Recrear el proyecto de Ignacio: Volver a Jesús, matizando el sentido de la autoridad y la obediencia
"La Compañía de Jesús ha sido quizá la mayor 'obra católica' de la modernidad"
Murió Ignacio en un tiempo de crisis, enfrentado con un Papa que quería que su Compañía no fuera una sociedad de voluntarios de Jesús (cada uno por aislado, bajo la dirección de un superior), sino una comunidad de hermanos/amigos orantes, buscando, planeando y realizando juntos la voluntad de Dios.
Murió Ignacio, pero murió también aquel papa que había querido que la Compañía fuera comunidad de oración y vida.
Triunfó Ignacio y su Compañía siguió siendo (y es) sociedad de individuos/agentes de evangelio, bajo la autoridad de unos superiores y de un Papa superior-de-superiores.
Superior y obediencia se impusieron así sobre la comunidad de orantes/agentes de evangelio, en contra de lo que había querido aquel Papa y de la tradición anterior de la iglesia. Nació, no sólo por los jesuitas, pero de un modo especial por ellos, un tipo de autoridad-obediencia muy eficaz en línea de «empresa», pero quizá menos evangélica-eclesial.
Introducción
Tengo un inmenso respeto por Ignacio de Loyola, una gran admiración por la Compañía. Pero, como pude conversar larga y apasionadamente con Ignacio Tellechea (1928-2008), con ocasión de su obra “Sólo y a pie” (1992), aquel papa que no quería aprobar las Constituciones de la Compañía de Jesús tenía al menos tanta razón como Ignacio de Loyola.
La Compañía de Jesús ha sido quizá la mayor “obra católica” de la modernidad; sin ella la Iglesia Católica no sería lo que ha sido desde el siglo XVI hasta el XXI. Pero, en el fondo, a mi juicio (con I. Tellechea), aquel papa tenía más razón que Ignacio.
El tipo de oración de Ignacio (a solas, con un “director” espiritual), y el tipo de autoridad de su Compañía (con un superior por encima, de la «sociedad», que no es comuniad) puede resultar muy eficiente (y lo ha sido), pero no responde al estilo cristiano de Mt 15,18 (donde dos o tres en mi nombre…), ni al del primer “concilio eclesial” (Hch 17: Nos ha parecido al Espíritu Santo y a nosotros).
Ciertamente, el Papa Bergoglio ha querido llamarse “Francisco”, y ha hecho bien. Pero, a mi juicio, su forma de entender la autoridad y el orden de la Iglesia es más de Ignacio” que Francisco y de Domingo de Guzmán. Éste es, como decía ya I. Tellechea un problema clave de la reforma de la Iglesias.
Conforme a la tradición sinodal de Mateo y Lucas, la autoridad no está fuera (por encima), sino en la misma comunidad (en en dos-o-tres reunidos, en el “nos ha parecido”).
Dejo pendiente el tema para otras reflexiones. Hoy me contento con ofrecer algunas reflexiones sobre Ignacio de Loyola, sobre la importancia de su figura y mensaje, sobre su visión de Jesús y sobre los límites de su forma de entender la obediencia en la iglesia
Me importa mucho Ignacio de Loyola, como puse de relieve en Diccionario (fila 3, 1º izda).
— Me importa Ignacio porque, siendo un hombre de la modernidad, siguió inmerso en un tipo de Edad Media religiosa, como muestran las visiones que he querido recoger en esta postal, en un camino que pasa especialmente por Manresa. Unió su piedad más tradicional con su capacidad de organización.
— Me importa Ignacio porque es un hombre de Jesús. Dejó de lado un tipo de Gran Escolástica, y centró el «ejercicio cristiano» en el seguimiento radical del Jesús histórico, de su vida (semana 2), de su fidelidad y entrega humana (sem. 2) y de su pascua (sem. 4). La Iglesia hoy necesita volver también a Jesús, es decir, a su humanidad concreta, que la lea cada uno, que la asuma, la recorra…
— Cierta iglesia moderna ha perdido la humanidad de Jesús… y la libertad de fondo de Ignacio, a solas ante Cristo (éste es su valor, éste su riesgo). Por eso es necesario volver a esa humanidad y a esa libertad, de un modo radical, sabiendo que todo el resto de las cosas resultan accesorias
IGNACIO DE LOYOLA (1491-1556). VIDA EN SÍNTESIS. OBEDIENCIA
‒ Soldado y fundador de la Compañía de Jesús. Vasco de Azpeitia, había sido caballero al servicio de Castilla, pero cayó herido y, en la convalecencia se convirtió al evangelio. Es el representante máximo de la contra-reforma católica, uno de los creadores del pensamiento y de la misión cristiana de la modernidad.
