Lecturas recomendadas

¿Tenemos suficiente información?

 

Rafael María de Balbín:

Las fuerzas del hombre y su inteligencia son limitadas. Y ante el misterio de Dios nos damos cuenta de nuestra limitación. Hasta las mentes más preclaras han incurrido en grandes oscuridades y contradicciones. A Dios no le vemos. Carecemos de evidencias y de datos claramente accesibles.     Sin embargo, Dios ha querido a darse a conocer, dándonos la oportuna información.

<<Dios, en su bondad y sabiduría, se revela al hombre. Por medio de acontecimientos y palabras, se revela a sí mismo y el designio de benevolencia que él mismo ha preestablecido desde la eternidad en Cristo en favor de los hombres. Este designio consiste en hacer partícipes de la vida divina a todos los hombres, mediante la gracia del Espíritu Santo, para hacer de ellos hijos adoptivos en su Hijo Unigénito>> (Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, n. 6).

Esa Revelación divina se ha desplegado por etapas. <<Desde el principio, Dios se manifiesta a Adán y Eva, nuestros primeros padres, y les invita a una íntima comunión con Él. Después de la caída, Dios no interrumpe su revelación, y les promete la salvación para toda su descendencia. Después del diluvio, establece con Noé una alianza que abraza a todos los seres vivientes >> (Idem, n. 7).

Con el paso del tiempo nos vinieron otras luces. <<Dios escogió a Abram llamándolo a abandonar su tierra para hacer de él «el padre de una multitud de naciones» (Gn 17, 5), y prometiéndole bendecir en él a «todas las naciones de la tierra» (Gn 12,3). Los descendientes de Abraham serán los depositarios de las promesas divinas hechas a los patriarcas. Dios forma a Israel como su pueblo elegido, salvándolo de la esclavitud de Egipto, establece con él la Alianza del Sinaí, y le da su Ley por medio de Moisés. Los Profetas anuncian una radical redención del pueblo y una salvación que abrazará a todas las naciones en una Alianza nueva y eterna. Del pueblo de Israel, de la estirpe del rey David, nacerá el Mesías: Jesús>> (Idem, n. 8).

Hasta que llegó el momento final de esa Revelación de Dios a la Humanidad. <<La plena y definitiva etapa de la Revelación de Dios es la que Él mismo llevó a cabo en su Verbo encarnado, Jesucristo, mediador y plenitud de la Revelación. En cuanto Hijo Unigénito de Dios hecho hombre, Él es la Palabra perfecta y definitiva del Padre. Con la venida del Hijo y el don del Espíritu, la Revelación ya se ha cumplido plenamente, aunque la fe de la Iglesia deberá comprender gradualmente todo su alcance a lo largo de los siglos>> (Idem, n. 9).

Así lo expresó bellamente San Juan de la Cruz: <<Porque en darnos, como nos dio a su Hijo, que es una Palabra suya, que no tiene otra, todo nos lo habló junto y de una vez en esta sola Palabra, y no tiene más que hablar>>.

¿Es que no ha habido más revelaciones de Dios en estos veinte siglos? <<Ciertamente las ha habido, pero no hacen sino confirmar la Revelación universal para toda la Humanidad. Aunque no pertenecen al depósito de la fe, las revelaciones privadas pueden ayudar a vivir la misma fe, si mantienen su íntima orientación a Cristo. El Magisterio de la Iglesia, al que corresponde el discernimiento de tales revelaciones, no puede aceptar, por tanto, aquellas “revelaciones” que pretendan superar o corregir la Revelación definitiva, que es Cristo>> (Idem, n. 10).-

(rbalbin19@gmail.com)

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