Trabajos especiales

Dos datos  Interesantes de Nuestro Beato

Alfredo Gómez Bolívar:

  1. ¿Cuál fue el nombre del profesor de nuestro Beato en la Universidad  de la Sorbona de París, a quien le fue otorgado el  Premio Nobel?

Fue  médico y fisiólogo francés. Premio Nobel de Medicina en 1913 en reconocimiento a sus trabajos sobre la anafilaxia.

Charles Richet – Biographical - NobelPrize.org

El 17 de junio de 1890, el profesor Charles Richet escribía:

“Yo el abajo firmante, profesor de Fisiología de la Facultad de Medicina, certifico que el Sr.  José G. Hernández ha trabajado en mi laboratorio y seguido mis cursos con mucho celo y asiduidad. Quiero así darle un testimonio de su ardor por su trabajo”.

 Charles Richard 1.

  1. Miguel F. Yáber Pérez “José Gregorio Hernández”  Pág. 43

 

  1. Nombre las  dos personas que fueron detractores  sobre del proceso para la Causa de Canonización de nuestro Beato el  Hernández

 

Fueron un laico y un sacerdote llamados:

Dr. Pedro Roberto Avendaño y Mons. Nicolás Eugenio Navarro

       Pedro Roberto Avendaño nació en el estado Mérida.

– Estudios de primaria y secundaria bajo la dirección de los hermanos de las Escuelas Cristianas. Ex-seminarista, estudioso e investigador de la Filosofía Moderna, de la Teología y del Derecho Canónico, derecho de la Iglesia Católica a la cual pertenece. Ex-profesor de Secundaria en las cátedras de Literatura e Historia Universal.

-Autor de varias obras habiendo publicado su primera (obra) a los 18 años, relacionada con la Delincuencia Juvenil en Venezuela.

-Amante del libro ha fundado varias bibliotecas tanto públicas y privadas como particulares.

-Miembro de varias instituciones tanto de la capital como del interior del país.

Publicó las obras: “Monseñor  Jesús María Pellín sacerdote eterno”

 “Andrés Bello y su maestro”

En la página 43 de esta obra se titula:

“Se inicia el proceso de Beatificación y Santificación

Anticipo de antemano mi rechazo absoluto a un proceso que se inicia sobre bases sumamente débiles, que ha seguido su curso dentro de un círculo totalmente ubicado y cerrado a toda posibilidad de información y, que sin temor a , deberá de ser paralizado si es que  se cumple a cabalidad y con severidad las normas que lo rigen.

Consecuentemente con el pueblo que ha sido siempre generoso y sumiso. Pero valiéndose de la incultura religiosa que en el mismo es mantenido, herencia de la flamante acción de los evangelizadores de ayer; la Iglesia inicia entonces el proceso de santificación del doctor Hernández, apoyándose en un mediocre argumentación y haciendo valederas, ciertas peticiones de tipo personal no muy versadas en estos asuntos e inspiradas en los sentimientos populares que proclamaron la “santidad” del médico de Isnotú.

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La respuesta a su libro la realiza magistralmente el Padre Manuel Díaz Álvarez en su libro titulado: “El Médico de los Pobres Dr. José Gregorio Hernández”  y dice así:

¿Santidad o fanatismo?

El profesor Pedro Avendaño acaba de escribir un libro sobre José Gregorio Hernández, en el que se pregunta si es en verdad un santo o un buen hombre “canonizado por el fanatismo” y alimentado por comerciantes  inescrupulosos.

El Nazareno movió la fe de miles de caraqueños durante peregrinación

Padre Manuel Díaz Álvarez

Muy posiblemente el Profesor Avendaño, sin pretenderlo, cayó en el defecto que él mismo fustigaba, en el exitismo. Sólo de ese modo se explican las ingenuidades que emplea en sus argumentaciones en contra de la “santidad” del Doctor Hernández. Pero la más sorprendente del caso es la propaganda que se le ha hecho a su libro, a través de todos los medios de comunicación social. Bastante más que a otras biografías de Hernández valiosas justas y verdaderas.

– “Se ha abusado de la credulidad de la gente, dice Avendaño. Todo sabemos que los venezolanos somos un pueblo muy creyente.  La figura del Doctor Hernández en vida fue muy estimada y reconocida por su trabajo, espíritu caritativo y lo austero de sus costumbres. Una personalidad así puede ser fácilmente explotable, sobre todo en un pueblo con tantos problemas como el nuestro, donde todos quieren tener un tener a alguien, vivo o muerto, a quién acudir para pedirle la le arregle su vida o le  atenúa sus sufrimientos”.

