Lecturas recomendadas

Elegir es uno de los sinónimos de vivir. No podemos tenerlo todo

¿Qué sucede hoy cuando un musulmán decide cambiar su religión?

A propósito del XIII Domingo del Tiempo Ordinario.

 

Evangelio: Mateo 10, 37-42

 

Albert Ellis fue un psicólogo que postuló que los seres humanos asumimos ideas irracionales que aceptamos como verdaderas y en torno a las cuales intentamos construir nuestra vida, autogenerándonos muchos sufrimientos porque son ideas ilógicas. La primera de todas, según Ellis, es que “necesito amor y aprobación de las personas significativas para mí en todo lo que hago, y debo evitar su desaprobación a toda costa”.

 

Obviamente, todo ser humano necesita amor y acogida, pero la vida no puede hacerse depender de la mayor o menor aprobación de otros, sino de la fidelidad personal a los valores que dan sentido a la propia existencia, y esto nos obliga a posicionarnos, a definir un camino, que será compartido y aceptado por unos, y rechazado por otros. Es insano pensar que vamos a coincidir con todos, porque, si se diera ese caso, sólo significaría que no tenemos identidad.

 

¿Qué sucedió con los primeros cristianos en Israel? Fueron excomulgados, expulsados de las sinagogas y tratados como “heréticos”. No se podía ser judío y cristiano, tenían que elegir.

 

En aquel tiempo, el que se hacía cristiano se encontraba muchas veces en una condición muy dolorosa, no sólo desde el punto de vista afectivo, sino también social y económico: además del rechazo y la soledad, perdía las seguridades de su hogar. No tenía derecho ni siquiera a la herencia.

 

¿Qué sucede hoy cuando un musulmán decide cambiar su religión? Su opción tiene consecuencias, porque su familia lo considera como alguien que ha traicionado su tradición.

 

Es interesante que Jesús, cuando habla de los precios de su seguimiento, no “consuela”, no nos dice: “cuando los rechacen, cuando los critiquen, no se preocupen, tengan paciencia, al final todo mejora…” Al contrario, Jesús es totalmente radical: “el que prefiere a su madre, a su padre, a sus hijos… más que a mí, no es digno de mí”.

 

Lo que amamos puede entrar en conflicto: nuestra familia, nuestros amigos, personas significativas, estatus social o económico… todo puede entrar en conflicto con los valores de la fe. Cada vez que elegimos un valor, tenemos que considerar que la fidelidad a lo elegido puede traernos consecuencias, por eso, lo primero que tenemos que preguntarnos es sobre qué valores queremos construir nuestra vida, cómo es la persona que yo quiero ser, para luego, en cada situación concreta, elegir lo que responda a esta pregunta: “¿qué haría, en este caso, la persona que yo quiero ser?”

 

Desde aquí podemos entender entonces el sentido de la cruz. Jesús no dice: “tienes que aceptar las cruces que llegan a tu vida”. Su invitación es a hacer la opción consciente de abrazar la cruz que es consecuencia inevitable de la opción por su Evangelio.

 

Porque la propuesta de vida de Jesús se basa en la opción por el amor, por la solidaridad, por la verdad, por la justicia… y es IMPOSIBLE que una persona que se coloca en esta postura no sea criticada, rechazada e incluso atacada.

 

 Elegir es uno de los sinónimos de vivir. No podemos tenerlo todo.-

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba