Casa mágica: Una mirada a la obra de Claudia Lavegas
“Claudia ha trabajado fundamentalmente en dos temas: los techos de las churuatas y vistas —o cortes— de árboles. Ello resulta de sus viajes recurrentes al Amazonas. No en vano la representación de estos motivos tiene, en su caso, tanta potencia: hay una necesidad de palpar hondamente nuestras raíces culturales en su contexto originario”
La abstracción en la obra plástica de Claudia Lavegas responde a una manera muy particular de asumir su trabajo creativo, pues influye tanto su formación profesional como su visión de la realidad. En tal sentido, no se trata de piezas que puedan considerarse sólo desde una perspectiva formalista. Se trata de una abstracción muy contemporánea, en la que la forma está indisolublemente implicada a sus contenidos.
Claudia ha trabajado fundamentalmente en dos temas: los techos de las churuatas y vistas —o cortes— de árboles. Ello resulta de sus viajes recurrentes al Amazonas. No en vano la representación de estos motivos tiene, en su caso, tanta potencia: hay una necesidad de palpar hondamente nuestras raíces culturales en su contexto originario. Esto implica ver —y tocar— la naturaleza, así como ver el hábitat de las comunidades indígenas que allí se encuentran. En el caso de la serie de churuatas, es interesante considerar cómo la visión de la arquitecto se integra y dialoga con la de la pintora. Por una parte, le interesa visualizar tanto el lado interno como el externo de los techos de las churuatas. En el primer caso, ubica su punto de mira de abajo hacia arriba. Es cuando la arquitecto se centra en la forma y en la estructura, mientras que la pintora mantiene la primacía de estos elementos trabajando el color como fondo sea matizado con sutiles variaciones de tono o casi puro con fuerte intensidad de croma. En ambas modalidades mantiene el aspecto textural del techo de la churuata y la dirección radial del mismo. Esta composición radial es vista también en relieve debido a la inclusión de palillos de madera que simulan, por un lado, a dichas estructuras así como aluden a la condición orgánica de los materiales con los que estos techos se construyen.
CLAUDIA LAVEGAS, POR TONY LORIO
En el caso inverso, es decir, cuando la visión se ubica externamente de arriba hacia abajo, el comportamiento de estos elementos varía: el color toma relevancia como elemento expresivo protagónico y adquiere fuerte resonancia al ser aplicado con mayor saturación o con mayor contraste. Las pinceladas mantienen la direccionalidad radial y se muestran de manera “explosiva”: partiendo de un centro para “estallar” y difuminarse hacia afuera. Ello le da a sus trazos un toque de cierta informalidad y emotividad.
Llegado a este punto, vale señalar que en la serie de churuatas estamos ante formas circulares abstractas que hacen referencia a un objeto cultural determinado y pleno de significación. Todo ello se expresa mediante elementos propios del arte abstracto: geometría, composición, color, textura, escala tonal, entre otros más. La alusión a un aspecto de la arquitectura indígena queda formalmente definida a través de estos elementos y, paralelamente, de alguna manera, también se expresa la voluntad de la artista en querer hacer un urgente llamado de alerta: a no descuidar nuestro pasado originario ni tampoco a la naturaleza. Así lo señala en su declaración de artista: “…en Venezuela nos estamos olvidando de nuestras raíces y se azota a la naturaleza a fin de alcanzar efímeras comodidades”. Entonces, lo interesante de su propuesta es que logra a través de este razonamiento trascender la sola apreciación formal del arte abstracto ya que, para ella, el arte es asimismo una responsabilidad ética y social.
La naturaleza, como Claudia indica, tiene tanta relevancia como la cultura. Dice la artista: “La naturaleza debe ser vista con mayor atención y significación. Cuando propongo la representación de un árbol, que tanta importancia tiene en nuestra vida, no lo plasmo en su imperfección superficial, sino que entro en su estructura, busco su esencia y el orden en un aparente desorden, es decir como si fuera un objeto lleno de vida con un alma”. De allí sus dibujos de troncos de árboles en formato alongado, hechos con una factura sumamente cuidada, muy detallada, en la que no sólo da cuenta de texturas y fluidos internos, sino también de una clara intención ecológica. La idea es transmitir por medio de la imagen la urgencia de preservar la naturaleza. Dibujar y reinterpretar gráficamente estos árboles —representarlos desde su particularidad biológica— forma parte también de su conciencia conservacionista.
Lo formal y lo conceptual, juntos, hacen visible una realidad. Se trata en definitiva de un interesante desafío entre realidad y abstracción. Prevalece, sin duda, una reflexión ética desde el arte que propicia, a la vez, un fuerte sentido estético y emocional en el espectador.
*Exposición en la Galería Graphicart.