Lecturas recomendadas

¿Se perdió el Paraíso?

 

Rafael María de Balbín:

 

Aspiramos a practicar y lograr el bien, pero nos tropezamos con la realidad del mal. Realidad que no es meramente material, sino también espiritual y fruto de la libertad: el pecado. “En la historia del hombre está presente el pecado. Esta realidad se esclarece plenamente sólo a la luz de la divina Revelación y, sobre todo, a la luz de Cristo, el Salvador de todos, que ha hecho que la gracia sobreabunde allí donde había abundado el pecado” (Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, n. 73).

La desgracia comenzó en los niveles más elevados del Universo: entre los ángeles. “Con la expresión «la caída de los ángeles» se indica que Satanás y los otros demonios, de los que hablan la Sagrada Escritura y la Tradición de la Iglesia, eran inicialmente ángeles creados buenos por Dios, que se transformaron en malvados porque rechazaron a Dios y a su Reino, mediante una libre e irrevocable elección, dando así origen al infierno. Los demonios intentan asociar al hombre a su rebelión contra Dios, pero Dios afirma en Cristo su segura victoria sobre el Maligno” (Idem, n., 74).

Después vino la caída del hombre, su primer pecado. “El hombre, tentado por el diablo, dejó apagarse en su corazón la confianza hacia su Creador y, desobedeciéndole, quiso «ser como Dios» (Gn 3, 5), sin Dios, y no según Dios. Así Adán y Eva perdieron inmediatamente, para sí y para todos sus descendientes, la gracia de la santidad y de la justicia originales” (Idem, n.  75).

Fue un pecado en el origen de la Historia humana. Y trajo pésimas consecuencias. “El pecado original, en el que todos los hombres nacen, es el estado de privación de la santidad y de la justicia originales. Es un pecado «contraído» no «cometido» por nosotros; es una condición de nacimiento y no un acto personal. A causa de la unidad de origen de todos los hombres, el pecado original se transmite a los descendientes de Adán con la misma naturaleza humana, «no por imitación sino por propagación». Esta transmisión es un misterio que no podemos comprender plenamente” (Idem, n. 76).

Desde entonces se multiplicaron los pecados sobre la tierra. Ya no existe el Paraíso terrenal. Los que lo prometen son embusteros. Ignorar la existencia del pecado es una tremenda ingenuidad. “Como consecuencia del pecado original, la naturaleza humana, aun sin estar totalmente corrompida, se halla herida en sus propias fuerzas naturales, sometida a la ignorancia, al sufrimiento y al poder de la muerte, e inclinada al pecado. Esta inclinación al mal se llama concupiscencia” (Idem, n. 77).

<<El pecado original es el único dogma cristiano comprobable experimentalmente>>. (G. K. CHESTERTON)

Pero no somos pesimistas, Dios no nos ha rechazado ni se ha olvidado de nosotros. “Después del primer pecado, el mundo ha sido inundado de pecados, pero Dios no ha abandonado al hombre al poder de la muerte, antes al contrario, le predijo de modo misterioso –en el «Protoevangelio» (Gn 3, 15)– que el mal sería vencido y el hombre levantado de la caída. Se trata del primer anuncio del Mesías Redentor. Por ello, la caída será incluso llamada feliz culpa, porque «ha merecido tal y tan grande Redentor» (Liturgia de la Vigilia pascual)” (Idem, n.78).-

(rbalbin19@gmail.com)

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