Los obispos católicos rusos invitan a sus fieles a seguir con su misión «en tiempos difíciles»
Pezzi y Cubinin apuntan a "misión creativa" desde Moscú
“Podemos lamentarnos de que el conflicto en Ucrania persista, pero al fin y al cabo, a duras penas podremos tranquilizar nuestra conciencia… Si nos encomendamos a Cristo, surgirán iniciativas, quizá muy sencillas, pero profundas y duraderas. No podemos resolver el ‘problema’ de los refugiados, no podemos instaurar la paz, pero podemos llegar a personas concretas y transmitirles nuestra paz interior, si la tenemos”
“No son nuestros planes pastorales, ni nuestros proyectos personales los que hacen crecer a la Iglesia, sino nuestro humilde, pero perseverante, testimonio de Él», aseguran Pezzi y Cubinin
La carta anuncia también la participación del arzobispo Pezzi y de Oksana Pimenova – una joven laica de Moscú, comprometida desde hace tiempo en la pastoral juvenil de la diócesis – en el próximo Sínodo de los Obispos en Roma, así como la creación de una Comisión Jubilar para 2025, que coordinará las diversas iniciativas locales para el Año Jubilar
“No son nuestros planes pastorales, ni nuestros proyectos personales los que hacen crecer a la Iglesia, sino nuestro humilde, pero perseverante, testimonio de Él. Recordemos las palabras de Benedicto XVI: la Iglesia crece y se difunde no por proselitismo, sino por la atracción de Cristo mismo (cf. Homilía en el Santuario de Aparecida, 13 de mayo de 2007)”. Así se lee en la Carta a los católicos de la archidiócesis de la Madre de Dios de Moscú para el año pastoral 2023-2024, firmada por el arzobispo Paolo Pezzi y Nikolaj Dubinin, su obispo auxiliar. El documento, fechado el 8 de septiembre, ha sido divulgado este domingo 17 de septiembre, día del inicio del nuevo año pastoral.
Inspirándose en una expresión utilizada por el Papa Benedicto XVI el 26 de septiembre de 2009 en el vuelo de Roma a Praga, los dos obispos piden a los fieles que no se desanimen por la pequeñez numérica de las pequeñas comunidades católicas a las que pertenecen, sino que lleven a cabo una “misión creativa”. “Al comienzo del cristianismo y después muchas veces a lo largo de la historia – se lee en la Carta – los cristianos eran una minoría: pequeñas comunidades que santificaban el mundo que les rodeaba, no sólo con una nueva doctrina, sino también con un estilo de vida que atraía a la gente hacia Cristo. Aunque rechazaran la enseñanza cristiana, muchos judíos y gentiles no podían dejar de admirar las relaciones de amor mutuo, de verdadera misericordia, de caritas, que existían en estas comunidades”.
El camino sugerido por los dos obispos no es permanecer en una actitud de expectante ante el mundo exterior, sino abrazar la realidad circundante partiendo de lo que uno es: “A veces, cuando visitamos las parroquias -continúan los obispos-, oímos que (nosotros los católicos, ed.) no somos capaces de hacer nada bueno porque vivimos tiempos difíciles. Esto es lo que piensa mucha gente y nos hace daño. Sin embargo, la misión creativa no espera circunstancias favorables: simplemente difunde el testimonio de la comunión que vivimos (o que, por desgracia, no vivimos)”. Reiterando su invitación a no dejarse abatir por un sentimiento de impotencia y de pérdida de esperanza, el arzobispo Pezzi y el obispo Dubinin piden a los bautizados que hagan el bien con lo poco que tienen: “Podemos lamentarnos de que el conflicto en Ucrania persista, pero al fin y al cabo, a duras penas podremos tranquilizar nuestra conciencia… Si nos encomendamos a Cristo, surgirán iniciativas, quizá muy sencillas, pero profundas y duraderas. No podemos resolver el ‘problema’ de los refugiados, no podemos instaurar la paz, pero podemos llegar a personas concretas y transmitirles nuestra paz interior, si la tenemos”.
La atención a las necesidades, no sólo materiales sino también espirituales, de cada persona es señalada en el Documento como una dimensión esencial de la vida comunitaria. De hecho, ante el creciente número de católicos que se alejan de la Iglesia, los obispos invitan a no detenerse en las cifras del problema, sino a mirar a cada persona en su singularidad como alma necesitada de Dios y, por tanto, de la cercanía de los hermanos en la fe. El punto de partida para ser creativos en la misión, aunque seamos pocos, es la relación con Jesús presente aquí y ahora, “a través de aquellas personas a través de las cuales cada uno de nosotros ha encontrado a Cristo, a través de los sacramentos, a través de la Iglesia en la concreción de una determinada parroquia, de una determinada comunidad o de un determinado carisma, al que cada uno de nosotros pertenece”.
La carta anuncia también la participación del arzobispo Pezzi y de Oksana Pimenova – una joven laica de Moscú, comprometida desde hace tiempo en la pastoral juvenil de la diócesis – en el próximo Sínodo de los Obispos en Roma, así como la creación de una Comisión Jubilar para 2025, que coordinará las diversas iniciativas locales para el Año Jubilar.
En la conclusión del Documento, los obispos llaman la atención de los católicos de la diócesis sobre la oración de consagración a la Virgen María del padre comboniano Pietro Tiboni MCCJ (1925-2017), oración que pide la intercesión de la Virgen para que “Cristo dé a todos los hombres el mismo sabor de vida nueva que nos ha dado a nosotros”.
La archidiócesis de la Madre de Dios abarca un territorio de 2.629.000 kilómetros cuadrados e incluye un centenar de comunidades católicas pequeñas o muy pequeñas. No existen datos precisos sobre el número de católicos presentes en la Federación, pero, como declaró Mons. Pezzi a la agencia RIA Novosti el pasado mes de julio, la cifra de católicos bautizados es probablemente inferior a un millón.-
| Agencia Fides/RD