Opinión

 Productividad + Coopetición > Devaluación

 

José Antonio Gil Yepes:

 

El artículo anterior, “Tipo de Cambio Competitivo o Productividad”, nos condujo a la conclusión de que la solución al problema de la sobrevaluación del bolívar no radica tanto en devaluar para llegar a un “tipo de cambio competitivo” para corregir el sesgo importador y diversificar las exportaciones, sino más bien en lograr estos dos objetivos incrementando la productividad. 

 

Si evaluamos para qué han servido tantas devaluaciones drásticas y sus respectivos mal llamados “programas de ajuste”, desde el “viernes negro” (18 03 1983) hasta la fecha, llegamos a la conclusión de que no han servido sino para empobrecernos a todos, crear falsas expectativas y refinanciar los vicios de regímenes vencidos; no han logrado equilibrar el gasto público, hacerlo más eficiente, ni trasparente; evitar los déficits ni su financiamiento  inorgánico; evitar la inflación; ni la devaluación.

 

Las crisis no se curan con aspirinas para los síntomas, sino con medicinas que maten sus causas mediante “reformas estructurales”; aunque estas etiquetas recuerden al FMI y al Banco Mundial, de cuyas “buenas intenciones está empedrado el camino del infierno”. Al poner primero los programas de ajuste y después las reformas, lo que han hecho es “resolverle el problema de falta de recursos fiscales y reservas a los que han mal gobernado nuestros países, metiéndole la mano en el bolsillo al pueblo y a los inversionistas, sin corregir los problemas de fondo, los estructurales.” Estos quedan relegados porque desaparece la motivación: Falta de plata para seguir la fiesta. Por ejemplo, para corregir el déficit fiscal no es eficaz despedir empleados públicos o pagarles menos; no sin antes democratizar el capital de las empresas del Estado.

 

Las innumerables devaluaciones que han ocurrido han sido inútiles por no corregir el problema de fondo, que es la pérdida de valor de la moneda debida a la inflación y escasas reservas internacionales, ambas por falta de producción, de productividad y de diversificación de exportaciones. Tampoco se recupera el valor de la moneda mediante propaganda, decretos, ni impuestos, como el IGTF, ni con préstamos del FMI. Ese dinero “fresco” lo que ha servido es para que los “cara dura” que administran nuestros países sigan la fiesta. Y volvemos a devaluar.

 

Si se quiere evitar una devaluación drástica del bolívar, claro que hay que inyectarle divisas al mercado, como está haciendo el gobierno, pero esa es la aspirina. La cura de fondo para la inflación y la devaluación radica en el crecimiento de la oferta, de la productividad y en la diversificación de exportaciones; una combinación de políticas monetarias con políticas de oferta y desarrollo. Para implantar estas políticas y que tengan efecto positivo se necesita partir del mismo punto que lo hicieron los Tigres y Dragones asiáticos: La recuperación de la confianza gobierno-empresa a través de la formulación de planes de desarrollo sectoriales compartidos. 

 

Estos planes sectoriales deben ser formulados para los sectores en los que ya se tengan ciertas ventajas competitivas o comparativas, como es el caso de los camarones, cangrejos azules, tilapia, de los cuales ya exportamos unos US $ 1.000 MM. Sin lograr una oferta competitiva a través de una mayor productividad integral de nuestra economía y de sus cadenas productivas, el esfuerzo de “quemar divisas”, no conduce a nada, sino a bajar nuestras reservas y limitar la inversión pública en servicios, como la electricidad. En cambio, aportar divisas al mercado cambiario para evitar una devaluación drástica y, a la vez, desarrollar políticas compartidas entre el gobierno y las empresas para incrementar la inversión, producción, productividad y exportaciones conduce a “sembrar el petróleo”. 

 

 En el caso del éxito de los Tigres y Dragones asiáticos a partir de la década de 1960 (The East Asian Miracle, Banco Mundial, 1993), no sólo crecieron estando sus monedas sobrevaluadas, sino que usaron dicha sobrevaluación como estrategia para bajarle el costo a importaciones de maquinarias, equipos, tecnología y asesorías que utilizaron para aumentar su producción, productividad y exportaciones. La sobrevaluación no se usó para importar productos de consumo superfluo ni para sacar capitales. O sea, no se trata tanto de lograr equilibrios macro sino de aumentar la productividad.

 

Para FEDECAMARAS estas conclusiones son buena noticia porque le facilita el armonizar los intereses entre los sectores comerciales y los de producción. Hasta ahora habíamos asumido que al comercio le interesaba la sobrevaluación y a los productores la devaluación. Sin embargo, ahora sabemos que la solución de la sobrevaluación no radica tanto en devaluar como en armonizar los intereses de todos los eslabones de cada cadena de producción, a través de la coopetición, porque de ella depende una oferta final productiva y competitiva.

@joseagilyepes

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