Entrevistas

La verdadera fórmula de la felicidad. Este científico tiene la clave, y no es el dinero

El psiquiatra Robert Waldinger, profesor de la universidad de Harvard, dirige el estudio científico sobre la felicidad más largo de la historia. Se empezó en 1938. Y ha llegado a una conclusión. La felicidad tiene sólo dos ingredientes: uno es la salud y el otro... Nos lo cuenta en esta entrevista

El psiquiatra estadounidense Robert Waldinger (Omaha, 1951) es profesor de la Universidad de Harvard, donde dirige el estudio científico más largo de la historia sobre la felicidad. De hecho, es el cuarto director, pues la investigación comenzó en Boston en 1938

, con cerca de 700 jóvenes de diferentes estratos sociales, y todavía está en marcha, lo que ha permitido seguir la vida de miembros de la misma familia durante más de 80 años. En total han participado más de 2000 personas. Sus conclusiones han revolucionado el mundo de la psiquiatría y las terapias psicológicas. Waldinger, que además es maestro zen, acaba de publicar Una buena vida (Planeta), el manual definitivo del bienestar emocional. Su charla en TED sobre la felicidad es una de las más populares de la plataforma, con 45 millones de visionados.

 


XLSemanal. Sin rodeos, ¿cuál es el secreto de la felicidad?

Robert Waldinger. Hay dos. Uno no es ningún secreto: la salud. El otro nos sorprendió tanto que nos costaba creerlo: las relaciones personales. Tener buenos amigos, una vida familiar satisfactoria…

 

XL. Oiga, ¿y qué tiene eso de sorprendente?

R.W. Si tienes buenos amigos, vas a gozar de mejor salud, envejecerás mejor y vivirás más. En definitiva, tienes menos probabilidades de sufrir una enfermedad coronaria, diabetes de tipo 2, artritis… Tu longevidad está determinada por la gente con la que te relacionas. Eso es lo sorprendente.

 

XL. ¿Hay una explicación científica?

R.W. Tenemos una hipótesis: las relaciones nos ayudan a controlar el estrés. Me pasa algo desagradable y me acelero: aumenta mi ritmo cardíaco, me sube la tensión y el cuerpo entra en modo de lucha o huida, que es lo que debe hacer porque queremos que sea capaz de enfrentarse a los retos. Pero, cuando se elimina el factor estresante, necesitamos que el cuerpo vuelva al equilibrio rápidamente. Y, si me ocurre algo perturbador y tengo a alguien con quien hablarlo en casa o al que llamar por teléfono, mi cuerpo se calma.

XL. ¿Y si no tienes a nadie con quien hablar o no te apetece?

R.W. Entonces, el cuerpo permanece en modo de lucha o huida demasiado tiempo, con hormonas circulando por la sangre y niveles más altos de inflamación. Es un estrés de baja intensidad, pero se acumula. Y nos desgasta gradualmente, afectando a muchos órganos a largo plazo.

 

XL. ¿Está insinuando que estar solo acorta la vida?

R.W. Lo afirmo. Vivir solo equivale a fumar diez cigarrillos diarios. La soledad es un detonante del estrés. Y una de cada tres personas se siente sola. Esta tendencia al aislamiento se acentuó con la pandemia.

XL. Vale, entonces ya tenemos dos ingredientes, salud y amor, aunque actúen exactamente como creíamos… Falta el dinero, como en la canción.

R.W. El dinero es un factor estresante. Tanto si no lo tienes como si tienes demasiado. Así que puede borrarlo tranquilamente de la ecuación. Algunas de las personas más tristes de nuestro estudio tenían mucho dinero.

 

XL. ¿De qué se arrepiente la gente cuando mira atrás?

R.W. Lo más frecuente: haber pasado demasiado en el trabajo y poco con las personas que les importaban. Y otro lamento muy extendido puede expresarse así: «Ojalá no hubiera pasado tanto tiempo preocupándome por lo que piensan otras personas». Este último es más frecuente entre las mujeres.

«Vivir solos acorta la vida. Equivale a fumar diez cigarrillos diarios. La soledad es un detonante del estrés. Tener amigos nos ayuda a procesar las emociones difíciles»

XL. Aunque el dinero no dé la felicidad, las personas con más recursos suelen ser más longevas…

R.W. Pero no son más longevas por el dinero, sino por la educación. Si tienes mayor formación, lees más y estás más en contacto con los avances culturales. Esto se ha visto muy claramente a partir de los años setenta, cuando se comenzó a difundir más información sobre los peligros del tabaco, la importancia de hacer ejercicio y la obesidad. Las personas con mayor educación tuvieron en cuenta estos mensajes antes que otros.

XL. ¿A nuestros abuelos les preocupaba tanto ser felices como a nosotros?

R.W. No. La idea de ser feliz como una aspiración en la vida, incluso como una obligación, es relativamente nueva. Nuestros abuelos no hablaban de querer ser felices, no se lo planteaban. Lo que les motivaba era tener una vida con un propósito. Sin embargo, esa vida con sentido es, muchas veces, el motor de la felicidad.

