Desde Haití el llamamiento de Monseñor Dumas: urge un «Plan Marshall»
En la isla caribeña, puesta de rodillas por la violencia de las bandas armadas, el cólera y los trastornos climáticos, millones de personas luchan cada día contra el hambre y las precarias condiciones de vida. El arzobispo de Anse-à-Veau-Miragoâne habla del compromiso diario de la Iglesia local: "No podemos permanecer distantes del sufrimiento de nuestro pueblo"
En Haití, la paz está cada vez más lejos. Mientras los políticos locales han intentado en vano en las últimas semanas dialogar reuniéndose en Jamaica, la violencia en el país caribeño no cesa. Las bandas armadas, contrarias a cualquier tipo de acuerdo, siguen enfrentándose entre sí perpetrando atentados y secuestros. Es de ayer la última noticia de disparos cerca de un campo de desplazados. La pobreza endémica, que afecta especialmente a los niños, está aumentando vertiginosamente después de que la nación se enfrenta a una epidemia de cólera y ha sido azotada recientemente por inundaciones y nuevos movimientos sísmicos, de los que aún no se ha recuperado.
Según las últimas estimaciones de Unicef, las bandas armadas han extendido su territorio y ahora controlan comunidades de unos dos millones de personas, en su mayoría mujeres y niños, obligados a vivir en medio de frecuentes ejecuciones sumarias y violencias sexuales. Esto ha alimentado una crisis humanitaria que, según el Unicef, ha provocado el desplazamiento interno de más de 165.000 personas, lo que ha llevado a muchas de ellas a intentar peligrosas huidas en barco para escapar de las penurias cotidianas. Ayer, Cindy McCain, directora ejecutiva del Programa Mundial de Alimentos, afirmó que hay al menos cinco millones de haitianos que luchan por comer cada día. «Las necesidades humanitarias son aún mayores hoy que tras el devastador terremoto de 2010, pero con muchos menos recursos para responder», afirma Catherine Russell, directora ejecutiva de Unicef.
Respeto del Estado de derecho
En este difícil contexto se mueve la Iglesia haitiana, que ha optado por ser un agente de paz y que hace todo lo posible por apoyar a la población hambrienta y sufriente. Monseñor Pierre-André Dumas, arzobispo de Anse-à-Veau-Miragoâne, está convencido de que hay que «trabajar por la normalización del país poniendo en marcha un verdadero «Plan Marshall» de desarrollo humano integral». Además, añade el prelado, es necesario «respetar las reglas de la justicia y el Estado de derecho. Y la comunidad debería estar más involucrada».
Ayudar a los pobres a renacer
La Iglesia haitiana se ha reconocido en el mensaje para la VII Jornada Mundial de los Pobres -que se celebrará el 19 de noviembre-, en el que el Papa Francisco pide a todos que se impliquen en primera persona con los gritos de los más necesitados. Y monseñor Dumas es muy consciente de que esos gritos de dolor también proceden de su gente. «Nosotros -dice el prelado- agradecemos al Papa porque este mensaje se ha convertido en un texto guía para nuestra pastoral, que debe, cada vez más, ser capaz de ayudar a los pobres a tomar el control de su propia vida».