Violencia Institucional
Roberto Fermín Bertossi:
Cada especulativa desorganización, cada ego o personalismo que vienen enredando o atrapando a partidos políticos como a coyunturales asociaciones electoralistas, tan tumultuosa como intuitivamente; es violencia institucional.
A propósito ¿cómo entender si no, las re manidas violencias intrínsecas, las pugnas o disputas latentes que percibimos en cada destrato, en cada ida y en cada vuelta tanto entre el binomio del actual poder ejecutivo nacional, como en las más que recientes y desafortunadas manifestaciones en contra de la legislación electoral vigente para la ciudad autónoma de Buenos Aires (CABA), paradójicamente proferidas por los más altos caciques de la oposición resistiendo a la misma y a su legítimo ejercicio, precisamente a cargo y por parte de uno de sus más que conspicuos ´correligionarios´ (actual lord mayor de CABA y precandidato presidencial, 2023´); ello cuando en Argentina, constitucionalmente, los partidos políticos son instituciones fundamentales del sistema democrático?
La violencia institucional también refiere y aplica a situaciones sistémicas de instituciones y/o sus desprendimientos, por caso, cuando se producen o crecen las denuncias o reclamos de adultos mayores por la mala atención personal que reciben en dependencias públicas hospitalarias, bancarias o previsionales. Basta con mencionar a nuestros abuelos y/o adultos mayores haciendo vanas colas o larguísimas filas vg., entre las 4 a las 9horas de la mañana para que, cuántas veces, se les recibe con: un “se acabaron los turnos/números”; “se cayó el sistema”, un “vuelva la próxima semana” cuando no, un desinformado “´estamos de paro o trabajando a reglamento´”, etc., etc.
Violencia institucional comprende asimismo, aquellos mecanismos estatales, activos u omisivos, que garantizan impunidad ante vg., obscenos enriquecimientos ilícitos de funcionarios, legisladores y magistrados; lavado de dinero, el uso del Estado para favorecer intereses de grandes grupos económicos o la patria contratista, la criminalización o extorsión de legítimas protestas sociales (hoy, los justos reclamos de maestros y médicos en todo el territorio nacional).
También es violencia institucional cuando, a merced de esta clase política gobernante, en los últimos 40 años el pueblo empobreció como nunca en el marco de una inédita flacidez democrática. Esta última se fue nutriendo de un creciente desprestigio de lo que entendíamos como “política”, cuando, así, no solamente desmejoró la calidad de vida de la gente sino que la perjudicó gravísimamente con narcisismos de ciertos protagonistas políticos, los que antes que entender al bien común como fin, limite y agalma del Estado; subordinaron cual metonimia, el interés general a un nuevo e injustificable buen pasar y enriquecimiento personal ya de cuatro generaciones entre parientes y amigos o “familias gasto público”
Resumiendo, dicha violencia institucional no se agota con lo relacionado. Efectivamente, más que frecuentes e invisibilizadas son aquellas desairadas peticiones ciudadanas en ocasión de pretender denunciar pública y legalmente algún tipo de violencia: vg., inseguridad física, psicológica, sexual, patronal, económica (proliferación y sofisticación de hurtos y robos), patrimonial, intelectual-ideológica (mentiras, falacias, engaños, pos verdades) u ecológica/ambiental; y la autoridad o funcionario pertinente -sin razón ni fundamento- se niega a recibirlas, no obstante sus específicas atribuciones que, institucionalmente, le corresponden y obligan calificadamente en relación con tales ilícitos.
Por último, como escandaloso dato de color negro, la violencia institucional alcanzo su paroxismo cuando el entonces presidente general Juan D. Perón a la muerte de su esposa Eva Duarte, arbitrariamente decretó e impuso luto personal obligatorio en todo el país, un mes de duelo nacional como el cambio del nombre de pueblos y ciudades, entre tantos otros de sus abusos y tropelías, propios de su poder absoluto.-
Imagen referencial. AFP
Roberto Fermín Bertossi
*Docente e investigador universitario
#Premio Adepa-Faca, 1990´