Virgen de las Nieves
Cada 5 de agosto se celebra la fiesta de Nuestra Señora de las Nieves, advocación mariana proveniente de los primeros siglos de la era cristiana.
Durante el siglo XIV las festividades dedicadas a la Virgen se realizaban solo en Roma, pero a partir del siglo XVII se extendieron universalmente por voluntad del Papa San Pío V.
El amor de los esposos, don para la Iglesia
De acuerdo a una antigua tradición, en el siglo IV, habitaba en Roma una piadosa pareja de esposos que se reconocía bendecida por la fe en Cristo y porque Dios les había concedido muchos bienes materiales. Sin embargo, no tenían hijos con quienes compartir esos dones.
Por años rezaron pidiendo al Señor que los bendijera con un hijo a quien amar y heredar sus posesiones, pero parecía que Dios no los escuchaba. Finalmente, tomaron la decisión de nombrar a la Virgen María como “heredera” y dejar sus riquezas a la promoción de su culto.
En respuesta, la Madre de Dios se les apareció una noche de verano, el 4 de agosto, y les dijo que deseaba que se construyera una Basílica en el Monte Esquilino, una de las siete colinas de Roma. La señal para encontrar el lugar propicio, dijo la Virgen, sería donde hallaran el suelo cubierto por una nevada. Sin duda, esto parecía -dado el ardiente verano del hemisferio norte- poco menos que un absurdo.
Mientras tanto, la Virgen María se mostraba empeñada en su propósito: se le apareció también al Papa Liberio, dándole el mismo mensaje.
La nieve fue la señal
Al día siguiente, 5 de agosto, mientras el sol de verano hacía arder el suelo romano, la ciudad entera se quedó admirada al ver sobre el Monte Esquilino un área cubierta de nieve. Al lugar acudieron los esposos, felices por la bendición otorgada por la Virgen, así como el Sumo Pontífice, quien hizo lo mismo en solemne procesión.
La nieve cubría el espacio que debía ser utilizado para construir el templo. El Papa Liberio ordenó trazar el perímetro antes de que la nieve desapareciera. El mismo Papa ayudó en el trazo, y después en la colocación de las primeras piedras para la construcción de la futura Basílica. Los esposos se acercaron al Pontífice y ofrecieron contribuir financiando la construcción.-
Aciprensa