Devociones y tradiciones

San Chárbel, el santo libanés que ha hermanado a Oriente y Occidente

San Chárbel Makhlouf fue un sacerdote, asceta y religioso libanés que perteneció a la Iglesia católica maronita -Iglesia oriental que data del siglo V, hoy una de las 24 Iglesias “sui iuris” (de derecho propio) que integran la Iglesia católica-.

Fue el primer santo de Oriente en ser canonizado después de muchos siglos (desde el siglo XIII no se canonizaba a ningún miembro de la Iglesia Oriental); muy querido en el mundo de habla hispana, especialmente en México.

Monje maronita y sacerdote

San Chárbel, cuyo nombre original fue Youssef Antoun (José Antonio) Makhlouf (Majluf), nació en Beqakafra, Líbano, el 8 de mayo de 1828. Quedó huérfano de padre a los tres años, por lo que su madre tuvo que cuidar sola de él. Ella contrajo segundas nupcias con un sacerdote maronita -los maronitas admiten sacerdotes casados- quien llegó a ser una influencia muy positiva para el santo.

En general, los Makhlouf componían una gran familia marcada por la fe -dos de los tíos de Yousef fueron monjes ermitaños, por lo que el santo creció en un ambiente religioso, rodeado de auténtica espiritualidad-.

A los veintitrés años, dejó el hogar materno e ingresó al monasterio de Nuestra Señora de Mayfouq como candidato, adoptando luego el nombre de un famoso mártir sirio: Chárbel.

El joven monje realizó sus votos solemnes en 1853 y fue ordenado sacerdote unos años más tarde, en 1859, por Mons. José al Marid, y queda incorporado al clero regular bajo el patriarcado de Paulo I Pedro Masad.

El destino inmediato de Chárbel sería el monasterio de San Marón en Annaya, ubicado en las alturas montañosas del Líbano, a 1067 m. sobre el nivel del mar.

Para escuchar mejor la voz de Dios

El P. Chárbel vivió en San Marón por 15 años, convirtiéndose en un monje ejemplar, dedicado a la oración, el apostolado y los estudios de espiritualidad.

Posteriormente descubre el llamado a la vida en soledad y se convierte en ermitaño. Para ello, dada su condición canónica, requería un permiso especial. El santo recibe la autorización debida el 13 de febrero de 1875.

Desde ese día hasta su muerte en 1898, San Chárbel estuvo dedicado a la ascesis, la penitencia, el trabajo manual y a la oración. Esto incluía un régimen con las horas principales e intermedias de la Liturgia de las horas (7 momentos diferentes del día)-, y, naturalmente, la Misa diaria.

Solo comía una vez al día y pasaba la mayor parte del tiempo en silencio. Siempre que era necesario hacía un alto a sus actividades para recibir a los numerosos visitantes que llegaban atraídos por su reputación de sabiduría y santidad. Aquellas personas llegaban en busca de consejo espiritual, alguna promesa de oración o en pos de algún milagro -se sabe que San Chárbel realizaba curaciones milagrosas-.

Hombre universal

San Chárbel murió el 24 de diciembre de 1898. El Papa San Pablo VI lo beatificó el 5 de diciembre de 1965, durante la clausura del Concilio Vaticano II. Años más tarde, el mismo Pablo VI lo canonizaría (9 de octubre de 1977) en el marco de las celebraciones del Sínodo Mundial de los Obispos.

La devoción a San Chárbel se ha extendido dentro y fuera de las fronteras del Líbano, incluso en territorios muy alejados poseedores de culturas muy distintas. Prueba de ello es la particular y fuerte veneración de la que goza en México y otras partes de América Latina. San Chárbel se ha convertido en un puente muy real entre Oriente y Occidente, un “puente” que ha tendido el Espíritu Santo.

Lazo entre Oriente y Occidente

El caso de la devoción a San Chárbel en México constituye algo realmente especial. Esta se debe en gran parte a la inmigración maronita a ese país -iniciada en el siglo XIX- como al aumento de milagros atribuidos a la intercesión del santo libanés.

Los milagros ocurridos y que se atribuyen a la intercesión del santo merecen mención aparte. Algunas fuentes señalan que la Iglesia Católica ha registrado e investigado un número que sobrepasa las dos decenas de miles. Algunos de ellos, incluso, han tenido impacto mediático.-

Aciprensa

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