Aparte de esto nos parece que el profesor Avendaño, como muchos otros, incluso buenos cristianos, piensan que la santidad es cosa lejana para la generalidad de los hombres. Parece como si para ellos consistiese en vivir una vida crónicamente anormal o heroica. Ignoran que todos estamos llamados a ella y que consiste en vivir cumpliendo el deber cotidiano como la exactitud, en la lucha continua por llegar a la perfección…

El otro personaje es Mons. Nicolás Eugenio Navarro

Monseñor Nicolás E. Navarro | ACIENPOL

Primera cara de la moneda

Monseñor Nicolás Navarro escribe el primero de julio de 1919 en el diario la religión (N° 8143) un excelente artículo en el que hace un análisis muy cuidadoso y elocuente que titula “El Doctor Hernández”, y que copio a continuación:

Sea nuestra voz en este concierto de justificación justiciera que ha provocado en Caracas, la violenta sustracción de entre los vivos del Doctor José Gregorio Hernández, para honrar la suprema alteza moral de tan esclarecido compatriota y carísimo amigo nuestro”.

 “Ya es bien consolador que en los tributos de elocuencia con que se ha interpretado el sentimiento público por esta desgracia nacional, se hayan puesto de resalto las virtudes egregias que fueron la atmósfera en que se desenvolvió aquella gran vida, y las cuales modelaron esa meritísima personalidad haciéndola apta para el maravilloso homenaje póstumo que ahora se le rinde”.

 “Pero es necesario repetirlo sin reserva: el gran resorte íntimo del Doctor Hernández fue su profunda religiosidad; el gran secreto de aquella firmeza de carácter con el cual se mantuvo en la vía trazada sin linaje alguno de vacilaciones y llevó adelante la eficacia de su actividad, venciendo a veces las propias resistencias del espíritu, que le invitaban a una existencia menos dada a los demás, estuvo arraigada en su fe de cristiano y en la práctica asidua, modesta y silenciosa de una elevada piedad”.

El doctor Hernández poseía lo que en lenguaje teológico se llama una alta espiritualidad: era un alma ansiosa de la perfección y se ejercitaba con el mayor ahínco en los medios que la ascética y la mística cristiana ofrecen para lograrla. Y como tenía una inteligencia superior, capaz de percibir cosas tan subidas, no incurriendo en los engaños que a las veces falsean y pervierten el concepto de las prácticas religiosas, sus hábitos de fervor católico no fueron sino el incentivo más eficaz para el cumplimiento santo de sus deberes”.

“Es indudable que el Dr. Hernández aspiraba a una santidad eminente, por el cultivo exquisito de su interior y los ejercicios más austeros de la perfección cristiana en ese grado de las relaciones con Dios que se denomina vida contemplativa. De ahí su empeño por abrazar la profesión monástica: su primer retiro a la Cartuja y su renovación de aquel intento cuando creyó que ya podía reiterarlo con perdurable éxito.

 Pero cuando, atento a la voz de un director experto, se persuadió de que no era ese el estado en que Dios le quería, y de que la santificación a que aspiraba podía hallarla también en el abnegado servicio de ejercicio de su profesión médica, procurando así al Señor la Gloria que Él pretendía sacar de su vida, tornó humilde, sumiso y resignado a la Patria, para continuar con la misma amable sencillez de antes, dispensando en ella aquel bien y constituyendo en su seno aquella ejemplaridad que han hecho de su inesperada muerte la consagración más auténtica de su derecho a la veneración y gratitud de sus conciudadanos”.

 “El Doctor Hernández ha sido un ejemplar genuino y bien calificado de la divina eficiencia que posee la religión católica para perfeccionar al hombre modelando el carácter, fortaleciendo la voluntad, ennobleciendo y sublimando las pasiones, impidiendo con una virtud sobrenatural a la más cumplida realización del arquetipo en materia de belleza moral. ¿Qué importa no abunden esos productos acabados o que, con alta frecuencia, el resultado del esfuerzo sea muy inferior al objeto de la aspiración?  . Los casos que se logran son suficientes para comprobar la realidad de aquella divina eficacia y una sola de esas almas perfectas es poderosa para determinar una acción soberanamente depuradora y fructífera en el viciado ambiente social”.

“El Doctor José Gregorio Hernández ha sido una gloria de la iglesia católica en nuestra patria. Por esto la participación del Ilmo. y Reverendísimo señor Arzobispo, del cabildo Metropolitano y del Clero de la capital en las exequias de ese varón integérrimo fue tán espontánea, unánime y solemne como él lo merecía. Es este un verdadero duelo de la Iglesia de nuestro país y la memoria del Doctor Hernández, será siempre entre nosotros bendecida por los labios sacerdotales”.

 “Reciba él en el Cielo el galardón copioso de sus insignes virtudes, y dele Dios a gozar de la visión de su esencia soberana en el grado que su bella inteligencia reclamaba, saciando así las sublimes ansias con que Él se dignó inquietarle mientras vivió sobre la tierra”.

