Lucha contra el Contrabando o “Compra Venezolano”
José Antonio Gil Yepes:
Luce que es tiempo de resucitar la gran campaña de la década de 1960: “Compra Venezolano”, el lema utilizado para promover la preferencia por los productos “Hecho en Venezuela”. En aquel momento, la CEPAL, Comisión Económica para América Latina, junto con los gobiernos de la región y la Alianza para el Progreso del gobierno de Kennedy lanzaron el gran objetivo de sustituir importaciones para crear riqueza y empleos en los países latinoamericanos.
Un detalle de esta campaña en Venezuela es que fue un orquestada por una alianza entre los gobiernos de Rómulo Betancourt y Raúl Leoni con empresarios privados. Para ello se creó la Asociación Pro Venezuela, cuyo primer presidente fue un empresario notorio de la época, Alejandro Hernández. Betancourt y Hernández mantenían una estrecha amistad, por lo que la comunicación y confianza entre ellos contribuyó a impulsar la política ante el gran público y empresarios de la época, entre los que tenían gran peso intereses importadores.
El Compra Venezolano se manifestó en una corriente de inversiones, sobre todo en los pasos finales del ensamblaje de productos; por ejemplo, en el sector automotriz se llegó a producir hasta un 50% de las partes de algunos vehículos; algunas de las cuales alcanzaron calidad de exportación, como ciertos modelos de chasis de autos y camiones, cauchos amortiguadores, rines, etc.
Los objetivos de la campaña “Compra Venezolano” no solamente fueron económicos: ahorro de divisas, inversiones, incorporación de tecnología de punta, creación de empleos, mejores salarios, sino también la promoción del orgullo y unidad nacional. Recuérdese que el país estaba en guerra contra el golpismo y la guerrilla y esa situación requería levantar banderas que nos unieran alrededor de la democracia, la institucionalidad y la nacionalidad. Casualmente, otros lemas del momento fueron ¡Unidad! y ¡Rescate del Esequibo!
Ahora parece que la historia se repite: Otra vez necesitamos Unidad, versus polarización, sustituir importaciones y rescatar el Esequibo.
La estrategia importadora enfatizada desde 2019 se entendió como una de las medidas para bajar la inflación, junto con otras medidas ambivalentes. Unas para estimular la inversión, el abastecimiento, el empleo y el consumo (liberación de precios, liberación del cambio, dolarización de la economía y reducción de aranceles), y otras para recortar la liquidez, con efectos contrarios a las anteriores (recorte drástico del gasto público, del crédito bancario y sobrevaluación del bolívar para abaratar, artificialmente, las importaciones). Si a lo anterior se le suma el contrabando, podemos entender que a la empresa privada se la haga difícil crecer. Así y todo, ha aumentado la utilización de su capacidad instalada de un promedio del 25% en 2018 al 45% hoy día. Este porcentaje pudiera ser mayor si la política antiinflacionaria basada en la política ambivalente arriba descrita fuese sustituida por una política antiinflacionaria coherente enfocada a incrementar la oferta; recuperando el crédito bancario, permitiendo depósitos remunerados y préstamos en divisas, promoviendo exportaciones, racionalizando los impuestos, tasas, tarifas y precios de bienes públicos, equiparando nuestros aranceles a niveles internacionales y reduciendo el contrabando.
El ingreso de mercancías sin pagar aranceles ni servicios portuarios es el peor de los males actuales. En algunos casos, como en alimentos y medicinas, el contrabando ocurre sin cumplir con requisitos elementales como permisos sanitarios, demostración de origen, fecha de expiración, componentes activos, etc. El colmo del contrabando es la importación de medicinas vencidas sin pagar aranceles y que son reempacadas con fechas falsas de duración.
Los impactos negativos del contrabando no sólo son contra las empresas, sino también contra los trabajadores que pierden el empleo, contra el Fisco Nacional que deja de percibir ingresos y la mala imagen del gobierno que permite desafueros que perjudican a la población.
La solución al contrabando no sólo es erradicarlo, sino superarlo y en positivo; reafirmando la identificación que ya existe entre los venezolanos y tantos productos de calidad que producimos. Nos urge relanzar la política del “Compra Venezolano” o remozarla con un “Bien Hecho en Venezuela”. Esta vez, sin tener que recurrir a protecciones arancelarias y para arancelarias del pasado, sino, simplemente, eliminando el contrabando, las políticas contradictorias señaladas, las trabas administrativas y recuperando los servicios públicos. Si el gobierno se plantea conseguir un aliado empresarial, como lo fue Pro Venezuela, existe CONAPRI, el Consejo Nacional de Promoción de Inversiones, compuesto por empresarios que siguen invirtiendo en el país y que tienen la información, experiencia y nexos para orientarnos en las mejores políticas que podemos aplicar para acelerar el crecimiento y el bienestar.-
@joseagilyepes