Se le puede tomar como el último cruzado de la Edad Media; pero, al mismo tiempo, ha sido el creador de una espiritualidad y una estrategia apostólica moderna, centrada en la entrega de la vida, al servicio de la libertad interior y de la Iglesia, tal como aparece en su fundación ejemplar, la Compañía de Jesús (Paris año, 1540), formada por unos socios (=jesuitas) al servicio de la obra de la Iglesia.
‒ Un caballero cristiano al encuentro de Cristo. No era un hombre de «letras», en el sentido técnico del término, pero estudió teología en la universidad de París (tras haber pasado por Alcalá de Henares y, durante menos tiempo, por Salamanca).
Ignacio conocía bien la vida social y militar de su tiempo, pero asumió el impulso de los nuevos movimientos del pensamiento católico, y quiso fundamentar su espiritualidad en la vida de Cristo, tal como aparece en las tres últimas semanas de sus Ejercicios Espirituales, que tienen como finalidad la formación de unos «soldados» al servicio de la obra de Jesús, dentro de la Iglesia católica.
Ignacio ha transformado así la cruzada militar antigua, dirigida a la conquista externa de Jerusalén, en apostolado al servicio concreto de la Iglesia, extendida por el mundo. Ese programa, abierto a todos los cristianos (a quienes dirige sus Ejercicios), se expresa de un modo especial a través de los miembros de la Compañía de Jesús, para quienes él escribe las Constituciones, uno de los textos de organización social más importantes de la historia de occidente.
‒ Compañía de Jesús. Una obediencia como libre sometimiento (pero como sometimiento, no como diálogo constituyente, en contra de la tradición cristiana).
Las órdenes religiosas antiguas habían realizado una gran labor al servicio de la Iglesia, desde los primeros benedictinos (con los monjes de Cluny o del Cister) hasta los franciscanos y los dominicos, pero ellos realizaban en principio una tareas más genéricas. Por el contrario, los nuevos socios (compañeros, militantes de Jesús, según Ignacio de Loyola, han nacido para ponerse directamente al servicio de la Iglesia amenazada, obedeciendo a unos superiores “que aparecen por encima, no dentro de la comunidad”.
En toda la tradición anterior de la iglesia, que culmina de un modo ejemplar en los dominicos del siglo III, partiendo de la tradición de San Basilio y San Agustín, padres de los monjes/religiosos de oriente y occidente, la obediencia se entiende en un contexto de comunidad. El superior no está fuera, sino dentro de la comunidad. Eso significa que orar es compartir la vida más honda de la comunidad y obedecer es descubrir la voluntad de Dios a través de la vida (diálogo) de la comunidad.
Según eso, el superior no está fuera (por encima) de la comunidad, sino dentro de ella, siendo representante de Dios (Cristo) por ser representante de la voluntad comunitaria.
Liberados para la misión de Cristo (en manos de un superior)
Hay otros modelos de vida y presencia cristiana (monacal, contemplativo, liberador en línea social…), pero el más significativo de la Iglesia Católica en los últimos quinientos años lo ha ofrecido Ignacio de Loyola al fundar la Compañía de Jesús, ese cuerpo especial de «liberados de Cristo» al servicio pleno de la iglesia (con voto de obediencia peculiar al papa).
Pues bien, la novedad de la “obediencia ignaciana” está en el hecho de ponerse en manos de unos superiores que dialogan mucho, que piensan mucho, pero que dirigen desde arriba la vida y acción de los miembros de la Compañía de Jesús. De esa forma se gana en agilidad, pero en un línea de ejército o empresa, pero se pierde la raíz comunitaria de la búsqueda de la voluntad de Dios.
Más que una comunidad en la que todos colaboran y deciden dialogando lo que ha de hacerse (nos ha parecido al Espíritu Santo y a nosotros), surge un superior (un tipo de general de ejército) que ve desde arriba lo que ha de hacerse, y que asigna a cada uno el lugar en que se debe situar y la obra que ha de realizar.