XL. ¿Y eran más o menos felices que nosotros?

R.W. Cada época tiene sus propias miserias y desafíos. Pero le diré una cosa. Nunca es tarde para ser feliz. De hecho, cuantos más años vas cumpliendo, más consciente eres de la importancia de disfrutar de la vida y de hacer cosas que te hagan sentir bien. Y de prescindir de las que no. Los mayores suelen prestar más atención a lo que realmente les importa.

XL. ¿Estamos demasiado distraídos?

R.W. Sí. El maestro zen John Tarrant afirma que la atención es la forma más básica del amor. Y es verdad. La atención es un regalo que hacemos. Cuando prestamos atención, estamos prestando nuestra vida, pero también nos sentimos más vivos en el proceso. Por eso, yo siempre recomiendo practicar la curiosidad radical.

XL. Dice el refrán que la curiosidad mató al gato…

R.W. ¡Es justo al revés! La curiosidad cura al gato. De hecho, la curiosidad dirigida forma parte del método más efectivo para desactivar una situación estresante.

XL. Cuente…

R.W. Nuestras impresiones iniciales son potentes, pero rara vez completas. Cuando notas que nace la emoción negativa, que tu corazón late más deprisa, que aprietas los dientes… son señales de ira. Sientes el impulso de contestar de malos modos o de esconderte. Dale al botón de pausa. Si eres más consciente de por qué reaccionas así, podrás cabalgar la ola de la emoción en lugar de dejarte arrastrar por ella.

alternative textLa ley 50-80.Waldinger en su casa. «La gente más satisfecha en sus relaciones a los 50 —dice— es la más sana a los 80».

XL. ¿Y cómo puede uno hacerlo?

R.W. Analiza esa emoción, ponle un nombre. Tu reacción suele ser una señal de que hay algo importante en juego para ti; de lo contrario, no sentirías nada. Tienes que preguntarte: ¿por qué me afecta tanto, por qué me cabreo? Cuando descubras lo que es, puede que sea algo que no tiene importancia o fácil de solucionar, así que no conviertas un grano de arena en una montaña. Pero si es una montaña tampoco le quites hierro. Subestimar es tan nocivo como exagerar.

XL. Y a la gente que le cuesta relacionarse, ¿qué le aconseja?

R.W. Que escuche a los otros. Las investigaciones demuestran que cuando salimos por primera vez con alguien somos muy buenos escuchando. Si nos sentimos interesados por la otra persona, nos sirve para explorar lo que tenemos en común. Y nunca nos cansamos de preguntar…

XL. ¿Y cuando llevas tanto tiempo con alguien que te sabes todas las respuestas?

R.W. Entonces pasa algo muy curioso. Cuando llevamos con una persona cinco, diez, veinte años, creemos que la conocemos. Pero con frecuencia es justo lo contrario. Como hemos dado por hecho que no nos va a sorprender, hace tiempo que hemos dejado de preguntarle, de interesarnos. Yo llevo 37 años con mi esposa. Y sigo mirándola con curiosidad. Y descubriendo pequeñas cosas que no sabía de ella.

XL. ¿Por ejemplo?

R.W. Me he dado cuenta de que ahora prefiere llevar pendientes plateados porque le hacen juego con el pelo gris. Son detalles que no tienen importancia, pero que te hacen vislumbrar cómo la gente va cambiando. Si dejas de prestar atención, llegará un momento, sin darte cuenta, en el que estarás viviendo con alguien desconocido.

«Cuando termine de leer esta entrevista, piense en alguien a quien hace tiempo que no ve y mándele un mensaje. Hágalo a menudo. Le sorprenderá lo que recibe»

XL. ¿Qué es la buena vida?

R.W. Una vida buena es una vida complicada. Nadie es feliz todo el tiempo, aunque tengamos esa impresión viendo las redes sociales. Otro maestro zen decía que hay diez mil alegrías y diez mil penas en la vida. La buena vida consiste en disfrutar de lo bueno y que no te hunda lo malo. Y tener buenas relaciones nos ayuda a procesar mejor las emociones difíciles. Como seres sociales, es más seguro estar en un grupo. Por eso funcionan los grupos de autoayuda, si podemos hablar con otros que están pasando por el mismo problema nos sentimos menos solos.

XL. En su libro insiste en la necesidad de dar las gracias y de reconocer a alguien cuando hace algo bueno, ¿por qué?

R.W. Porque muchas veces solo nos fijamos en lo que nos molesta y damos por sentado lo que otros hacen por nosotros. Por ejemplo, mi esposa suele hacer la cena. Normalmente no pienso en ello… Pero, si lo hago, me doy cuenta de que, si no fuera por ella, me alimentaría mucho peor.

XL. ¿Algún consejo que se aplique usted mismo después de estudiar las vidas de 2000 personas?

R.W. Sí. En cuanto termine la entrevista, piense en alguien a quien hace tiempo que no ve y llámelo o envíele un mensaje. Nada rebuscado: «Estaba pensando en ti y solo quería saludarte». Le llevará medio minuto. Hágalo a menudo y le sorprenderá la cantidad de respuestas positivas que recibe. Fortalecer las relaciones es como apuntarse al gimnasio, no basta con ir una vez. Yo mismo no era muy sociable; ahora soy el que organiza las reuniones con los amigos.-

XLSemanal/ABC

 

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