de otras manifestaciones. También soy científico y me inclino a constatar las cosas que creo. Por ejemplo, creo en la oración y en los milagros y esto no choca con mi cientifismo porque la Física Cuántica explica que las cosas oscilan entre materia y energía (“La Partícula de Dios”). Esto explica el poder de la oración y la posibilidad de los milagros. Platón intuyó la Física Cuántica cuatro siglos antes de Cristo. Se dio cuenta de que las cosas tomaron forma a partir de ideas.
El foco de mi artículo anterior era que, si los seres humanos queremos evitar las guerras, el daño al medio ambiente, la pobreza, etc., necesitamos asumir la responsabilidad de desarrollar al homo sapiens hacia una mejor versión de nosotros mismos. Esa versión consiste en perfeccionar lo que hizo que el Sapiens superara a todas las demás especies humanas y eso fue su capacidad de negociar para agrupar a varias familias en su lucha por sobrevivir. Esa capacidad de negociación no la tuvieron subespecies como los Neandertales y Davonicianos. El Sapiens las absorbió porque pudo integrar familias, dividir y complementar el trabajo de diversas especializaciones y compartir los beneficios de manera que la integración en clanes, tribus, federaciones e imperios se mantuviese en el tiempo. Para ello, tiene que haber prevalecido la negociación ganar-ganar para que, después de lograda, por ejemplo, una gran presa, ésta se repartiera según se lo acordado, en vez de traicionar el pacto, lo cual hubiera disuelto el grupo o provocado una guerra.
Para negociar ganar-ganar se necesita que la motivación al logro prevalezca por encima de la motivación al poder; que los involucrados desarrollen inteligencia emocional para conocer y saber manejar sus propias emociones y las de los demás, privilegiando lo asociativo. Convencido de estas cosas, decía en el artículo anterior, que he desarrollado talleres de Liderazgo Eficaz y Desarrollo Personal, Negociaciones, Entendimiento Empresa-Trabajadores y Organización Gremial Competitiva. Si a ese cierre hubiera añadido que todos estos principios científicos ya fueron expresados miles de años atrás bajo principios religiosos como la Caridad cristiana o la Compasión budista, no hubiese dado pie a la observación sobre mi supuesto ateísmo. Lo que sí creo es que las religiones necesitan poner más énfasis en la caridad que en el dogma. El dogma nos mentaliza y hace funcionar como científicos de la salvación, pero las teologías dividen a los pueblos de diferentes religiones. En cambio, la caridad inunda nuestra mente y cuerpo cuando la practicamos o la recibimos y, como insiste Isabel, hasta contribuye con nuestra salud física cuando compartimos la amistad, la conversación, la bondad y el perdón; mientras que nos enfermamos cuando cometemos los pecados del egoísmo, la enemistad, el rencor, la maledicencia, la maldad y la destrucción. Según el Padre Teilhard, Dios nos puso en el mundo para completar su creación a través de las enseñanzas de Cristo: la adoración a Dios y la práctica de la caridad enfocada …”hacia la convergencia de lo ecológico, social, cósmico, noseológico y divino.” (www.adn40.mx/opinion).
@joseagilyepes