En lugar del diálogo (syn-hodos), se pone de relieve un tipo de “sumisión radical” a un superior que es representante de la voluntad de Dios. En la tradición anterior, el representante de la voluntad de Dios es el amor comunitario. Dios no está representado por individuos superiores, sino por comunidades dialogantes que buscan, que deciden, que resuelven los temas.
Ciertamente, se mantiene el lema de «ad maiorem Dei gloriam», para mayor gloria de Dios, pero el tema es cómo se expresa la gloria de Dios, por en sometimiento a un superior puesto por Dios o por la búsqueda comunitaria del pan (en plural: Danos hoy el pan de cada día… ) y del perdón (perdónanos como perdonamos). En la iglesia del absolutismo de las nuevas monarquías la voluntad de Dios se expresa por un rey superior, por un papa, por un general de compañía.
Ciertamente, hay muchos matices… La obediencia jesuítica tiene otros rasgos geniales, ha conseguido frutos admirables… Pero en el fondo corre el riesgo de poner un tipo de “sumisión a un superior” en el lugar en que debía situarse el amor mutuo, la autoridad sinodal de la comunidad. .
Este modelo es muy eficaz, muy eficiente…. Quizá por vez primera en todo el camino de su historia, la iglesia ha contado con una especie de cuerpo especial, unificado, casi militarizado, al servicio de su misión apostólica, pero en un camino que no esencialmente de “amor mutuo” sino de obediencia al Dios que se revela por los superiores.
En ese sentido, en principio, el jesuita no es un hombre de diálogo, sino de obediencia. Es un hombre que renuncia a su propia libertad, para ponerse en manos de un superior (de unos superiores) que le diga donde debe ir, qué ha de hacer… Ciertamente, después de hondísimo discernimiento, de un profundo diálogo con los superiores… Pero al fin, por encima del discernimiento y del diálogo… está la autoridad del superior que decide, en un camino que puede parecer de evangelio, pero que no aparece en ningún momento en el evangelio.
VOLVER A LA HISTORIA DE JESÚS
Ignacio fue un hombre de mundo, señor de tierra vasca, guerrero, caballero, un convertido, fundador universal, uno de los creadores de la Edad Moderna, un hombre que quiso «reencontrar» y reinterpretar a Jesús, para caminar a su lado, en libertad. Por eso, sus «Ejercicios espirituales» (tras una primera semana de ajustes antropológicos) son un proceso de encuentro radical con Jesús, a solas con el Evangelio, sin otras mediaciones secundarias , sin órdenes externas, ni derechos particulares; cada uno a solas ante Jesús, con la grandeza y valor que ello implica (pero con el riesgo de la comunión esencial con el prójimo (sin el dos o tres de Mateo, sin el “nos ha parecido a nosotros y al Espíritu Santo).
En un momento dado, un Ignacio mal interpretado puede hacernos olvidar que Dios se expresa en la comunidad de los hermanos, que orar a/en Dios, dialotando en/con los hermanos.
La autoridad de la iglesia no es un individuo por encima de otros, sino una comunidad de creyentes/hermanos que comparten la vida, como he puesto de relieve en mis comentarios a Mc y Mt.
Ciertamente, Ignacio de Loyola ha ofrecido (en torno al 1530) el más poderoso e influyente de todos los retablos espirituales (literarios, meditativos) de la vida de Jesús para los tiempos modernos, en la línea de la Devotio Moderna.
El tratamiento de la vida de Jesús de Ignacio es radicalmente bíblico y moderno… Sus Ejercicios Espirituales son una vuelta al Jesús histórico, siguen siendo un momento clave de la vida cristiana actual, con su exigencia de vuelta al Jesús histórico. Pero leída desde la perspectiva de las Constituciones de la Compañía, la visión de Jesús que ofrece Ignacio puede manipularse en línea de «sometimiento. Más que de seguir en libertad a Jesús, puede tratarse al fin de «someterse a Jesús» a través del sometimiento a los superior.
En ese sentido, la iglesia actual, con Francisco SJ como Papa necesita volver a la historia de Jesús, con urgencia, con radicalidad…, pero a un Jesús que no se expresa en forma de principio de sometimiento, sino en línea de comunión en libertad, persona y social.