Fdo. Mons. N.E Navarro

Segunda cara de la moneda

En el proceso de la Causa de nuestro Beato, tomaremos unos extractos donde explica y aclara la posición de Mons. sobre el tema que nos ocupa. La vamos a tomar del libro titulado  “José Gregorio Hernández del lado de la Luz” cuyas autoras fueron: María Matilde Suarez y Carmen Bethencourt. Y dice así:

7.El 8 de octubre de 1957 monseñor Rafael Forni, Nuncio Apostólico de su Santidad en Venezuela, de acuerdo a la sugerencia que hiciera monseñor Navarro el día anterior, envió directamente  a la Sagrada Congregación de Ritos, sin tomar en cuenta al tribunal diocesano para la causa de la beatificación en Caracas, una carta de monseñor Navarro que tenía como anexo un informe contentivo de los extractos de su diario personal, en el que exponía sus reparos a la causa de beatificación iniciada en 1949 y mostraba la molestia personal que sentía en contra del arzobispo monseñor Lucas Guillermo Castillo.

El encabezacimiento de la carta entregada a monseñor Navarro a monseñor Forni expresa claramente que sus observaciones se debían permanecer confidenciales.

…“El suscrito Dr. Nicolás Eugenio Navarro, arzobispo titular de Carpato. Decano del Capítulo Metropolitano de Caracas, acerca de la personalidad del doctor José Gregorio Hernández, para que sirva como información bajo el más absoluto secreto, ante el Tribunal que trata el proceso de beatificación sobre el llamado Siervo de Dios a la curia eclesiástica de esta Arquidiócesis. El Nuncio Monseñor Forni le dará el uso que considere oportuno.

  1. Como el tribunal diocesano desconocía formalmente el contenido del informe que monseñor Navarro había enviado directamente a Roma, concluyeron el proceso Informativo en Caracas el 6 de febrero de 1958. Posteriormente el expediente sería entregado personalmente a la sagrada Congregación de los Ritos en el Vaticano por el monseñor Arias Blanco.
  2. El 27 de mayo de 1958, el Nuncio Apostólico Rafael Forni envió a la Sagradas Congregaciones de Ritos, un segundo informe de monseñor Navarro con objeciones que contemplaban el contenido del primero, en el que hacía mención a las manifestaciones de devoción popular en torno a José Gregorio Hernández, a la afluencia de la gente a la tumba, y a los presuntos milagros y favores que le eran atribuidos, expresando que ninguno de esos hechos eran argumentos suficientes para justificar la introducción de un proceso de beatificación como lo hizo monseñor Castillo en 1949.
  3. El 30 de septiembre de 1959 murió monseñor Arias Blanco en una lamentable e inesperado accidente automovilístico ocurrido en la ciudad de Barcelona estado Anzoátegui. Para sucederle como arzobispo de Caracas fue designado, el 31 de agosto de 1960, monseñor José Humberto Quintero, quién luego fue nombrado cardenal el 16 de enero de 1961.

El nuevo arzobispo tendría que encargarse de los asuntos pendientes y entre ellos continuar la causa de beatificación de José Gregorio Hernández.

  1. El 2 de junio de 1961 la Sagrada Congregación de Ritos autorizó por decreto la apertura de un proceso informativo adicional para estudiar y evaluar las objeciones formuladas por monseñor Nicolás Eugenio Navarro en contra del proceso basándose en este decreto el 13 de julio de 1961, el vicepostulador monseñor Rincón Bonilla presentó al arzobispo una solicitud para que fuera abierto un proceso adicional supletorio.
  2. El 24 de julio de 1961 el cardenal Quintero designó al tribunal que se encargaría de la instrucción del proceso informativo adicional y el vicepostulador Rincón Bonilla presentó ante sus miembros una lista de 7 testigos junto con un cuestionario de 17 preguntas, las cuales eran muy similares a las efectuadas a los testigos que ya habían rendido declaración en el proceso informativo ordinario. El promotor de la fe entregó también un cuestionario de 10 preguntas específicas sobre los puntos tratados por monseñor Navarro.
  3. El tribunal ordinario diocesano del proceso, considerando que la oposición a la causa de beatificación de José Gregorio Hernández provenía de un alto dignatario eclesiástico, solicitó al monseñor Jesús María Pellín, quien era archidiácono de la Santa Iglesia Catedral Metropolitana. Decano del Capítulo Metropolitano de Caracas, director del diario La Religión y además testigo del proceso informativo adicional (testigo N° 3), que hiciera una biografía psicológica de monseñor Navarro. Éste cumplió con el cargo del tribunal y en sus conclusiones afirma que:

