El mínimo y dulce
Alicia Álamo Bartolomé:
Seguí la ceremonia de la entrega del Premio Cervantes 2022, como buena venezolana, con atención y emoción, porque era un compatriota quien lo recibía. ¡Y qué compatriota! El eximio poeta larense Rafael Cadenas, el primer venezolano galardonado con esta suerte del Nobel de la lengua castellana, el mundialmente más importante en su género. Toda esta grandeza para un hombre pequeño, tímido, quien parece más bien querer huir de homenajes que recibirlos. El valor intelectual de Cadenas es inversamente proporcional a su estatura física. Junto a la real pareja española se veía más pequeño que nunca. Felipe VI mide 1.97 y Letizia, sin ser descomunal, le lleva unos cuantos centímetros a Rafael. ¡Qué solícita y cariñosa se vio la reina con el poeta laureado! Esto se lo agradecí, porque cuando uno ve que tratan bien a un paisano, siente que, en cierta forma, agasajan a la patria misma.
Rafael Cadenas es barquisimetano. Por eso mismo crece mi simpatía hacia él, pues Barquisimeto es la ciudad natal de mi padre y mis ancestros Álamo. Ni qué decir la emoción que sentí cuando Felipe VI, en su emotivo discurso en honor del poeta, se refirió a la Ciudad de los Crepúsculos, no pude evitar las lágrimas. ¿Qué sentiría el poeta? Difícil adivinarlo porque el bardo larense parece tener atadas sus emociones con su apellido. Se ve imperturbable. Sin embargo, no lo es. Aquí en Caracas, cuando nos encontramos en un acto literario, huye, no quiere saludarme, como si yo lo perturbara en algo. Me han dicho que no es nada especial conmigo, que es su carácter. De todas maneras me extraña, porque yo hasta lo he llamado por teléfono para felicitarlo cuando recibe un premio. Con el Cervantes no lo he hecho, porque gracias a la “eficiente” CANTV ni teléfono tengo. Sin embargo, debo anotar que de alguna manera me tiene en cuenta, porque a una alumna suya, estudiosa de San Juan de la Cruz, le recomendó que leyera mi obra teatral sobre el santo, “Juan de la Noche”.
Rafael Cadenas es un ejemplo a seguir para la juventud venezolana. Representa a cabalidad el talento y la sencillez, frente a ese modo criollo tan desagradable de alarde y viveza. Los hombres no valen por lo que creen ser y lo pregonan, sino por la huella de bien que dejan. De estas primeras décadas del siglo XXI en Venezuela, en cuanto a régimen de gobierno, quedará una estela de amargura. Una muestra la acabamos de tener con el fallecimiento de la dirigente electoral de triste memoria. Las redes se desbordaron en agravios. No lo aplaudo. La muerte hay que respetarla. Debemos tener misericordia. Si no puedes elogiar, calla.
Rafael Cadenas es un oasis en desierto de la Venezuela actual, maltratada por regímenes dictatoriales populistas, ladrones y desposeída de millones de hijos valiosos que han emigrado en busca de en alto nuestra nación en la diáspora, pero él está aquí, junto a nuestro drama. Nos hace más compañía. Como yo digo, exagerando un poco, aquí no quedamos sino los viejos y los tontos. Bueno, Rafael está entre los primeros; entre los segundos no cabe su grandeza.
Grandeza mínima. Con Cadenas cabe este oxímoron y por eso yo lo identifico con el inicio del famoso poema de Rubén Darío, “Los motivos del lobo”:
El varón que tiene corazón de lis, alma de querube, lengua celestial,el mínimo y dulce Francisco de Asís,está con un rudo y torvo animal,bestia temerosa, de sangre y de robo,las fauces de furia, los ojos de mal:¡el lobo de Gubbio, el terrible lobo!Rabioso, ha asolado los alrededores;cruel, ha deshecho todos los rebaños;devoró corderos, devoró pastores,y son incontables sus muertes y daños…
Para mí:
El varón que tiene corazón de lis,
alma de querube, lengua celestial,el mínimo y dulce Rafael Cadenas,
está con un rudo y torvo animal,
bestia temerosa, de sangre y de robo…
Y lo que sigue.-
17 mayo, 2023/El Impulso