No se trata, por tanto, de someterse a Jesús a Jesús a través de los superior, sino de identificarse a Jesús y seguirle, en comuniòn de vida con los hermanos, partiendo de los pobres y excluídos de la sociedad. De lo contrario, el ideal jesuítico de la autoridad y la obediencia podrìa convertirse en un elitismo espiritual, propio de personas que guían desde arriba a los otros, sin formar comuniòn de vida con ellos.
Volver a Jesús, ése es el camino de Dios, ésa es la Iglesia… Todo lo demás serán caídas al vacío. Estos son los 51 momentos básicos de su “historia de Jesús” , tal como aparecen en las tres últimas semanas de los Ejercicios. Esos 51 momentos de la identificación con Cristo corren el riesgo de entender la identificación con un sometimiento.
1. Nacimiento (Ejercicios espirituales 262-274) 1. Anunciación. 2. Visitación 3. Nacimiento. 4. Pastores.5. Circuncisión.6. Magos.7. Purificación. 8. Huida Egipto. 9. Vuelta de Egipto.10. Vida oculta.11. Niño en templo 12. Bautismo.13. Tentación.
2. Vida (Num 275-287). 14. Llamada a los apóstoles. 15. Caná de Galilea. 16. Expulsión mercaderes. Templo: Jn 2. 17. Sermón Monte.18. Tempestad calmada.19. Andar sobre el mar, 20. Envío de los apóstoles. 21. Conversión Magdalena l: Lc 7.22. 22. Multiplic. Panes.23. Transfiguración.24. Resurrección. Lázaro. 25. Cena Betania: Mt 26. 26. Domino Ramos.
3. Pasión Num 288-298. 27. Predica. Templo. 28. Última Cena. 29. Cena-Huerto. 30. De Huerto a casa de Anás. 31. De Anás a Caifás. 32. De Caifás a Pilato. 33. Juicio Herodes. 34. Vuelta a Pilato. 35. Juicio de Pilato. 36. Cruz muerte. 37. De la Cruz al Sepulcro.
4. Pascua (299-312). 38..Aparición María, la Madre (apócrifa). 39. Ángel de pascua (Mc 16). 40. Apar. mujeres (Mt 28). 41. Aparición. Pedro (Lc 24, 33). 42 Emaús (Lc 24). 43. Jn 20: aparición a discípulo sin Tomás. 44. Jn 20: aparición a Tomás. 45. Jn 21: pesca final. 46. Mt 28, 16-20. Misión desde Galilea, 47 1Cor 15, 7: Visión a 500 hermanos. 48. 1Cor 15: Visión a Santiago. 49 . José de Arimatea (apc). 50. Aparición a San Pablo. 51. Ascensión (Hech 1)
Teología de fondo
He dicho que esos 51 momentos de identificación con Cristo corren el riesgo de poderse manipular en forma de sumisión a Cristo (y de sumisión a los superiores como representantes de Cristo). Pero esa no es una sumisión esclavizadora, sino de revelación del misterio superior de viva… El que sabe someterse a Cristo (y pone su vida en manos del Cristo que expresa su voluntad por los superiores) puede descubrir en espacio superior de misterio vital y raligioso. Sólo en ese contexto anterior (historia de Jesús) se puede entender la espiritualidad de Ignacio, su visión mística de Dios, tal como lo muestra tanto su Autobiografía¸ como su Diario espiritual, del que tomo algunas citas
Tres teclas. Montserrat.
Tenía mucha devoción a la santísima Trinidad, y así hacía cada día oración a las tres personas distintamente. Y haciendo también a la santísima Trinidad, le venía un pensamiento, que ¿cómo hacía cuatro oraciones a la Trinidad? Mas este pensamiento, le daba poco o ningún trabajo, como cosa de poca importancia. Y estando un día rezando en las gradas del mesmo monasterio (Monserrat) las Horas de nuestra Señora, se le empezó a elevar el entendimiento, como que veía la santísima Trinidad en figura de tres teclas, y esto con tantas lágrimas y tantos sollozos, que no se podía valer. Y yendo aquella mañana en una procesión, que de allí salía, nunca pudo retener las lágrimas hasta el comer; ni después de comer podía dejar de hablar sino en la santísima Trinidad; y esto con muchas comparaciones y muy diversas, y con mucho gozo y consolación; de modo que toda su vida le ha quedado esta impresión de sentir grande devoción haciendo oración a la santísima Trinidad (Autobiografía, num 28).
