La ciencia busca en los genes de Maria, de 116 años, el secreto de la longevidad
Totalmente lúcida, solo tiene problemas de movilidad y de oído. Su edad biológica es «mucho menor»
«De las excepciones se puede aprender mucho». La afirmación tiene fundamento porque no la sustenta cualquiera sino el investigador Manel Esteller –Sant Boi de Llobregat (Barcelona), 1968–, toda una autoridad mundial en epigenética, que lleva años centrado en el estudio de los mecanismos biológicos que conducen al cáncer y a enfermedades relacionadas con el envejecimiento.
Precisamente, buscando esas claves, Esteller, director del instituto de investigación contra la leucemia Josep Carreras, investigador Icrea, y catedrático de genética de la Universidad de Barcelona (UB), topó un día con el nombre de Maria Branyas, de 116 años, la mujer más longeva del mundo, según acreditan todas las clasificaciones mundiales. No dudó en acercase a la residencia Santa María del Tura de Olot (Gerona) en la que vive la anciana y comprobar, con la curiosidad humana pero la mirada de científico «cómo está Maria».
Solo problemas de movilidad
Científico y anciana mantuvieron una larga charla que incrementó aún más el deseo de Esteller de escrutar en su peculiar genética. «Tiene la cabeza completamente lúcida. Recuerda con impresionante nitidez episodios de cuando solo tenía cuatro años, y no presenta ninguna enfermedad cardiovascular, habitual de las personas de edad avanzada. Lo único que tiene son problemas de movilidad y de oído. Es increíble», afirma a ABC el catedrático de Genética de la UB.
Qué parte de mérito tienen los hábitos que ha mantenido Maria durante su larga existencia y qué parte de la balanza decanta su privilegiada genética es lo que la ciencia determinará en el laboratorio. Esteller, un ‘pope’ en la materia, intuye que tras su longevidad hay mucho más que el yogur natural que ingiere a diario. «Está claro que hay un componente genético porque hay varios miembros de su familia que superan los 90 años», apunta el científico. Hasta qué punto sus genes la han blindado del deterioro asociado a la edad es lo que intentarán descubrir en el laboratorio, pero «lo que está claro es que es una persona con una extraordinaria capacidad de resiliencia. Ha sobrevivido a un terremoto en la Costa Este de Estados Unidos, a un gran incendio, y a la Guerra Civil española. Es una auténtica superviviente», señala el científico en declaraciones a este medio.
Cambios epigenéticos
Para descubrir qué hace diferente a Maria Branyas de otras personas de su edad, el investigador catalán tomó muestras biológicas a la anciana (células de la saliva, de la sangre y de la orina). En todas ellas estudió lo mismo: la expresión de los genes (qué proteínas están más expresadas); los cambios epigenéticos, es decir los mecanismos que controlan los cambios en estas células, y el genoma propiamente, es decir la secuencia del ADN.
Una superviviente de la vida que supera el siglo «con la mirada adolescente»
Ostenta la marca mundial de longevidad pero su mirada, intuitiva y curiosa, es joven, muy alejada de su edad cronológica. Maria Branyas, de 116 años, es una superviviente de la vida. Sobrevivió a la muerte de su padre, Josep Branyas, navarro de nacimiento, cuando solo contaba con ocho años. A partir de ahí, Maria ha ido sorteando obstáculos a lo largo de su trepidante vida hasta cumplir (el pasado marzo) 116 años de edad. Su padre, a quien admiraba, partió a EE.UU. en 1906 para labrarse un futuro profesional como editor. La familia recaló en San Francisco, donde nació Maria y luego se trasladaron a Nueva Orleans. «En su estancia en EE.UU. la familia sorteó un terremoto y también esquivó un gran incendio», según explica en declaraciones a ABC el investigador Manel Esteller, que estudia la epigenética de la anciana. Maria ha superado el siglo holgada de salud y «con la misma curiosidad de una joven adolescente». «Es una persona muy abierta. Está encantada de colaborar porque entiende el beneficio que puede tener el análisis de su particular genética», dice el científico.
«Son las muestras biológicas más longevas. Tienen 116 años de edad y por eso tienen un gran valor como aportación científica», apunta el responsable del instituto de investigación contra la leucemia Josep Carreras. El estudio que va arrancar en su laboratorio va a centrarse en el análisis bioinformático de los 6.000 millones de segmentos que tiene el ADN, en concreto en cerca de los 200 genes que tienen relación directa con el envejecimiento. Los resultados van a compararse, según avanza Manel Esteller, con los obtenidos del análisis de los genes de su hija mediana, de 79 años –tiene otra de 90 y un hijo que falleció de accidente cuando contaba con 77 años–.
«Mi intención es inmortalizar en el laboratorio células de la sangre. Tratarlas con fármacos para ver si se revierte el envejecimiento», apunta el científico. El objetivo final de la investigación, de la que podrían tenerse resultados antes de un año, es avanzar en la búsqueda de fármacos capaces de combatir la senescencia. «El estudio de las células de Maria esperamos que nos dé claves nuevas sobre cómo abordar las enfermedades neurodegenerativas o cardiovasculares asociadas a la edad, y el cáncer», apunta Manel Esteller. «Sabemos la edad cronológica de Maria, 116 años, pero debemos determinar su edad biológica», concluye. Lo que tiene claro, según apunta, es que «es mucho menor».-
ESTHER ARMORA/ABC de Madrid
Realmente enriquecedor el intercambio de opiniones de estos...
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