“…Si bien fue un prelado de singular talento, era amargo, tenía dos defectos creía que no se equivocaba jamás y no veía bien lo que hacían los demás si no había sido  él, el iniciador o el primer colaborador… Criticaba ordinariamente cualquier obra que no fuera iniciada por él… No siempre fue justo al juzgar a la gente… hubiera sido un gran dirigente de la iglesia sin estos defectos que no le dejan ser tan justo como debía serlo un superior. Esto se demostró durante los años de que fue Vicario General del Arzobispado…

  1. El 16 de octubre de 1961, el tribunal diocesano consideró necesario desmentir categóricamente las imputaciones y objeciones contra la fama de santidad de José Gregorio Hernández efectuadas por monseñor Navarro por lo que decidieron rebatirla como sigue:
  2. Las pronunciaciones de monseñor Navarro contradicen los actos capitulares efectuados por el episcopado el 16 de julio de 1919 para rendir homenaje a la memoria de José Gregorio Hernández y reflejan una inconsecuencia con los escritos que él mismo publicó para contribuir a la exaltación de la figura de José Gregorio Hernández después de su muerte.
  3. El 3 de mayo de 1952, monseñor Navarro presentó su renuncia al cargo de vicario general de la arquidiócesis y ésta le fue aceptada el día siguiente por el arzobispo monseñor Castillo. El 6 de mayo tanto la carta de renuncia de monseñor Navarro, como la aceptación de la misma por monseñor Castillo, fueron publicadas en los diarios La Religión y El Universal.

Éste fue un hecho insólito porque no era costumbre entre los miembros del clero, hacer públicas sus renuncias y como tal, mostraba la tensión existente entre ambos prelados.

  1. La manera como monseñor Navarro se refería a monseñor Castillo, era indicación de los sentimientos de aversión que sentía sobre él. Un ejemplo era la mención despectiva al “inconsulto decreto continuo Castiglino” para referirse al edicto de monseñor Castillo abriendo la causa de beatificación en 1949.
  2. La personalidad de monseñor Navarro contribuyó a su firme y tenaz oposición al proceso informativo indicado por monseñor Castillo. Del informe psicológico elaborado por monseñor Pellín, se desprende que monseñor Navarro tenía una personalidad absorbente y autoritaria, por lo que el padre de Vegamián, postulador de la causa en ese periodo, quien sufría la contrariedad del temor reverencial por la persona de monseñor Navarro, por disciplina y caritativa prudencia dejó languidecer el proceso.
  3. La devoción a José Gregorio Hernández no es de ninguna manera un culto supersticioso, está basada en un hecho sobrenatural que solo se explican por los méritos de su vida poco común, dedicada al ejercicio y la caridad apostólica por su ascendencia moral y por su memoria que, después de 42 años de su muerte, tienen de él los venezolanos. Su nombre constituye una poderosa defensa contra la infiltración de la inmoralidad y contra los ataques de la impiedad. No es posible que todo el episcopado venezolano incurriera en el error de dejar pasar semejante sombra de superstición cuando fue propuesto para la beatificación.
  4. Navarro acusa al doctor Hernández de haber sufrido de desequilibrio mental por la rareza de su vida y la inconsistencia de su vocación eclesiástica, y de que en su familia existe una locura hereditaria pero se pudo comprobar por las declaraciones de los testigos que José Gregorio Hernández de ninguna manera sufrió perturbaciones mentales alguna y que en su familia no había antecedentes de locura, sino modelos de excelente vida espiritual.
  5. El tribunal concluyó entonces, que la oposición de monseñor Navarro no era contra la fama de santidad o las virtudes del Siervo de Dios, sino contra su superior eclesiástico monseñor Castillo, pues no podía aceptar que lo hubiese nombrado arzobispo de Caracas y difícilmente podía disimular ante terceros los sentimientos de aversión, molestia y disgusto inspirados por el hecho de que el nombramiento recayera en monseñor Castillo y no en él.
  6. El 16 de octubre de 1961, y de acuerdo con las formalidades previstas, fue clausurado el proceso adicional. El expediente fue llevado y entregado personalmente en el Vaticano por el arzobispo de Caracas, cardenal José Humberto Quintero.
  7. El 2 de abril de 1964, la Sagrada Congregación de Ritos no encontró objeciones ni en los dicasterios de Roma ni en los escritos de José Gregorio Hernández y emitió un decreto con fórmula Nihil obstare quominus ad ulteriora procedatur es decir que no se encontraba en ellos ningún obstáculo que impidiera proseguir la causa…2
  8. María Martín de Suárez / Carmen Bethencourt “José Gregorio Hernández del lado de la Luz” 1999 pág. 372-375.-

Alfredo Gómez Bolívar

2023

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