Josué Fonseca explica los 3 peores problemas de la Iglesia hoy
Josué Fonseca es el fundador de la Comunidad Fe y Vida, historiador especializado en la historia de los movimientos religiosos y profesor de instituto en Cantabria. La historia de cómo entró en la fe y luego fundó una comunidad la ha contado ReL aquí. Su libro Audacia está ayudando a muchas personas que encuentran a Cristo y a la Iglesia en nuestra época.
En el marco del Encuentro Transforma en Alicante, el primer fin de semana de julio, organizado por la iniciativa de renovación pastoral Nunc Coepi, se le encargó presentar su visión sobre «lo que no se está haciendo en la Iglesia» (y debería hacerse).
«Me toca el papel de ‘poli malo’, tengo que decir qué cosas están mal y qué cosas no se están haciendo», advirtió.
Sus conclusiones las dio al final, concretando en 3 problemas de la Iglesia por las que le cuesta mejorar y adaptarse y que responden a la pregunta de la charla («Qué no está pasando en la Iglesia»):
1) La Iglesia debe abandonar el viejo esquema de Cristiandad
La Iglesia Católica sigue operando con muchas estructuras de un sistema antiguo, la sociedad de Cristiandad, que ya no funciona. Josué critica que la Iglesia intente funcionar con «cristianos no practicantes» que es, dijo, «como ser padres o maridos no practicantes». La Iglesia actual debe estar formada por personas que optan decididamente por Jesucristo, que toman en serio la fe y entienden que «el mensaje de Jesús es radical y, a la vez, para todos, no para algunos selectos». Si no se sale del viejo sistema de Cristiandad, advirtió, «ese sistema caerá sobre nosotros, como ruinas, y nos aplastará».
2) La Iglesia ha de superar el clericalismo
Josué piensa que buena parte del problema de la Iglesia es «el clericalismo», que concreta en la mentalidad de que hay «cristianos top, que son los curas, monjas y obispos, y cristianos de segunda categoría, que son los demás». Con esa mentalidad, la inmensa mayoría de los cristianos (que son los laicos) no aportan sus dones ni su creatividad. Josué piensa que «la Iglesia en el futuro va a ser más creativa y va desarrollar una teología de los ministerios».
3) La Iglesia ha de mejorar mucho su imagen
«No hay institución hoy en el mundo que se venda peor que la Iglesia. Tiene un gran tesoro de sabiduría y el mundo ni se ha enterado», lamenta.
El problema de mala imagen de la Iglesia se da a todos los niveles, empezando por las malas homilías. Una persona alejada de la iglesia que acuda a misa a una boda o un aniversario familiar escuchará a menudo «un sermón infumable». Un pariente lo sufrió y le dijo a Josué: «No pensé que serían así todavía».
Mirando hacia el futuro, Josué Fonseca cree que la Iglesia se apoyará mucho más en comunidades, «algunas de ellas laicales, otras parroquiales». «Cada una será como una iglesia en pequeño, y serán iglesia alrededor de la figura del obispo. Pero si rompemos con el obispo, ya no seremos iglesia, seremos sólo una secta», advirtió, tras años de estudiar comunidades de todo el mundo.
El análisis histórico
Más allá de sus predicciones de futuro, Josué dedicó más tiempo al análisis histórico, el «cómo hemos llegado aquí».
«Vivimos un cambio de tiempo, axial. No es cambio de circunstancias, sino de paradigma. Veo mucho derrotismo y pesimismo en la Iglesia, pero yo digo que no es para tanto, porque la Iglesia ha visto de todo», detalla.
No niega, sin embargo, que la situación eclesial es mala. «En 1960 había 5.000 seminaristas en España, hoy hay 800. Sólo un 10% de jóvenes se casan por la Iglesia. Los datos son coherentes. Hay tónica general de disminución».
Pero, por otra parte, analizar la Iglesia, incluso desde un punto de vista meramente humano, es difícil «porque la Iglesia es incomparable a cualquier otra cosa. Son 1.200 millones de bautizados. Y es lo que en política se llama ‘poder global no estatal’. Es una entidad mundial, centralizada, con 2.000 años de historia. Nada se compara a la Iglesia«, admite.
Eso sí, «un tipo de Iglesia está desapareciendo. Yo creo en la acción del Espíritu Santo en la Iglesia. No soy pesimista. El cambio va a ser de varias generaciones de cristianos y no hemos de ser impacientes», anima.
Aprender de los cristianos de la Antigüedad
A menudo se habla de los primeros cristianos como ejemplo, y Josué cree que los cristianos del s.XXI se van a parecer cada vez más a ellos.
«Los historiadores saben poco de los cristianos del año 30 al 50, quizá 1 Tesalonicenses es el texto más antiguo de esos años. Pero sabemos que tenían muy claro que todos eran hermanos y que había ministerios, servicios: ser presbíteros, maestros, profetas, algunos itinerantes… Unos celebran unas fechas; otros, otras. Había ritos distintos: Antioquía, Alejandría, etc… Pero todos tenían claro que eran una única Iglesia. Desde el principio había obispos, que en griego es «episcopos», es decir, «supervisores». Entrar en la Iglesia era complicado. Rodney Stark en La Expansión del Cristianismo, muestra que superaban las persecuciones con eficaces redes de solidaridad. Ser cristiano era algo muy serio: yo, cuando estoy quejoso, me leo las actas de los mártires antiguos».
El historiador recuerda que aunque los romanos paganos hablaban de moral, no la practicaban. En cambio, el estilo de vida cristiano, aunque era exigente, también era atractivo. «El catecumenado era largo, era un discipulado: implicaba llegar a dar ejemplo de vida cristiana, que ya no eras solo creyente, que vivías como creías. El creyente piensa que la fe es simplemente un aspecto importante más de la vida; en cambio, el discípulo piensa que la fe es lo más importante de todo, y cambiará lo que sea en su vida si choca con la fe», detalla.
Rutinas heredadas de Constantino y Trento
En época del emperador Constantino, en el s.IV, al despenalizarse el cristianismo, la Iglesia ofrecía al Imperio, muy debilitado, líderes, estructuras, «un andamiaje útil». La estructura imperial y la eclesial se fueron compaginando. Ser cristiano empezó a salir a cuenta; ayudaba para ser funcionario, tener cargos… Y la Iglesia aportó el culto oficial del Imperio Romano. El catecumenado se simplificó mucho, de forma que en el siglo VI casi todos se bautizaban de bebés y casi nadie recibía un catecumenado.
Después, en el siglo XVI, en el Concilio de Trento, «triunfó la facción que buscaba marcar mucho las diferencias con los protestantes; para eso, definió bien el papel del sacerdote y mejoró la formación del clero, pero reforzó más límites a los laicos. Y la estructura que hemos seguido los últimos 5 siglos ha sido la de Trento», detalla el historiador.
Un cristiano de pueblo en el siglo XIX y un cristiano de la Antigüedad eran muy distintos. Al cristiano rural de hace unas generaciones, sólo se le pedía ir a misa en Pascua, saber el Padrenuestro y saber de memoria «un par de cosas de doctrina». Con eso se consideraba un buen cristiano, o cristiano normal. A un cristiano de la Antigüedad se le exigía mucho más, y así será de nuevo en nuestra época, si la Iglesia quiere perdurar, advirtió.
La charla de Josué Fonseca en el Transforma 2023 (una hora, pero bastante amena).