Opinión

Para jóvenes políticos

En política, lo mejor buscado debe ser mejor para todos

Ramón Guillermo Aveledo:

Entrando en temporada electoral, hay noticias importantes que no son evidentes.

“Para jóvenes políticos” dedica Rafael Tomás Caldera su libro El Poder y la Justicia. Y ese es ya un primer dato importante, porque hay nuevas promociones de líderes y de aspirantes a serlo que asoman al escenario público e incluso alcanzan un temprano protagonismo y a ellas va dirigido este ensayo que pone la mirada en el por qué, el para qué y en aspectos del cómo de la política, centrado en “los principios, pocos pero fundamentales” dice el autor que deben tener presentes quienes dedican “sus mejores esfuerzos a la edificación de una sociedad mejor, más justa y solidaria”.

Su premisa es que “El poder y la justicia son coordenadas de la política”, esa actividad humana esencialmente libre cuya finalidad “… es el bien común que exige la realización de la justicia”, lo cual bastaría eso presentar en lo que vale este libro, pero caigo en la tentación de más, para que no me quede tanto por decir.

En la intención de Rafael Tomás se evidencia el docente desde la dedicatoria de este libro, pero también explícitamente en sus mensajes. La política tiene un sentido, más acá (más adentro) y también más allá (más lejos que lo inmediatista) de las destrezas para alcanzar, ejercer y conservar el poder. Si fuera pura técnica la política sería poca cosa, magra razón para entregarle la vida que eso y no menos pide. Y su sentido es guía: el fin de la política es el gobierno y el fin del gobierno el bien común. Es un camino accidentado, no siempre claro, para transitarlo hacen falta muchas condiciones, pero sin valores nos extraviaremos.

Pero este profesor es también un pensador, de esos que tanta falta nos hacen en Venezuela. Lo que dice aquí no se le ocurrió ayer en la tarde, le viene largo de lecturas, experiencias y reflexiones. Hace diecisiete años, escribía En busca de nuestra expresión “… al deliberar sobre las acciones, entra en línea de cuenta –siempre y necesariamente- un elemento valorativo. Haremos lo qué, de un modo u otro, consideramos mejor aquí y ahora.” Y en política, cabe preguntarse ¿mejor para mí? La verdad que no es suficiente, hay mejores y más limpios caminos si lo que se busca lícitamente es el bienestar individual. En política, lo mejor buscado debe ser mejor para todos. Y allí completaba la reflexión “Es preciso trascender: encontrar en la búsqueda racional del bien el principio de nuestra armonía”.

Y un poquito más acá, hace quince en mi favorito entre sus ensayos, La Existencia Abierta (Para lectores de El Principito), nos formula advertencia de actualidad palpitante. Los personajes de ese cuento están “Cada uno, solo, en un asteroide donde, en sentido estricto, no cabe nadie más. Quien se acerque a ellos no se verá tratado como persona, como igual, como posible amigo”.

¿No es acaso –cabría preguntarse- una metáfora de nuestra presente vida civil en la actualidad? La pregunta no es ociosa, porque sin comunidad no hay comunidad política. En breve, encontraremos cómo el profesor Caldera dilucida la cuestión en la vida social y por consiguiente en la vida política: “El secreto estará en crear vínculos. Y, para ello, en ser paciente.”

Nuestra sociedad venezolana está oprimida por la mentira para justificar un ejercicio –abusivo y torpe a la vez- del poder”, leemos en El Poder y la Justicia. En recobrar el rumbo perdido, juega papel decisivo la autenticidad. Como invita Francisco en Fratelli Tutti hay que “Recomenzar desde la verdad”.

Y concluye el educador y ciudadano, “Así podremos vencer el imperio de la mentira y abrir para nuestra tierra de nuevo un espacio de libertad”. Ese es, a no dudarlo, el camino del reencuentro entre el poder y la justicia.

Agradezco a Rafael Tomás Caldera este libro oportuno y útil, a ABEdiciones UCAB su publicación. Y a los organizadores de Jardín Ciudad palabra que con la asociación Amigos del Jardín Botánico de Caracas, nos reunieran hace poco en tan grato reencuentro con las ideas y la palabra impresa en ese verde y entrañable trozo de Caracas.-

América 2.1

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