Visión intelectual: río hondo. Manresa.
Una vez iba por su devoción a una iglesia, que estaba poco más de una milla de Manresa, que creo yo que se llama sant Pablo, y el camino va junto al río; y yendo así en sus devociones, se sentó un poco con la cara hacia el río, el cual iba hondo. Y estando allí sentado se le empezaron abrir los ojos del entendimiento; y no que viese alguna visión, sino entendiendo y conociendo muchas cosas, tanto de cosas espirituales, como de cosas de la fe y de letras; y esto con una ilustración tan grande, que le parecían todas las cosas nuevas… Y esto fue en tanta manera de quedar con el entendimiento ilustrado, que le parescía como si fuese otro hombre y tuviese otro intelecto, que tenía antes (Autobiografía, 30. 5º).
Diario espiritual, 21 de Febrero de 1544, Paris.
Durante la oración, todo el tiempo, devoción continua y muy grande, luz cálida y gusto espiritual, entrañando en cierto modo alguna elevación […]. En la misa…yo conocía, yo sentía o veía, Dominus scit (Dios lo sabe) que hablar al Padre, ver que él era una persona de la Santa Trinidad, ello me llevaba a amarle del todo y tanto más porque las tres restantes personas se encontraban totalmente en él. Yo sentía la misma cosa cuando oraba al Hijo y la misma cosa cuando oraba al Espíritu Santo, gozando indiferentemente de una o de la otra persona, mientras yo sentía las consolaciones, atribuyéndolas a los tres.
Conocimiento y visión, Roma.Cuando decía misa tenía también muchas visiones, y cuando hacía las Constituciones las tenía también con mucha frecuencia; y que ahora lo puede afirmar más fácilmente, porque cada día escribía lo que pasaba por su alma y lo encontraba ahora escrito. Y así me mostró un fajo muy grande de escritos de los cuales me leyó una parte. Lo más eran visiones que él veía en confirmación de alguna de las Constituciones y viendo unas veces a Dios Padre, otras las tres personas de la Trinidad, otras a la Virgen que intercedía, otras que confirmaba (Autobiografía, 100).
Recordar las visiones de un hombre de Dios . He querido recordar las visiones de un hombre de Dios, de uno de los creadores del cristianismo occidental moderno. Fue un precursor del racionalismo, de la organización eficaz, de la unidad de la empresa misionera de la Iglesia. Pero fue, al mismo tiempo, un hombre de visiones y experiencias interiores, en contacto personal con el Dios que le hablaba por dentro, sin necesidad de visiones exteriores. Este Ignacio de la experiencia sigue siendo para nosotros un guía y maestro, no para hacer sin más lo que él hizo, sino para buscar a Dios como él le buscó, descubriendo incluso caminos distintos de los suyos. Un peregrino fue, peregrinos seguimos siendo nosotros. (Los textos que cito están tomados San Ignacio de Loyola, Obras completas, BAC, Madrid 1992).
ANOTACIÓN FINAL
1. El texto clave de Ignacio de Loyola son los Ejercicios Espirituales, cuyos 51 temas de identificación con Jesús he puesto ya de relieve. Esos ejercicios desembocan en la integración radical del Cristiano en Cristo, dejando en libertad total a cada ejercitante, para aplicar a su vida lo “descubierto” en Cristo.
2.La forma de interpretación “jesuítica” de la obediencia, tal como ha sido expresada en la Constituciones de la Compañía vale sólo para los jesuitas, no para todos los cristianos. Según eso, el modelo de obediencia (de organización eclesial) del conjunto de la iglesia y de las diversas órdenes (de tradición agustiniana, franciscana o dominicana, por poner tres ejemplos) no ha sido ni tiene que ser el jesuítico.
3. El Papa Francisco no puede aplicar a la iglesia entera el modelo de obediencia de San Ignacio, por mucho que sea el que él mejor conoce (y quizá el que desearía aplicar).
(Volveré al tema en un próximo día, comparando el modelo de iglesia, ea autoridad y obediencia de Francisco de Asís, de Domingo de Gumán y de Ignacio de Loyola, con los valores y riesgos de cada uno de ellos).-