Opinión

Biodiversidad y minería ilegal Canaima/Cuyuní-Esequibo

Al yuxtaponer Canaima, Cuyuní-Esequibo, tenemos una realidad más difícil aún, pues por nuestra “Zona en Reclamación” la minería también asola al Esequibo, territorio nuestro

Isaías Márquez:

Los efectos de la minería ilegal sobre nuestro medioambiente son extensos y hasta podrían ser irreductibles por la pérdida de ecosistemas, flora, fauna, así como la erosión de los, contaminación mercurial de aguas, desbroce y, en efecto, una crisis climática de fenómenos extremos impropios.

Es así como el Parque Nacional Canaima, una de las áreas más extensas de Venezuela (unos tres millones ha) de relevancia mundial, Patrimonio Natural de la Humanidad (Unesco, 1994) sufre los rigores de la minería ilegal que conlleva desbrozo, barrido de suelo con mangueras de presión y polución mercurial con bermellón cinabrio (HgS) para separar y extraer el oro de las rocas o piedras a las que está adosado. Entonces, el mercurio o azogue, que a veces brilla más que el oro se une a este y forma una mezcla que permite su desunión de la roca, arena u oro material térreo; dicha mezcla se calienta a objeto de que el mercurio fluya y quede el oro, lo cual genera un vaho efectivo como para saturar a la atmósfera, que excede el límite máximo seguro de riesgo ocupacional. El mejor vector para el flujo del mercurio por el medioambiente es la propia naturaleza; sus fuentes: los vientos, las escorrentías, la evapotranspiración y los cuerpos de agua. La minería es ilegal en todo parque nacional. Esta prohibida y debería contenerse in situ.

Pese a la normativa legal contra esta práctica y funciones preventivas, toda acción pareciera, quizá por alguna trama oficial, resultar vana y hasta nula. Pues, la minería expoliadora cala inexorablemente, según ONGs abocadas a la conservación y defensa del medioambiente.

Lamentablemente, el mercurio se halla, hoy por hoy, en diversos medios y alimentos (pescados y bivalvos, principalmente); por todo el mundo a niveles que afectan perniciosamente, a la salud pública y la vida silvestre.

Asimismo, al yuxtaponer Canaima, Cuyuní-Esequibo, tenemos una realidad más difícil aún, pues por nuestra “Zona en Reclamación” la minería también asola al Esequibo, territorio nuestro, de jure, a juicio en la CIJ, la cual estudia un intento de Guyana en contra nuestra de soberanía sobre el Esequibo, por una superficie algo superior a unas 16 millones ha; disputa donde se interpone el hábitat de más de unos nueve pueblos amerindios y ecosistemas arbolados, ríos, especies endémicas y otras en extinción. Y, es así, como tanto la minería legal como ilegal amagan a la biodiversidad de Canaima y el Esequibo. Pues, solo en este, ha asolado, según informe SOS Orinoco, cerca de unas 31000 ha de bosques entre 2020-2022.

La ruina por el Esequibo excede a la huella de minería aurífera obvia por todo el estado Bolívar, que promueve gradualmente, un seudoproyecto ecocida denominado Arco Minero del Orinoco (AMO), según la organización predicha denunciante, regular, de los impactos medioambientales sobre la biodiversidad del país.

La minería ilegal no es el único amago en el Esequibo; con una extensión algo menor que la de Amazonas, es un espacio que ofrece poco más de unos ocho millones ha de bosques poblados con especies endémicas e indefensas y otras en vías de extinción irreversible; ecosistema con un conflicto territorial de vieja data, sobre el cual no existe aún, una precisión clara y concreta sobre cuál gobierno debería imponer medidas de control, aunque la cuenca del Cuyuní pertenece a Venezuela.-

Isaimar@gmail.com

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